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Diccionario Teológico del Nuevo Testamento - Compendio - Kittel

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den ser endebles (Sal. 31:6; 1 Cr. 16:26), pero pueden apuntar a grandes triunfos y prodigalidad (Jer. 7:18; Am. 5:26; Dt. 12:2), de<br />

modo que el pueblo presta lealtad (Jer. 5:7) y está consciente <strong>del</strong> poder de esos dioses (cf. 2 R. 3:27). Que existen verdaderos poderes<br />

divinos se admite en Deuteronomio 6:12. El exclusivismo de Yavé (Éx. 20:5) va dirigido finalmente, no contra aquellos [p<br />

323] que se vuelven hacia otros dioses, sino contra los dioses mismos. Ya sea dentro de su propia comunidad o en las relaciones<br />

exteriores, Israel está consciente de la realidad de un panteón territorial. Sólo la creencia en que Dios es el Poderoso (Jos. 22:22),<br />

supremo sobre el panteón entero, puede impedir la recaída en el culto a los ídolos. Pero se ve que un monoteísmo monárquico<br />

implica (Jer. 2:11) que, a pesar de toda la sinceridad <strong>del</strong> paganismo, los dioses de los paganos no tienen verdadera realidad; y si<br />

Israel se torna a ellos, incurre en infi<strong>del</strong>idad y cae presa de la discordia interna (Jer. 2:13ss). Por eso los escritos posteriores pueden<br />

hacer una distinción clara entre el único Dios y los dioses extranjeros (cf. Dn. 11:36; Mal. 2:10–11; Sal. 82), pero estas distinciones<br />

se basan sobre el reconocimiento de la deidad de Dios en su auxilio, fi<strong>del</strong>idad o consuelo, como en los Salmos con su motivo<br />

personal «Dios mío». A Dios se lo conoce como el Dios viviente que está activo en favor de su pueblo (Os. 2:1). Como lo muestra<br />

Isaías 40–41, él se manifiesta a sí mismo como Dios al hacer lo que es digno de Dios en sus obras de creación y redención.<br />

[G. Quell, III, 79–89]<br />

C. El dato cristiano primitivo de Dios y su conflicto con el concepto de Dios en el judaísmo.<br />

1. El uso. a. En la LXX θεός es el término usual para traducir םיהלֹ ִ א. ֱ ὁ θεός es el Dios de Israel, mientras que θεός es principalmente<br />

apelativo. τὸ θεῖον no figura. El judaísmo prefiere no hablar de Dios, y en vez de ello adopta expresiones tales como el Señor,<br />

el Todopoderoso, el Altísimo. El judaísmo helenístico, que adopta el estilo filosófico, se refiere a la deidad, la providencia, etc.<br />

Filón usa el adjetivo θείος, ὁ θεός para el Dios de Israel (o ὁ κύριος para denotar su poder), θεός para el λόγος, y θεοί a veces<br />

para seres humanos, pero su término favorito es τὸ θεῖον. Josefo usa ὁ θεός y θεός sin distinción, pero gusta de τὸ θεῖον y ὁι<br />

οὐρανοί, y rara vez usa κύριος. Las obras apócrifas y pseudoepigráficas, que adoptan estilos más antiguos, usan κύριος (para<br />

Yavé) junto con muchas otras expresiones, p. ej. Altísimo, Clementísimo, Todopoderoso, Santo, Creador, Inengedrado, etc. Jesús<br />

usa θεός libremente, y con menor frecuencia tiene κύριος, οὐρανός, δύναμις (cf. Mr. 14:61–62), o σοφία (Lc. 7:35). Sin embargo,<br />

πατήρ es su verdadero nombre para Dios. En otros lugares <strong>del</strong> NT la palabra normal es θεός. A partir de Pablo, κύριος se<br />

usa con la mayor frecuencia para referirse a Jesús, como se usa θεός p. ej. en Juan 1:1. θεός habitualmente lleva el artículo cuando<br />

está en nominativo, pero en otros casos puede hallarse con o sin artículo, sin distinción. θεός también puede denotar a deidades<br />

paganas (cf. Hch. 19:37; 1 Co. 8:5) e incluso a seres humanos (Jn. 10:34–35, citando Sal. 82:6).<br />

[E. Stauffer, III, 90–92]<br />

b. Los términos rabínicos para Dios. El judaísmo rabínico tardío evita el nombre divino y adopta sustitutos formales. Distingue entre<br />

el nombre propio (Yavé), los nombres genéricos (לא, ֵ הלא, םיהלֹ ִ א), ֱ y los nombres descriptivos (el Altísimo, el Rey, etc.). Puesto<br />

que el nombre divino no se debe pronunciar en vano, su uso se restringe a la actividad cultual, y en cierto momento llega a existir<br />

solamente como un símbolo escrito y no una palabra viviente. Los sustitutos varían según si el uso es religioso o secular, y a medida<br />

que estos asumen el concepto pleno de Dios, ellos a su vez tienden a volverse demasiado santos para el uso secular y dan paso a<br />

otros. הלא y םיהלֹ ִ א ֱ no ocasionan dificultad alguna en un principio, y no es sino en la época medieval que se convierten en tabú. Los<br />

términos o sustantivos que expresan cualidades y cosas semejantes se usan con libertad, y un grupo abstracto (santidad, poder, etc.)<br />

se vuelve también popular. (Para los detalles, ver el TDNT en inglés, III, pp. 92–94.)<br />

[K. G. Kuhn, III, 92–94]<br />

2. La unicidad de Dios.<br />

a. El monoteísmo profético como punto de partida <strong>del</strong> verdadero monoteísmo. El verdadero monoteísmo no es producto <strong>del</strong><br />

politeísmo sino su negación. Su Dios no es una nueva idea de unidad, sino la realidad última y verdadera. El Dios uno es para<br />

Moisés la realidad decisiva, y en cuanto a tal reclama validez exclusiva (Éx. 20:2–3). Este Dios es el único Dios <strong>del</strong> mundo entero.<br />

Sin embargo, solamente en Israel es revelado y adorado. Por eso su unicidad debe ser afirmada tanto en contra de los dioses falsos<br />

como en contra de las otras fuerzas que dominan al pueblo (Is. 26:13). El triunfo posterior <strong>del</strong> monoteísmo en el islam debe mucho<br />

a los conceptos bíblicos. En otros contextos [p 324] los fórmulas monoteístas tienen poco impacto. Zoroastro expone una filosofía<br />

dualista de la historia, con una orientación monoteísta (en vista <strong>del</strong> triunfo final de la luz).<br />

b. El monoteísmo dinámico en el judaísmo tardío.<br />

(a) A veces el judaísmo puede usar θεοί para referirse a seres humanos o para los dioses paganos. La base veterotestamentaria para<br />

la descripción de los seres humanos como dioses es débil, y en pasajes como Salmo 82:1; Éxodo 21:6, la referencia es a los jueces<br />

como representantes de Dios. Los rabinos resisten fuertemente las pretensiones paganas de los humanos a la condición divina (cf.

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