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Diccionario Teológico del Nuevo Testamento - Compendio - Kittel

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la historia, la cual apunta hacia la salvación final y da rumbo a la vida mediante la ley. El «bien» ya se ha hecho, pero también es<br />

esperado (Jer. 32:39, 42). Mientras tanto, se nos muestra lo que es «bueno» por la revelación de la voluntad de Dios en la ley. Los<br />

que hacen el bien son buenos, pero es discutible si eso es o no posible sin la ayuda de Dios (Josefo, La guerra de los judíos<br />

2.163ss). Qohélet piensa que no (Ec. 7:20). Los rabinos ven una lucha entre los impulsos buenos y los malos, y las obras de amor<br />

son las verdaderas buenas obras.<br />

D. En el NT.<br />

a. El enfoque básico es nuevamente religioso. Sólo Dios es verdaderamente bueno (Mt. 19:17). Su condición de bueno es esa<br />

«bondad» que por medio de Cristo confiere los «bienes» de la salvación (Heb. 9:11). Es así como los apóstoles son predicadores<br />

de «buenas noticias» (Ro. 10:15; cf. Is. 52:7). Mateo ve con razón que la bondad exclusiva de Dios no descarta la impecabilidad de<br />

Cristo (Mt. 19:17 y par.).<br />

b. No hay nada en este mundo que merezca ser llamado bueno (Ro. 7:18–19). La ley es buena, pero incluso por medio de la ley el<br />

pecado acarrea la muerte (7:12–13). Se pueden hacer distinciones entre personas buenas y malas (Mt. 5:45), o entre el hablar el<br />

bien y hacer el mal (Mt. 12:34). También el gobierno puede ser llamado servidor para el bien (Ro. 13:4). Pero ante Dios esas distinciones<br />

no son sino relativas.<br />

c. La salvación en Cristo introduce una nueva posibilidad de conocer y hacer el bien (Ro. 12:2; Ef. 2:10; Col. 1:10). Los cristianos<br />

deben hacer efectiva esta posibilidad (1 Ts. 5:15). Su contenido supremo es [p 12] el amor, el cual es el propósito de la ley y el<br />

sentido de la vida cristiana. El captar esta nueva posibilidad da una «buena conciencia» (Hch. 23:1; 1 Ti. 1:5, 19). Pero el bien de<br />

la salvación sigue siendo la meta determinante (Ro. 8:28). La «buena obra» que Dios ha comenzado llegará a su «consumación en<br />

el día de Jesucristo» (Fil. 1:6).<br />

ἀγαθοεργέω. Esta palabra poco común se refiere a la acción bondadosa de Dios (Hch. 14:17) pero también a la amorosa liberalidad<br />

que se les exige a los ricos (1 Ti. 6:18).<br />

ἀγαθοποιέω, ἀγαθοποιός, ἀγαθοποΐι. El verbo y el adjetivo se usan en astrología para los astros de influencia benigna. En la<br />

LXX el verbo denota el bien en acción. Es común en 1 Pedro (2:15, 20; 3:6, 17) en el mismo sentido: cf. el «hacedor <strong>del</strong> bien» que<br />

es «de Dios» (3 Jn. 11). En 1 Pedro 2:14 ἀγαθοποιός se contrapone al que hace el mal; el cristiano debe ser alguien que «hace el<br />

bien». ἀγαθοποιΐα (1 P. 4:19) es la acción correcta que es la única que constituye la preparación adecuada para la liberación final.<br />

ἀγαθωσύνη. Esta es la cualidad, o la excelencia moral, de la persona buena. Es el fruto <strong>del</strong> Espíritu (Gá. 5:22) o de la luz (Ef. 5:9),<br />

el contenido de la vida cristiana (Ro. 15:14).<br />

φιλάγαθος. Este término, que se halla en Aristóteles y Filón y se usa como título de honor en las sociedades helenísticas, constituye<br />

uno de los requisitos <strong>del</strong> obispo, el cual debe ser «amante <strong>del</strong> bien» (Tit. 1:8).<br />

ἀφιλάγαθος. Según 2 Timoteo 3:1ss, la actitud de la gente en los últimos tiempos muestra lo grave que son esos tiempos. Muchos<br />

individuos, «amantes de sí mismos», serán «aborrecedores <strong>del</strong> bien». En ese amor falso, la ausencia de amor celebrará su triunfo.<br />

[W. Grundman, I, 10–18]<br />

ἀγαλλιάομαι [regocijarse], ἀγαλλίασις [regocijo]<br />

A. ἀγάλλω en la literatura griega. El término subyacente ἀγάλλω es común en la prosa y la poesía griegas. Significa «adornar»;<br />

por eso la voz media ἀγάλλομαι significa «emplumarse», expresando un orgullo gozoso. A veces la referencia puede ser al gozo<br />

cúltico (Eurípides, Las troyanas 452).<br />

B. ἀγαλλιάομαι en la LXX y en el judaísmo. Este es un nuevo constructo bíblico. Se usa principalmente para el hebreo ליגּ, ִ y<br />

denota el regocijo cúltico en el auxilio de Dios y sus obras, luego el regocijo en Dios o en su presencia, y (rara vez) el gozo de<br />

Dios mismo (Is. 65:19). El cosmos mismo es invitado a participar en este regocijo, que será característico <strong>del</strong> último día (p. ej., Is.<br />

12:6).<br />

C. ἀγαλλιάομαι en el NT. Juan 5:35 tiene en mente un gozo más secular, pero el uso principal es para exultar en los actos de Dios<br />

(Ap. 19:7). Este regocijo es escatológico (cf. 1 P. 4:13; Jud. 24). Se anticipa aquí y ahora en la fe (cf. 1 P. 1:6, 8; Mt. 5:12). El<br />

regocijo <strong>del</strong> Bautista en el vientre de su madre y el gozo de sus padres en él (Lc. 1:44, 58) miran hacia la obra salvífica de Dios en<br />

Cristo. La comunidad se regocija porque percibe que es la comunidad <strong>del</strong> tiempo final, establecida por la obra salvadora de Dios.<br />

Pablo no usa este término, pero para un paralelo cf. 1 Corintios 11:26. El significado cultual sigue estando presente en el NT (cf.<br />

Hch. 2:46). Cristo mismo comparte el gozo (cf. Heb. 1:9; Lc. 10:21 [regocijo en el Espíritu Santo]).

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