07.05.2013 Views

Diccionario Teológico del Nuevo Testamento - Compendio - Kittel

Diccionario Teológico del Nuevo Testamento - Compendio - Kittel

Diccionario Teológico del Nuevo Testamento - Compendio - Kittel

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

160<br />

fica a sí mismo en Juan 9:9, o cuando Jesús hace lo mismo en Juan 18:5 y Marcos 6:50, o da la respuesta «yo soy» a la pregunta de<br />

Marcos 14:61. Por otro lado, hay tonalidades mesiánicas en los últimos dos casos. ἐγώ εἰμί tiene un significado fijo, como lo vemos<br />

a partir de la advertencia de Marcos 13:6; el «yo soy» de los pretendientes mesiánicos debe ser rechazado, y hay que esperar<br />

más bien el «yo soy» decisivo de la propia automanifestación final de Cristo. Esto arroja luz sobre el pasaje central en Juan 8:24ss.<br />

Este va precedido de una cadena de dichos en «yo» en los vv. 12, 18, 21. La decisión a favor o en contra de Cristo significa la vida<br />

o la muerte (v. 24). Pero ¿quién es este que dice «yo soy»? No responde directamente. El Padre [p 199] dará testimonio (v. 18). El<br />

que lo envió está con él (v. 29). El yo <strong>del</strong> Hijo va ligado con el <strong>del</strong> Padre en una unidad de acción (v. 29). Desde el principio mismo<br />

Jesús es el Sujeto actuante de la historia de Dios (v. 58), que contribuye en cada paso de la manifestación y glorificación <strong>del</strong><br />

Hijo. La fuerza final <strong>del</strong> simple ἐγώ εἰμί es que el ἐγώ de Cristo es el Sujeto de esta historia que es su poderosa autoproclamación,<br />

y en todas cuyas victorias Cristo clama: «Yo soy.» Los dichos en «yo», entonces, bien pueden remontarse a los mo<strong>del</strong>os <strong>del</strong> antiguo<br />

Cercano Oriente modificados de modo singular por el AT, pero Cristo reclama para sí todos los predicados <strong>del</strong> «yo» y revela<br />

que él mismo es el representante definitivo de Dios en el absoluto ἐγώ εἰμί: la expresión más pura y más completa es su incomparable<br />

significación.<br />

C. El ἐγώ antropológico.<br />

1. Yo y nosotros en los escritos de Lucas. Un acento personal resuena en los prefacios a Lucas y Hechos (Lc. 1:3; Hch. 1:1). Hechos<br />

incluye también algunos pasajes en «nosotros» que naturalmente sugieren que el autor estaba personalmente presente en esas ocasiones,<br />

si bien algunos estudiosos ven aquí un recurso literario para darle al relato mayor vitalidad y variedad.<br />

2. Nosotros y yo en los escritos juaninos. En contraste con el prefacio de Lucas, el de Juan contiene un «nosotros» confesional (Jn.<br />

1:14, 16). El autor no está tratando de escribir un relato más exacto, sino que, en nombre de muchos creyentes, presenta su testimonio.<br />

El mismo «nosotros» se da en 1 Juan 1:4, luego en 1 Juan 4:14, 16, etc. y en la demarcación respecto a los falsos maestros<br />

en 2:19. Por sobre este «nosotros» está el Dios que nos elige, nos conoce y nos guarda (3:19–20). Pero el autor también puede<br />

escribir de manera autoritativa en singular (2:7, etc.). Esto es muy pronunciado al final en 5:13. El autor de 2 Juan comienza en<br />

singular pero luego afirma la unidad con todos los que conocen la verdad, y se mezcla con ellos en un abarcante «en nosotros» y<br />

«con nosotros» (vv. 1–2). 3 Juan es toda en singular. El Apocalipsis entreteje sagazmente el yo y el nosotros en 1:9 («yo, Juan,<br />

hermano de ustedes»). Este primer ἐγώ queda entre los dichos en «yo» de Dios y Cristo (vv. 8, 17), y el último ἐγώ de Juan viene<br />

después <strong>del</strong> último ἐγώ de Cristo en 22:16ss. Si el autor tiene una fuerte conciencia de sí, se trata de una conciencia de su oficio y,<br />

en última instancia, una conciencia de Dios.<br />

3. Nosotros y yo en Pablo. Muchas de las cartas de Pablo son personales (p. ej. Filemón, Filipenses, Romanos), pero con frecuencia<br />

asocia a otros consigo, ya sea estilísticamente o con algún matiz especial, p. ej. para añadir autoridad en 1 Corintios 11:16. Usa el<br />

singular para afirmar su propia posición o para aclarar su condición, a menudo con un ἐγώ enfático que en 1 Corintios 7 lo diferencia<br />

a él respecto al Señor y en Gálatas 6:17 afirma su autoridad ante sus oponentes. La primera persona, tanto <strong>del</strong> singular como<br />

<strong>del</strong> plural, es importante en la exhortación, con frecuencia en forma cohortativa, que es menos fuerte que la imperativa (cf. 1 Ts.<br />

5:5ss; Ro. 6:1ss). Las oraciones hipotéticas en «yo» y «nosotros» sirven para el mismo propósito, como en 1 Corintios 13:1ss.<br />

Gálatas 2:15ss comienza con una afirmación en estilo de «nosotros», pasa a una hipótesis en «nosotros» en el v. 17, luego a una<br />

afirmación hipotética en «yo» en el v. 18, pero luego concluye con afirmaciones en «yo», no porque se trate de una opinión privada,<br />

sino porque Pablo ha tomado en serio la nueva situación de los vv. 15–16 que Pedro y los otros deben aceptar y elaborar como<br />

lo ha hecho él.<br />

4. El «yo» de Romanos 7. La referencia común al «yo» de Romanos 7 como el Pablo anterior a la conversión es cuestionada por su<br />

afirmación en Filipenses 3:6. Sin embargo, una referencia general a aquellos que están bajo la ley queda rota por un análisis más<br />

cercano <strong>del</strong> estilo en «yo», el cual es comparable con el de Gálatas 2. El contexto es el de la historia de la salvación. Ante la presión<br />

demoníaca contra Dios, Dios ha dado la respuesta decisiva <strong>del</strong> acontecimiento de Cristo que se está desarrollando ahora en la<br />

voluntad y el destino humanos. Pablo (con un «nosotros») se refiere a este punto decisivo en 7:5–6. Luego desarrolla este enunciado<br />

en «nosotros» en los enunciados en «yo» de los vv. 7ss. Antes de la ley, el pecado está muerto (v. 8). La ley, en sí misma santa<br />

y buena, ingresa entonces en la historia humana, pero lo que se propone dar vida resulta ser muerte (v. 10). Es que el mal se opone<br />

a Dios y convierte la obra de la ley en su opuesto. Pero Dios se sirve de este mismo hecho para sacar a la luz nuestra latente enfermedad.<br />

La ley nos enfrasca en un conflicto dentro <strong>del</strong> [p 200] ἐγώ; nosotros queremos guardar la ley pero el pecado que mora en<br />

nosotros nos domina y entonces la transgredimos. Podemos descargarnos de la responsabilidad (vv. 17, 20), asintiendo gozosamente<br />

a la ley de Dios con el νοῦς, pero nos hallamos impotentes bajo el imperio de otra ley que reina en nuestros miembros.<br />

Entonces nos vemos forzados a emitir un apasionado clamor en que pedimos ser redimidos de este estado fatal, un clamor que<br />

conduce a una descripción más completa <strong>del</strong> significado <strong>del</strong> acontecimiento de Cristo en el cap. 8, porque nuestra doble determinación<br />

por la ley de Dios y la ley <strong>del</strong> pecado (7:25) de hecho ha quedado vencida por la acción victoriosa de Dios en Cristo. Es así<br />

como una ley nueva ha reemplazado tanto a la ley de Dios como a la ley <strong>del</strong> pecado, a saber, la ley <strong>del</strong> Espíritu de vida en Cristo,<br />

una ley que significa libertad, no servidumbre (8:2ss). El «yo» pneumático es la nueva realidad antropológica para los cristianos.<br />

En relación con el acontecimiento de Cristo implica que Cristo ha destruido el pecado, que ahora es él quien habita en nosotros, y

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!