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Diccionario Teológico del Nuevo Testamento - Compendio - Kittel

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[p 742] 3. El niño en el plan salvífico de Dios.<br />

584<br />

a. La enseñanza de Jesús es explicable sólo sobre la presuposición que los niños tienen un puesto en el plan salvífico de Dios. El<br />

punto de vista objetivo de Pablo sobre la obra salvadora de Dios tiene una implicación similar (Ro. 5:18–19; 11:25). La necesidad<br />

de la fe plantea una pregunta, pero la fe no realiza la salvación sino que la recibe. La transmisión de los relatos de la infancia y de<br />

la narración de la bendición de los niños es difícilmente concebible si los niños están excluidos <strong>del</strong> plan de Dios (cf. tb. Hch. 2:39).<br />

b. Los niños son contados con la comunidad, toman parte en los acontecimientos cruciales (Hch. 21:5), están presentes en el culto<br />

(20:9, 12), y reciben instrucción (Ef. 6:1ss).<br />

c. Se debate si los niños son bautizados. Los bautismos familiares y la costumbre de la época (cf. el bautismo judío de los prosélitos)<br />

favorecen el bautismo de párvulos. También lo favorecen la relación con la circuncisión (Col. 2:11), el concepto <strong>del</strong> sello escatológico<br />

(Ez. 9:4, 6), la participación común con el pueblo entero (1 Co. 10:1–2), y el testimonio patrístico. El relato de la bendición<br />

de los niños (Mr. 10:13ss) bien puede haber sido considerado como una respuesta a las objeciones.<br />

IV. La iglesia posterior.<br />

1. El niño como criatura de Dios. Las esperanzas escatológicas y las inclinaciones ascéticas militan en contra de la alta estima de los<br />

niños, pero la iglesia mantiene la doctrina bíblica de la creación. Por eso protege el matrimonio y combate el libertinaje, la anticoncepción,<br />

el aborto y la exposición de niños. Clemente de Alejandría ofrece una excelente presentación que combina lo mejor de<br />

la antigüedad con el legado cristiano. Considera la falta de hijos o la pérdida de ellos como una pesada carga, y elogia el matrimonio<br />

en aras de la nación, de los hijos, y <strong>del</strong> bien <strong>del</strong> mundo en la medida en que se halla en nuestras manos (cf. Stromateis<br />

3.3.22.ss; 9.67.1, etc.).<br />

2. La relación con el niño. La iglesia describe la inocencia infantil pero no olvida el nexo <strong>del</strong> mal. Los niños son inmaduros e incluso<br />

tontos, pero también son cándidos y amigables, de modo que no hay que burlarse de ellos. A Cristo se le alaba como el niño divino.<br />

Agustín tiende a enfatizar el pecado de los niños, pero él mismo es llevado a la conversión por la voz profética de un niño.<br />

3. El niño en el culto.<br />

a. Funciones clericales. Se considera que las oraciones de los niños son eficaces, y nos enteramos de la existencia de coros de niños<br />

varones y de escuelas corales, así como de niños varones que ofician como lectores.<br />

b. El bautismo y la comunión de los párvulos. Se dice que el bautismo de párvulos es una tradición apostólica, y el aplazamiento <strong>del</strong><br />

bautismo sólo data <strong>del</strong> siglo IV. En cuanto a la comunión de los párvulos existen testimonios desde el tiempo de Cipriano (Sobre<br />

los caídos 9).<br />

C. La filiación divina.<br />

I. Historia religiosa. El motivo de la filiación divina surge principalmente en conexión con la palabra τέκνον, que sugiere una<br />

relación personal más cercana. La religión griega piensa en la filiación divina en términos naturales. En los misterios se adquiere<br />

con la iniciación, cuya meta es la deificación. El AT aplica la idea, de manera no mitológica, al pueblo (Os. 11:1). La historia de la<br />

salvación controla esta relación, y a Dios se lo describe con mayor frecuencia como Rey que como Padre. Más a<strong>del</strong>ante pasa a<br />

primer plano el individualismo, pero la filiación divina no se halla en el corazón de la piedad judía.<br />

II. El NT.<br />

1. Jesús coloca la filiación divina en el centro. Ella se basa en la gracia, y puesto que la relación original se ha roto, hay que volver a<br />

ser aceptados a ella. Jesús es portador de la oferta definitiva de Dios, no simplemente porque él goza de una filiación divina singular,<br />

sino porque es enviado para ese fin. Su propia filiación difiere de la nuestra, y a él nunca se lo llama el τέκνον θεοῦ. τέκνον<br />

denota ya sea la [p 743] descendencia de Abraham como condición previa para la filiación divina (Mr. 3:9), o denota la filiación<br />

divina en las parábolas (Mr. 7:27; Mt. 21:28).<br />

2. Para Pablo los creyentes tienen la filiación divina por medio de la obra de Cristo. Ella no viene por creación ni por la descendencia<br />

física, pero involucra la verdadera descendencia de Abraham (Gá. 3:6ss; Ro. 4). Tiene un alcance universal y lleva consigo la libertad<br />

y la adultez (Gá. 3:25ss; 4:1ss; Ro. 8:31ss). Se usa tanto τέκνα θεοῦ como υἱοί, pero Cristo nunca es τέκνον. La filiación<br />

plena todavía es objeto de esperanza (Ro. 8:23).<br />

3. En Juan sólo Cristo es υἱός; los creyentes son τέκνα (1:12; 11:52; 1 Jn. 3:1). La filiación significa nacer de Dios, pero con una<br />

referencia a la comunión más que a una deificación individual. Siguen estando presentes la idea <strong>del</strong> pueblo y de las esperanzas

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