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Diccionario Teológico del Nuevo Testamento - Compendio - Kittel

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nos 10:10; 13:4, donde lo que se indica es el resultado, no el propósito; cf. Colosenses 1:11, donde la capacidad de soportar y la<br />

paciencia son resultado <strong>del</strong> fortalecimiento. Pero el límite es sutil, y a veces es imposible una diferenciación precisa; cf. Romanos<br />

1:31; 1 Corintios 12:13 («un solo cuerpo» puede ser el propósito o bien el resultado). «Para la fe» en Romanos 1:17 parece ser<br />

final, pero «para gloria» en 2 Corintios 3:18 es consecutivo; ninguno de esos dos pasajes sigue analogías <strong>del</strong> AT como Jeremías<br />

3:9; Salmo 84:7.<br />

b. Con un acusativo nominal, o con acusativo e infinitivo, εἰς es principalmente final aunque a veces es consecutivo. Romanos 13:3;<br />

Mateo 20:19, etc. son finales, como lo son también Romanos 1:11; Hebreos 2:17; Santiago 1:18, pero Hebreos 11:3 es consecutivo<br />

(cf. Ro. 6:12; 2 Ts. 2:10), y ambos usos se pueden hallar en Romanos 4:11–12 (consecutivo), 16 (final) y 18 (consecutivo). Por lo<br />

que se refiere a la culpa, surge la pregunta teológica de si se trata de un resultado inmanente o de un designio divino. «Para hacerlos<br />

creer» en 2 Tesalonicenses 2:11 podría ser consecutivo, pero probablemente es final en vista de la cláusula final que sigue, pero<br />

Romanos 1:20 no puede ser final, ya que el punto consiste en mostrar la base de la queja, y por eso debemos traducir: «de manera<br />

que no tienen excusa».<br />

E. El εἰς de la relación personal.<br />

1. εἰς denota la relación como tal en sentido neutro, «con referencia a», «para con» (cf. 1 Co. 4:6; Ef. 5:32). Probablemente sea este<br />

el significado en Lucas 12:21 (rico para con Dios) y Romanos 5:18 (con efecto sobre todos).<br />

2. εἰς puede denotar una relación hostil, ya sea a. la enemistad con Dios, el Hijo <strong>del</strong> Hombre, o el Espíritu, o los mensajeros de Dios<br />

en forma de pecado (cf. Lc. 15:18; Ro. 8:7; 1 Co. 8:12; Mr. 3:29 [blasfemia]), o b. la enemistad contra los demás como persecución<br />

(Jn. 15:21) o el pecado (Mt. 18:15; 1 Co. 8:12). El NT no esa εἰς para referirse a la reacción de Dios ante el pecado o ante los<br />

pecadores; Dios no es nuestro enemigo.<br />

3. εἰς denota una relación amistosa a. entre creyentes (Ro. 12:10; 16:16; 1 Co. 16:3), b. entre Dios y nosotros (Ro. 5:8) o entre Dios<br />

y los creyentes (2 Co. 1:11; 1 P. 1:10), y c. entre nosotros y Dios; fuimos creados para Dios (1 Co. 8:6), y debemos arrepentirnos<br />

ante él (Hch. 20:21) y creer en (εἰς) Dios o en Cristo, en quien o en cuyo nombre somos bautizados. (Hay que señalar que el creer<br />

en Cristo es raro en los Evangelios Sinópticos, los Hechos y Pablo, mientras que es común en el Evangelio de Juan, donde se halla<br />

más de 30 veces entre 2:11 y 17:20.)<br />

F. Puntos específicos y cuestiones de hebraísmos.<br />

1. εἰς puede figurar donde uno esperaría ἐν, p. ej. cuando el estar en un sitio es resultado de haberse trasladado hacia él, p. ej. Mateo<br />

2:23; Marcos 1:39; Marcos 1:9 (aquí se sugiere la inmersión en el Jordán); 2 Corintios 1:21. Esta intercambiabilidad de εἰς y ἐν no<br />

es un hebraísmo, sino que es de origen homérico. La mayoría de los casos se hallan en Lucas y Hechos (Hch. 7:12, etc.).<br />

2. εἰς puede denotar el predicado con verbos de devenir (Mt. 21:42), de ser (Mr. 10:8), de sostener (Mt. 21:46), etc., o el resultado de<br />

verbos como recoger (Jn. 11:52), perfeccionar (Jn. 17:23), contar (Ro. 4:3). Tampoco este uso es simplemente un hebraísmo.<br />

3. εἰς puede reemplazar al genitivo o al dativo (1 P. 1:11; 1:4; Ef. 3:16); este es un uso común en la koiné y en griego moderno.<br />

[A. Oepke, II, 420–434]<br />

[p 214] εἷς [uno, único]<br />

1. La comprensión de la unicidad en el NT. En el NT sólo rara vez se usa εἷς como dígito. Habitualmente significa «único», «una<br />

vez por todas», «singular», «unánime», «uno de muchos», o «sólo uno». Teológicamente el rasgo más importante es que Dios es<br />

uno solo (como en Dt. 6:4). No hay nadie que se compare con él (Mr. 12:29). El origen y meta <strong>del</strong> mundo son uno solo en él. La<br />

historia y la historia de salvación son una unidad en el único Cristo. Esto descarta el dualismo. Sólo podemos servir a un Señor<br />

(Mt. 6:24). Hay una unión inviolable con él (1 Co. 6:17), la base de la unión <strong>del</strong> matrimonio (Ef. 5:31). Por eso todo depende de<br />

una sola cosa (Mr. 10:21). El observar la ley es cosa que pende de un solo mandamiento (Stg. 2:10). Debemos ser fuertes durante<br />

una hora. El desastre sobreviene en una sola hora. El NT muestra un sentido muy fuerte de la significación de lo particular. Pero<br />

esto no implica individualismo. Dios actúa mediante la unidad de la familia o <strong>del</strong> pueblo. La acción de Dios nos pone en una triple<br />

relación con él, con los demás y con el mundo. Estamos vinculados a la multitud. Nos salvamos con miras a ellos (Gá. 1:15ss).<br />

Tenemos que sacrificar aquello que es más individual. El deseo de nuestro corazón llega a su expresión en la intercesión (Ro. 9:3).<br />

A la vez, el destino de los demás depende de algunos individuos (Ro. 11:1). El pensamiento <strong>del</strong> NT es orgánico. Por eso resulta<br />

indiferente la alternativa de los hechos contingentes o las verdades racionales. Todas las cosas están determinadas por la herencia<br />

<strong>del</strong> pasado y el amanecer <strong>del</strong> futuro, así como por el carácter decisivo <strong>del</strong> presente (Gá. 6:7ss). Las edades, personajes y acontecimientos<br />

<strong>del</strong> pasado deciden lo que ha de venir. Este pensamiento es elaborado en dos grandes complejos: el de Adán y el destino<br />

común de la humanidad, y el de Cristo y la unidad de la iglesia.

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