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Diccionario Teológico del Nuevo Testamento - Compendio - Kittel

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[K. G. Kuhn, I, 97–100]<br />

E. ἅγιος en el NT.<br />

1. La santidad de Dios. Sobre una base en el AT, aquí la santidad se ve como la naturaleza más íntima de Dios (Ap. 4:8). Abarca la<br />

omnipotencia, la eternidad y la gloria, y evoca un temor reverente. En Juan, Dios es el Padre santo (17:11). El Dios santo exige un<br />

pueblo santo (1 P. 1:15–16). El nombre de Dios, e. d. su persona revelada pero distinta, ha de ser santificado (Mt. 6:9; Lc. 11:12).<br />

2. Jesucristo como ἅγιος. A Jesús rara vez se lo llama santo (cf. Mr. 1:24; Lc. 1:35; Jn. 6:69; Ap. 3:7; Hch. 3:14). Pero la descripción<br />

es antigua y significativa. En Lucas se basa en el nacimiento virginal y en el hecho que él es portador <strong>del</strong> Espíritu, que confronta<br />

a los espíritus malignos e inaugura la era pneumática. Se le confiesa como el santo en Juan 6:69, santificado por Dios y<br />

dispensador de la unción con el Espíritu. En el Apocalipsis tiene los mismos atributos de santidad y verdad que Dios. Como siervo<br />

santo, en los Hechos tiene una misión cultual como el sacrificio santo ofrecido de manera vicaria por los demás. En Hebreos es<br />

sacerdote así como víctima, e ingresa en el antitipo <strong>del</strong> santo de los santos en nombre nuestro, y logra allí nuestra santificación<br />

expiatoria (ἁγιάζειν) (9:25ss; 2:11; 9:13).<br />

3. El Espíritu Santo.<br />

a. La santidad <strong>del</strong> Espíritu es inseparable de la de Cristo.<br />

b. El Espíritu está activo en el nacimiento de Cristo y especialmente en su bautismo, que inicia la era <strong>del</strong> Espíritu. Después de la<br />

resurrección Cristo imparte el Espíritu a los discípulos (Pentecostés). El Espíritu es ahora manifiesto, de modo que la resistencia a<br />

él es imperdonable. El bautismo es ahora en el nombre <strong>del</strong> Espíritu, tanto como en el <strong>del</strong> Padre y en el <strong>del</strong> Hijo.<br />

c. Especialmente Lucas gusta de la expresión «Espíritu santo», tanto de manera definida como indefinida. Quiere distinguir al<br />

Espíritu de Dios de otros espíritus, y enfatiza el elemento carismático más que el cultual.<br />

d. Pablo tiene un énfasis más personal y mantiene el aspecto cultual pero lo espiritualiza, p. ej. la iglesia o los cristianos como un<br />

templo santo dentro <strong>del</strong> cual habita el Espíritu (Ef. 2:21; 1 Co. 6:19; cf. Ro. 15:16; 2 Co. 13:13; 1 Ts. 4:8). El bautismo y la eucaristía<br />

(1 Co. 12:13) son signos de la comunidad cultual que denotan su comunión con la muerte y resurrección de Cristo.<br />

4. La santidad de la ἐκκλησία. Nuevamente sobre una base veterotestamentaria, la comunidad cristiana es santa como un templo <strong>del</strong><br />

Espíritu, centrado en Cristo como el siervo santo. Como pueblo santo, los cristianos han de ser santos (1 P. 2:9; 1:16). Son santificados<br />

por Cristo (1 Co. 1:2). En él los gentiles son ahora contados entre los santos (Ef. 2:19). Las iglesias, como también la iglesia<br />

entera, son santas (1 Co. 14:33). La santidad viene por el llamamiento de la gracia en Cristo (Ro. 1:6; 1 Co. 1:24; Fil. 1:1), no por<br />

naturaleza. El pueblo santo tiene una herencia divina (Ef. 1:18; Col. 1:12; cf. Deuteronomio).<br />

5. La vida santa de los cristianos. Los cristianos han de ofrecerse a sí mismos como sacrificio santo (Ro. 12:1). Como consecuencia<br />

de ello, lo cultual toca a lo ético, y se acentúa la pureza (cf. Mt. 5:8). El servicio mutuo <strong>del</strong> amor da expresión a esto (Gá. 5:13; Ro.<br />

15:25; 16:2). El beso santo es su sello (1 Co. 16:20). [p 25] Los santificados en Cristo santifican su propio círculo familiar (1 Co.<br />

7:14). Aquí la santidad tiene un contenido moral y se contrapone a la impureza, especialmente en la vida sexual de los gentiles<br />

(Hch. 10:14; Ef. 5:5). Su referencia cultual impide que sea una mera moralidad. La santidad en este sentido es un principio de<br />

juicio (1 Co. 6:2). Los creyentes van a juzgar; por eso la fe misma puede ser llamada santa (Jud. 20).<br />

6. La ecclesia triumphans.<br />

a. Los santos ángeles pertenecen a la iglesia triunfante (Mr. 8:38, etc.); regresarán con Cristo (cf. 1 Ts. 3:13, aunque este versículo<br />

puede referirse a los santos difuntos, o incluirlos; cf. 2 Ts. 1:10).<br />

b. Los cristianos también pertenecen a ella como santos (Ap. 14:12; 17:6). Los santos seguirán siendo santos (Ap. 22:11): no<br />

santificándose a sí mismos, sino santificados por Dios. La santidad es una determinación central de los cristianos puesto que ya<br />

ellos adoran a Dios, reconciliados por la santa ofrenda de Cristo y constituidos en templos <strong>del</strong> Espíritu Santo.<br />

21<br />

ἁγιάζω. Este es principalmente un término bíblico, y significa «consagrar» o «santificar». A Dios se le pide que santifique su<br />

nombre (Mt. 6:9). Jesús se santifica a sí mismo (Jn. 17:19) y a su iglesia (Ef. 5:26), lo cual es una obra divina. El Padre santifica a<br />

Cristo (Jn. 10:36; cf. 17:19) con miras a santificar a los discípulos (17:19). Esto último tiene lugar por medio de la obra reconciliadora<br />

de Cristo (Heb. 2:11; 10:10). Por eso para Pablo somos «los santificados» (1 Co. 1:2), y esto es un estado (1 Co. 6:11). Los<br />

santificados tienen una herencia (Hch. 20:32). Deben santificar a Cristo en sus corazones (1 P. 3:15), siendo santos en su conducta<br />

a medida que Cristo los hace santos al habitar dentro de ellos (1:16).

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