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Diccionario Teológico del Nuevo Testamento - Compendio - Kittel

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155<br />

[p 192] ἐκδύω. a. «Despojar» (cf. Mt. 27:28), b. «desvestirse», «quitarse algo». En el NT hallamos ἐκδύω en 2 Corintios 5:4,<br />

donde difícilmente puede significar que Pablo quiere evitar la desnudez <strong>del</strong> estado intermedio (cf. v. 5; Fil. 1:23), sino que quizá se<br />

refiera a la pérdida <strong>del</strong> cuerpo terrenal cuando no hay esperanza de un cuerpo celestial.<br />

ἀπεκδύω. En el NT ese término figura sólo en Colosenses 3:9, donde tiene el sentido fuerte de «quitarse completamente algo» sin<br />

posible regreso al estado anterior, y en Colosenses 2:15, donde no significa «despojarse de» sino «desarmarse» (opuesto de δύω,<br />

«armarse»).<br />

ἐνδύω. a. «Colocar encima», b. «ponerse», «revestirse de».<br />

1. En el NT figura en sentido literal en Mateo 6:25; Marcos 6:9; Hechos 12:21; Apocalipsis 19:14.<br />

2. En sentido figurado lo hallamos en 2 Corintios 5:3, donde Pablo desea ser revestido <strong>del</strong> cuerpo celestial. También lo hallamos con<br />

referencia a la armadura cristiana en Romanos 13:12; 1 Tesalonicenses 5:8; Efesios 6:8, 11, el revestirse de cualidades en Colosenses<br />

3:12, y el revestirse de incorruptibilidad en 1 Corintios 15:53–54. El objeto es personal en Gálatas 3:27: «Nos hemos revestido<br />

de Cristo» o, como imperativo, en Romanos 13:14: «Vístanse de Cristo» (cf. tb. Col. 3:10: «Viendo que … ustedes se han revestido<br />

<strong>del</strong> hombre nuevo»). Detrás de este uso se halla el concepto de Cristo como segundo Adán.<br />

ἐπενδύω. «Ponerse encima». El único uso en el NT está en 2 Corintios 5:2, 4, para referirse al revestimiento con el cuerpo celestial<br />

en la parusía.<br />

ἀπέκδυσις. Aparece sólo en Colosenses 2:11, donde el sentido es figurado (cf. Ro. 6:2–3; Gá. 2:19).<br />

[A. Oepke, II, 318–321]<br />

δώδεκα [doce], (ἑκατὸν τεσσεράκοντα τέσσαρες [144]), δωδέκατος [duodécimo], δωδεκάφυλον [las doce tribus]<br />

δώδεκα significa «doce», un número que era altamente estimado debido a la división <strong>del</strong> año en doce meses, y en Israel debido a<br />

la existencia de doce tribus en la unión sagrada, lo cual tiene significación teológica incluso después de la desaparición de algunas<br />

tribus y de la fusión de las otras en una sociedad política.<br />

1. El doce es un número redondo en Mateo 9:20; Hechos 19:7; 24:11, y tal vez en Mateo 14:20, si bien aquí el punto podría ser una<br />

canasta por cada uno de los doce discípulos. Es de interés que en Marcos 5 la mujer haya estado enferma por doce años (v. 25) y<br />

que la hija de Jairo tenga doce años de edad (v. 42), ya que los dos relatos se entretejen.<br />

2. En Lucas 2:42 Jesús tiene doce años cuando va a la celebración de Pascua; el propósito <strong>del</strong> viaje parece haber sido que él se<br />

familiarizara con las obligaciones de la fiesta, ya que la obligación de observarla sólo existía a partir de los trece años.<br />

3. El uso <strong>del</strong> AT se adopta en Hechos 7:8; Mateo 19:28 (cf. Stg. 1:1).<br />

4. El uso <strong>del</strong> doce en el Apocalipsis está conectado con el concepto veterotestamentario de las doce tribus que componían el pueblo<br />

de Dios. Así, las doce estrellas de 12:1 definen a la mujer como símbolo de la hija de Sión. El doce desempeña también un papel<br />

importante en las medidas de la nueva Jerusalén en el cap. 21. Una vez más, en 7:4ss, hay doce mil sellados de cada una de las<br />

doce tribus; la cifra «doce» enfatiza la continuidad de la voluntad salvífica de Dios que subyace, los «miles» enfatizan la dimensión<br />

de la comunidad, y el número como un todo destaca el elemento <strong>del</strong> orden y la perfección, a medida que Dios lleva a<strong>del</strong>ante<br />

su divino camino de salvación y lo consuma. No se trata sólo de creyentes judíos, ya que el autor altera la lista habitual y deja por<br />

fuera a Dan. El interés se centra en la teleología de la historia de salvación, cuando Dios, en fi<strong>del</strong>idad a sí mismo y a su [p 193]<br />

pueblo, cumple su propósito en la comunidad como Israel espiritual. Los números 12.000 y 144.000 se dan en sentido cósmico<br />

entre los mandeos y los maniqueos, pero si hay una relación lo más probable es que ellos hayan tomado sus números <strong>del</strong> Apocalipsis,<br />

y no al revés.<br />

5. El uso clásico de δώδεκα es en relación con el grupo más íntimo de los seguidores de Jesús: los doce discípulos en Mateo 10:1,<br />

etc., los doce apóstoles en Mateo 10:2; Lucas 22:14, y los Doce en Mateo 26:14, etc. Se trata de las mismas personas, pero, si bien<br />

todos los apóstoles eran discípulos, no todos los discípulos son apóstoles, sino que lo son sólo aquellos a quienes Jesús designa<br />

expresamente como tales. Jesús mismo escoge libremente a estos doce (Mr. 3:13–14; Lc. 6:12–13; cf. Jn. 6:70). Poner en duda la<br />

historicidad de esta selección es hacer inexplicable la existencia de los Doce, especialmente porque la inclusión de Judas no encaja<br />

bien con la teoría de su surgimiento posterior a la resurrección, ni con la referencia que Pablo hace a ellos como primeros testigos<br />

de la resurrección (1 Co. 15:5), ni con la referencia a los once en Mateo 28:16; Marcos 16:14; Lucas 24:9. La elección <strong>del</strong> número<br />

concuerda con el plan divino de salvación, y con la preparación de la comunidad como meta de ese plan. Se remonta a la antigua<br />

institución de Israel, y se proyecta hacia la forma final de la comunidad mesiánica. En los Doce Jesús reclama como suyo a todo

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