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Diccionario Teológico del Nuevo Testamento - Compendio - Kittel

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C. ἀκολουθεῖν en el NT. Debido al legado <strong>del</strong> AT y el nuevo viraje efectuado por la presencia de Cristo, el NT no tiene ninguna<br />

referencia a «ir en pos» de Dios. El término se reserva para ser un discípulo de Cristo (excepto cuando el sentido es muy general) y<br />

se confina a los cuatro Evangelios (aparte de Ap. 14:4). Todavía está implícito un seguimiento externo (cf. Mt. 8:19; Mr. 10:28),<br />

pero con un compromiso total y una relación exclusiva con uno a quien se reconoce no simplemente como un maestro sino como<br />

el Mesías. Este discipulado aporta la participación en la salvación (Mr. 10:17; Lc. 9:61–62; Jn. 8:12; Ap. 14:4), pero también en el<br />

sufrimiento (Mt. 8:19–20; Mr. 8:34; Jn. 12:25–26). La fuerza <strong>del</strong> uso figurado puede haber estado en la presencia de dichos como<br />

Mateo 10:38, la posibilidad <strong>del</strong> discipulado sin ir literalmente detrás de Jesús, y el énfasis activo que descarta el uso de un sustantivo<br />

para expresar el concepto. Dado que a quien se sigue es al Jesús histórico, es natural que se encuentren otros términos en otros<br />

escritos <strong>del</strong> NT para describir la relación con el Señor exaltado y con su Espíritu. Apocalipsis 14:4 simplemente aplica Mateo<br />

10:38 a un grupo específico.<br />

35<br />

ἐξακολουθέω. En el NT este término tiene sólo un sentido figurado, y aparece sólo en 2 Pedro: seguir las «fábulas» en 1:16, la<br />

«disolución» en 2:2, «el camino de Balaam» en 2:15.<br />

ἐπακολουθέω. Este término tiene también un sentido figurativo: a. «seguir, venir después», p. ej. las señales en Marcos 16:20, el<br />

pecado en 1 Timoteo 5:24, seguir «los pasos de Cristo» en 1 Pedro 2:21; b. «proseguir un asunto» en 1 Timoteo 5:10.<br />

παρακολουθέω. a. «Ir junto con», «acompañar», p. ej. las señales (Mr. 16:17); b. «investigar» (Lc. 1:3); c. «no dejar pasar», «seguir<br />

lo que se ha tomado» (1 Ti. 4:6).<br />

συνακολουθέω. «Ir junto con» Jesús, aunque sólo externamente en Marcos 5:37; 14:51, y tal vez en Lucas 23:49. Extrañamente,<br />

el término no asume el sentido tan rico de la forma sencilla ἀκολοθέω, como se habría podido esperar en vista de sus sentidos<br />

figurados «comprender» y «obedecer» en el griego secular (Platón, Leyes 1.629).<br />

[G. <strong>Kittel</strong>, I, 210–216]<br />

ἀκούω [oír, escuchar], ἀκοή [oído], εἰσακούω [obedecer], ἐπακούω [escuchar], παρακούω [no prestar atención, rehusar<br />

oír], παρακοή [desobediencia], ὑπακούω [escuchar, obedecer], ὑπακοή [obediencia], ὑπήκοος [obediente]<br />

ἀκούω (→ βλέπω, ὁράω)<br />

A. El oír <strong>del</strong> hombre. El uso de este grupo en el NT refleja la significación de la palabra de Dios; el oír corresponde a la revelación<br />

como la forma de apropiársela.<br />

1. La revelación oída fuera <strong>del</strong> NT.<br />

a. En los misterios griegos y en el gnosticismo se pone más énfasis en cómo se aprehende a Dios mediante la visión. El oír puede<br />

desviar, el ver no (Filón, De la huída 208). Aunque alguna revelación sea por el oído, el verdadero misterio se conoce por la vista.<br />

En la liturgia de Mitra, aparece el dios. Los monumentos que retratan actos religiosos muestran que con frecuencia el clímax llega<br />

con la visión.<br />

[p 42] b. El AT y el judaísmo tienen un énfasis diferente. Aunque se dice que Dios se ve, este uso no es estricto. La verdadera visión<br />

es peligrosa (Gn. 19:26; Éx. 3:6) e insólita (Éx. 33:11, 20). El ver a Dios es escatológico (Is. 60:1ss). Aun cuando Moisés está con<br />

Dios cara a cara, lo que hacen es hablar (Éx. 33:11). El ver a Dios es un contexto para que él pronuncie su palabra (Is. 6:1ss). El<br />

llamado decisivo es a oír (Is. 1:2, 10; Am. 7:16). El oír implica el actuar en obediencia, como una auténtica búsqueda (Jer. 29:13;<br />

Miq. 6:8).<br />

c. En la apocalíptica son importantes los símbolos, pero habitualmente en relación con las palabras (Dn. 7:17ss; 8:16ss). Para los<br />

rabinos el oír se da mediante la lectura en voz alta de los libros santos. El rezo <strong>del</strong> shema destaca la importancia <strong>del</strong> oír porque los<br />

pasajes que se usan (Dt. 6:4ss; 11:13ss; Nm. 15:37ss) muestran que a Dios lo conocemos estudiando su ley y guardándola. La voz<br />

<strong>del</strong> cielo, más que la visión, se convierte en el modo de aprehensión física directa de Dios.<br />

2. La revelación oída en el NT.<br />

a. La revelación <strong>del</strong> NT también es una palabra o mensaje. Es por el oír que recibimos lo que Jesús hizo y dijo (cf. Mr. 4:24; Mt.<br />

11:4; Lc. 2:20; Hch. 2:33; 1 Jn. 1:1). No interesa en absoluto cuál era el aspecto físico de Jesús. El ver se dirige a sus actos. Parábolas<br />

como la <strong>del</strong> sembrador son parábolas <strong>del</strong> oír. Las cosas que se ven cobran significado en lo que se oye (cf. Mr. 9:7; 2 Co.<br />

12:3; Hch. 18:9). ἀκούειν en forma absoluta puede expresar el verdadero oír de apropiación (Mr. 4:9). El contenido <strong>del</strong> oír corresponde<br />

al de lo que se oye. Es la recepción de la gracia y el llamado al arrepentimiento en respuesta a la salvación y su exigencia<br />

ética. Por eso la fe y la obediencia son los distintivos <strong>del</strong> verdadero oír (cf. Ro. 1:5; 16:26): la «obediencia de la fe».

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