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Diccionario Teológico del Nuevo Testamento - Compendio - Kittel

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115<br />

1. El uso <strong>del</strong> NT es semejante al <strong>del</strong> judaísmo tardío. δαίμων figura sólo una vez, en Mateo 8:31. δαιμόνιον se usa en los demás<br />

lugares, como también πνεῦμα, πνεῦμα ἀκάθαρτον, πνεῦμα πονηρόν, πνεῦμα ἄλαλον, πνεῦμα ἀστενείας y πνεῦμα<br />

πύθων. Marcos es el más fiel al uso judío, y Lucas le sigue. Los atenienses usan δαιμόνιον en Hechos 17:18, y Pablo lo usa cuatro<br />

veces; cf. tb. πνεῦμα en Efesios 2:2 y 1 Timoteo. Se hallan referencias a los ángeles de Satanás en Mateo 25:41, etc., y a ángeles<br />

malos en 1 Corintios 6:3; 2 Pedro 2:4; Judas 6 y Apocalipsis 9:11.<br />

2. En lo principal el NT sigue al AT. No hay referencia a los espíritus de los muertos. δαίμων, que sugiere un intermediario divino,<br />

se evita. Ángeles y demonios son básicamente antitéticos. Hay pocas referencias a los demonios, excepto en el caso de posesión<br />

demoníaca. Pablo no se refiere a peligros de demonios (2 Co. 11:23s), y si halla en su «espina» la obra de un ángel de Satanás (2<br />

Co. 12:7), Dios supera este obstáculo para bien. Debido a la fe en Dios, el temor a los demonios es echado fuera. Aún [p 142] así,<br />

Pablo considera que la brujería es meterse con los demonios (cf. la advertencia en Gá. 5:20), y que los sacrificios paganos son<br />

ofrendas a los demonios (1 Co. 10:20–21). Quizás haya una alusión a la actividad demoníaca en 1 Corintios 12:2. También el<br />

Apocalipsis se refiere al culto a los demonios en 9:20. Se espera para los tiempos <strong>del</strong> fin un auge de la actividad demoníaca (1 Ti.<br />

4:1; Ap. 16:13–14). La actividad demoníaca denotada por la plaga de langostas en Apocalipsis 9:1ss puede ser escatológica, pero<br />

también puede ser pasada o incluso presente. En Efesios 6:12 se dice que debemos armarnos contra los enemigos espirituales, y cf.<br />

la sabiduría diabólica de Santiago 3:15 y la advertencia de 1 Juan 4:1. Las potestades diabólicas están reservadas para el juicio<br />

(Mt. 25:41; cf. 1 Co. 6:3; 2 P. 2:4; Jud. 6). Los demonios están sujetos a Satanás (Ef. 2:2) en un reino que se opone al reino de<br />

Dios. Son entonces instrumentos de Satanás (cf. la respuesta de Jesús en Mr. 3:20ss). El conflicto con los demonios es, por esta<br />

razón, un conflicto mortal, pero la principal atención se centra no en los demonios en cuanto tales, sino en su jefe. Los malos pensamientos<br />

no vienen de espíritus seductores sino <strong>del</strong> corazón (Mt. 15:19). Como los seres humanos no honran a Dios, él los entrega<br />

a una mente corrompida (Ro. 1:28). El pecado y la carne actúan como fuerzas malignas pero no son externas a nosotros; expresan<br />

nuestra naturaleza pecadora.<br />

3. Por lo que respecta a la posesión demoníaca en los Sinópticos y en los Hechos, hay que señalar (1) que si bien no se dice que todas<br />

las enfermedades provengan de los demonios, todas son en cierto sentido obra de Satanás (cf. Lc. 13:11ss); (2) que en la posesión<br />

el principal problema es la distorsión de la semejanza divina o el deterioro <strong>del</strong> centro de la personalidad (Mr. 5:5) que Jesús viene a<br />

remediar (Mt. 12:28); y (3) que los demonios tienen un conocimiento acerca de Jesús (y de su propio destino, Mt. 8:29; Stg. 2:19)<br />

que ellos expresan impulsivamente pero que no es la confesión que Jesús busca.<br />

4. En Juan la gente acusa a Jesús de tener un δαιμόνιον; esto implica un total rechazo y deshonra, y Jesús replica a ello con firmeza<br />

(Jn. 8:49). Cuando Pablo, en Hechos 17:18, es llamado predicador de δαιμόνια extranjeros, esto podría comportar una alusión a la<br />

acusación contra Sócrates. El uso <strong>del</strong> AT reaparece cuando Babilonia es llamada la morada de los δαιμόνια en Apocalipsis 18:2.<br />

El NT se opone a la divinización griega de los demonios y disipa el temor a lo demoníaco, pero retiene un sentido de la actividad<br />

siniestra de los espíritus por cuanto nos atacan espiritual y físicamente en servicio a Satanás. Lo demoníaco caracteriza al antiguo<br />

eón, pero Jesús ha obtenido una victoria decisiva sobre ello y va a guardar a su pueblo hasta la consumación final <strong>del</strong> nuevo eón<br />

que él ha inaugurado ya.<br />

δαιμονίζομαι. «Estar poseído por un δαίμων», se usa originalmente en todos los sentidos de δαίμων, no se usa en la LXX, y en<br />

el NT se halla, con relativamente mayor frecuencia, en Mateo.<br />

δαιμονιώδης. «Demoníaco», que en el NT sólo se usa en Santiago 3:15 para contraponer la sabiduría diabólica a la sabiduría que<br />

viene de lo alto.<br />

δεισιδαίμων, δεισιδαιμονία. Compuesto de δείδω, «temer», y δαίμων, este término denota normalmente la piedad, ya sea como<br />

religión o (a veces) como excesivo temor a los dioses. Puesto que en el mundo griego δαίμων puede significar cualquier potencia<br />

sobrenatural, es una buena expresión neutra para la religión, y tiene este sentido en Hechos 25:19 (Festo) y (el adjetivo) en Hechos<br />

17:22 (Pablo respecto a los atenienses).<br />

[W. Foerster, II, 1–20]<br />

δάκτυλος [dedo]<br />

El único uso significativo en el NT se halla en Lucas 11:20, donde Jesús dice que él expulsa a los demonios con el dedo de Dios<br />

(para denotar la actividad directa de Dios). En el AT a. los cielos son obra de los dedos de Dios (Sal. 8:3), b. las tablas de la ley<br />

están escritas por el dedo de Dios (Éx. 31:18), y c. el dedo de Dios realiza milagros (Éx. 8:19).<br />

[H. Schlier, II, 20–21]<br />

δέησις → δέομαι

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