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Diccionario Teológico del Nuevo Testamento - Compendio - Kittel

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1. Uso. ὄνομα significa a. «nombre» de una persona o cosa. Los nombres los ponen los padres, y los forasteros deben decir su<br />

nombre cuando piden hospedaje. Expresiones comunes son «llamar por nombre», «poner nombre», «en el nombre», «bajo el nombre»<br />

y «con mención <strong>del</strong> nombre». ὄνομα [p 678] significa también b. «reputación». Puede usarse c. como opuesto de una cosa,<br />

pero también d., con genitivo, para la persona o cosa. En gramática, e. se usa para un «sustantivo» o «palabra». En los papiros f.,<br />

con base en nombres que se encuentran en libros o en listas, puede denotar cosas como «título legal», «rubro en una cuenta» o, en<br />

la banca, la «cuenta» en sí, p. ej. cuando se paga dinero a nombre (al crédito o a la cuenta) de alguien.<br />

2. Significación de ὄνομα en el pensamiento griego. La poesía épica comparte la creencia en el significado de los nombres, aunque<br />

también comparte la duda filosófica acerca de si los nombres humanos reflejan de veras la realidad. Muchas cosas tienen nombres<br />

tanto divinos como humanos. La filosofía escéptica sugiere que los nombres humanos expresan nociones y conceptos falsos, ya<br />

que son convencionales y sólo se relacionan con la experiencia. Así los sofistas contraponen el nombre con la acción, la realidad o<br />

la naturaleza. La naturaleza es lo que cuenta; los nombres no pueden cambiarla. Platón acepta la opinión de que, si bien los nombres<br />

no son caprichosos, y son indudablemente necesarios, no transmiten verdadero conocimiento y funcionan simplemente como<br />

signos. Aristóteles da importancia a la idea que está detrás <strong>del</strong> simple sonido. El nombre es un signo verbal, pero es limitado puesto<br />

que las palabras tienen que indicar más de una cosa, algunas ideas son difíciles de poner en palabras, y las palabras cambian de<br />

significado. Se necesita entonces la investigación lingüística al servicio de la lógica. Para los estoicos, el lenguaje brota <strong>del</strong> alma<br />

humana, y por eso las palabras representan cosas según su naturaleza en una fusión de cosa, concepto y palabra. La etimología<br />

tiene la tarea de mostrar la verdad de las palabras (ἐτυμότης) en su concordancia con los objetos que denotan. Mediante este arte<br />

lo estoicos ganan dominio sobre la religión popular, ya que encuentran en ella verdad y sabiduría haciendo etimologías de los<br />

nombres de los dioses.<br />

3. El nombre de Dios. Se piensa que originalmente los pelasgos no nombraban a sus dioses. Los nombres divinos provienen de<br />

Egipto; Homero y Hesíodo desempeñan un papel importante en poner nombre a los dioses de Grecia. Estrabón también menciona<br />

una tribu que ofrecía sacrificios a un dios sin nombre. Sin embargo, la religión griega posterior asigna gran importancia a los nombres<br />

divinos, y trata de aprender acerca de su ser y su naturaleza a partir de sus nombres, por medio de la etimología. La filosofía<br />

tiene dudas acerca de la correspondencia entre nombre y naturaleza. La etimología sólo puede mostrar los pensamientos humanos<br />

acerca de los dioses. Pero los nombres siguen siendo considerados como significativos. En efecto, se acumulan nombres para los<br />

dioses con el fin de tributarles mayor honor y de asegurarse de tener dominio sobre ellos. El estoicismo piensa que Zeus debería<br />

ser conocido por muchos nombres, en vista de sus muchas funciones y características. En los escritos herméticos Dios es demasiado<br />

elevado como para tener nombre; ningún nombre es apropiado para él, y todos los nombres son apropiados para él. El anonimato<br />

de la deidad tiene que ver con su incorporalidad, ya que el lenguaje es corporal. Una vez más, los nombres diferencian cosas<br />

distintas, pero la deidad es el uno y el todo. Celso piensa en esta línea, como lo hacen los gnósticos, e incluso algunos autores cristianos.<br />

4. Los papiros mágicos. Los papiros mágicos creen en el poder y la eficacia de los nombres. El conocernos y pronunciarlos da poder<br />

sobre quienes los llevan, mediante la invocación e incluso mediante la identificación mística. Los magos conocen las acciones y<br />

momentos propicios para obtener ese poder. Usan nombres procedentes de todos los idiomas posibles; los nombres bárbaros tienen<br />

gran fuerza si se pronuncian correctamente. En Egipto se usa inclusive el nombre de Yavé. El nombre tiene que ser el mismo que<br />

la propia deidad haya manifestado. En la invocación se le honra con muchos atributos. El nombre actúa por su propio poder, ya<br />

que la deidad misma es el nombre. Los papiros mágicos cristianos mencionan los nombres de María, el Bautista y la Trinidad<br />

como nombres eficaces, junto con Yao, Sebaot, etc. La antigüedad tiene, por supuesto, sus escépticos como Luciano.<br />

C. El AT.<br />

1. Datos léxicos y estadísticos. El hebreo común ם ֵשׁ (unas 770 veces en singular y 84 en plural) se usa para los nombres de dioses,<br />

seres humanos y animales, como también de accidentes geográficos como ríos, montes y poblaciones, luego de cosas y tiempos.<br />

Con referencia a acciones, también puede [p 679] usarse para una buena o mala «reputación», y luego para «memoria» o «fama»<br />

después de la muerte, si bien se discute si se usa en forma metonímica para la persona o en sentido de «memorial» o «signo». Una<br />

expresión común es «para el nombre» (generalmente Dios), y verbos familiares que se usan con el nombre (de Dios) son «invocar»,<br />

«hablar», «bendecir» y «profetizar».<br />

2. Significación <strong>del</strong> nombre. Israel cree en la significación de los nombres. Por eso Adán ejerce dominio al ponerles nombre a los<br />

animales (Gn. 2:19–20). Nombrar una ciudad es establecer el mando sobre ella (2 S. 12:28). Las mujeres buscan el nombre de un<br />

hombre en tiempos de angustia (Is. 4:1), e. d. para colocarse bajo su protección. Dios pone nombre a las estrellas (Sal. 147:4) y a<br />

Israel (Is. 43:1). Su nombre es nombrado sobre Israel (Is. 63:19), y también sobre el templo, el arca y Jerusalén. Conoce por nombre<br />

a Moisés (Éx. 33:12, 17). Los nombres perviven en los hijos (Gn. 21:12). Los nombres de los que no tienen hijos son borrados.<br />

Los nombres de los justos están escritos en el libro de la vida (Éx. 32:32–33; Sal. 69:28).

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