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Diccionario Teológico del Nuevo Testamento - Compendio - Kittel

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c. Frecuentemente figuran los escribas en los relatos, y si bien muchos escribas son fariseos, los dos grupos no son idénticos (cf. Lc.<br />

11:37ss, 45ss; Mr. 7:5; Lc. 5:21). En las preguntas exegéticas los escribas probablemente desempeñan un papel principal y sólo<br />

por casualidad algunos de ellos son fariseos (cf. Mr. 12:35; Mt. 22:41).<br />

d. Marcos se refiere a los herodianos en 3:6; 12:13. Tal vez se trate de adherentes políticos de Herodes Antipas, aunque se sabe poco<br />

de ellos o de su relación con los fariseos. Mateo y Lucas omiten las referencias en vista de su falta de interés por ese grupo, o porque<br />

este ya ha perdido vigencia.<br />

3. Oposición a la visión farisaica.<br />

a. La oposición de Jesús a los fariseos va dirigida contra su piedad legal y la práctica resultante de la ley. Jesús acepta la ley (Mt.<br />

5:17) e incluso le da una interpretación más aguda (5:21ss). Su criterio es el amor a Dios y al prójimo, no la ley misma ni la tradición<br />

oral. Al proclamar la voluntad de Dios, Jesús [p 1235] implícitamente se coloca por encima de la ley y se opone a la tradición<br />

oral <strong>del</strong> fariseísmo (Mr. 7:8–9, 13). Enfatizar reglas detalladas significa abolir las exigencias esenciales. Por eso la práctica legal<br />

de los fariseos equivale a la hipocresía (Mt. 6:1ss).<br />

b. Aquellas reglas en virtud de las cuales el fariseísmo asegura ser el verdadero Israel provocan particular oposición por parte de<br />

Jesús, p. ej. el sabatismo estricto (Mr. 2:23ss), el diezmo (Lc. 18:12), el ayuno (Mr. 2:18ss) y las ceremonias de purificación (Mr.<br />

7:1ss). Lo que Jesús busca es una pureza interior, no exterior (Mr. 7:15).<br />

c. La separación de los fariseos respecto al pueblo es también una causa de conflicto en vista de que Jesús se mezcla con publicanos<br />

y pecadores. Puesto que él mismo se sienta a la mesa con los fariseos (Lc. 7:36), se acarrea fuertes críticas en este punto (Mr.<br />

2:15ss), pero a cambio contrapone su misión salvadora al legalismo farisaico. En efecto, en la parábola de Lucas 18:9ss él deja de<br />

lado el interés –subjetivamente honesto– de los fariseos por cumplir la ley, en favor de aquellos que nada esperan de sus propias<br />

acciones sino que todo lo esperan de la misericordia divina.<br />

d. Mateo 5:18–19 mantiene, desde luego, la validez infalible de la ley. Las directrices de Mateo 23:2–3 no cuestionan por sí mismas<br />

la autoridad farisaica. El ataque en Mateo 23:3, 23 va contra la práctica farisaica más que contra el ideal farisaico. Así queda abierta<br />

la puerta para que los cristianos judíos alcancen una verdadera legitimidad farisaica, rechazando a la vez el judaísmo farisaico e<br />

incluso adoptando elementos de la crítica sadoquita.<br />

II. El Evangelio de Juan. También en Juan los fariseos se oponen al Bautista (1:19), chocan con Jesús en cuanto a la observancia <strong>del</strong><br />

sábado (5:1ss) y toman la resolución de dar muerte a Jesús (7:32). Pero en Juan son más prominentes «los judíos» como conjunto<br />

(e. d. los dirigentes intelectuales y religiosos); los fariseos se hallan ahora en contacto más íntimo con los principales sacerdotes<br />

(7:32; 11:47), y se da poca cuenta de la distinción entre escribas y fariseos (cf. Jn. 9). La separación de los fariseos respecto al<br />

pueblo sigue desempeñando un papel (7:49), pero no hay un juicio colectivo contra los fariseos y en el caso de Nicodemo, Juan<br />

3:1–2 describe a un fariseo que simpatiza con Jesús (cf. 12:42).<br />

III. Hechos y Pablo.<br />

1. En los Hechos los fariseos no ocupan un papel especial en oposición a Jesús (2:23) ni a la iglesia naciente (4:1: los saduceos y<br />

sacerdotes). De hecho, Gamaliel defiende una actitud tolerante respecto a la iglesia (5:34ss), y por razones de partido los fariseos<br />

que están en el consejo defienden la inocencia de Pablo (23:6ss).<br />

2. Pablo mismo ha sido criado como fariseo (Hch. 26:4–5) y estudia bajo Gamaliel (22:3). Alude a su celo por tratar de cumplir el<br />

ideal farisaico (Gá. 1:13–14; Fil. 3:5–6). Sin embargo, para él su pasado farisaico carece de importancia (Fil. 3:7). En ninguna<br />

parte se opone al fariseísmo en cuanto a tal. El conflicto teológico entre Cristo y el legalismo subsume el conflicto histórico.<br />

C. Los escritos cristianos primitivos. La tajante brecha entre el judaísmo y el cristianismo significa que los fariseos tienden a<br />

desaparecer <strong>del</strong> panorama. Los escritos apostólicos no los mencionan. Otras obras siguen la tradición <strong>del</strong> NT. Justino usa la frase<br />

fija «fariseos y escribas» (Diálogo 51:2; 76:7). Los textos gnósticos cristianos también reflejan hostilidad hacia los fariseos. Ireneo,<br />

Contra las herejías 4.12.1, asegura que Jesús ataca sólo la ley farisaica, no a la ley como tal. Sin embargo, el cristianismo<br />

judío (Reconocimientos pseudo-clementinos 1.54.7) acepta la autoridad de los escribas y fariseos pero no su práctica (cf. Mt. 23:2–<br />

3, 13). Los ayes se aplican a los fariseos hipócritas, no a los fariseos como tales (Homilías pseudo-clementinas, 11.29.1–2). Los<br />

cristianos judíos son, en última instancia, los verdaderos fariseos.<br />

[H. F. Weiss, IX, 35–48]<br />

καθαρός, κρύπτω, νόμος, προφήτης, Σαμάρεια, Σαδδουκαῖος

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