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Diccionario Teológico del Nuevo Testamento - Compendio - Kittel

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dos. Es una conjunción de juicio y gracia que Dios demuestra al mostrar rectitud, impartiéndola como perdón, y atrayéndonos<br />

hacia su reino, como lo manifestará a plenitud el juicio final.<br />

a. La humanidad en su conjunto. Esta rectitud o justicia de Dios no es simplemente una experiencia individual; es un acontecimiento<br />

universal en Cristo en favor de la humanidad entera.<br />

b. La acción divina. No es solamente un atributo, sino que muestra a Dios en acción con una eficacia no menor que la de su ira (cf.<br />

1:17; 3:5, 17, 25–26).<br />

c. El centro en la cruz. Es en la cruz donde tiene lugar la acción salvífica. Pero la resurrección está íntimamente asociada a la<br />

crucifixión, de modo que la justificación no es simplemente una declaración, sino que tiene un núcleo histórico. Es por esto que<br />

Cristo puede ser llamado nuestra δικαιοσύνη (1 Co. 1:30; cf. Ro. 10:4).<br />

d. Dios es justicia y a la vez la demuestra. Dios es justo o recto (Ro. 3:25), pero su rectitud es una expresión de la gracia que también<br />

manifiesta su justicia en la forma concreta de un acto de expiación (Gá. 3:13; 2 Co. 5:21; Ro. 8:3). De modo que la justicia y la<br />

gracia se unen activamente para todos los tiempos y en el nivel más profundo. Esto significa que queda excluida la laxitud antinómica,<br />

porque el perdón es un acto de juicio que expresa el rotundo «no» de Dios al pecado. La rectitud de Dios es judicial y<br />

bondadosa a la vez, en el único acto de salvación en Cristo.<br />

e. La justificación forense. La rectitud de Dios significa justificación. La rectitud se adscribe a los creyentes en forma forense. Esto<br />

lo logra el juicio de Dios por la remisión. La justificación no es un simple «como si», ya que la sentencia de Dios es soberana.<br />

Tampoco es el logro de la rectitud moral. Los justificados están «como es debido» ante Dios. El elemento forense, desde luego, es<br />

solamente una figura, ya que no nos hallamos en la esfera de la justicia humana, sino que tratamos con el Juez divino que es también<br />

el Rey ilimitado. Por eso tenemos que trasponer el aspecto legal a la clave divina. Un acto de gracia reemplaza el procedimiento<br />

legal ordinario. Pero esta gracia, como lo muestra el concepto legal, no es caprichosa. Se conforma al verdadero derecho.<br />

La imagen de Dios como Juez es sostenible en la medida en que la ley humana expresa hasta cierto punto las normas divinas imperecederas.<br />

Pero debe ser comprendida en función <strong>del</strong> acto divino que, estrictamente hablando, no encuentra paralelo humano.<br />

f. La relación con el término ἄφεσις, la δωρεά ahora impartida y el estado de justificación. Pablo usa a veces palabras como<br />

ἀφιέναι o καταλλάσσειν (Ro. 4:7; 5:9–10), pero usa δικαιοσύνη para mostrar que el perdón tiene su base en el nuevo régimen<br />

de lo que es recto para Dios. La δικαιοσύνη también es dada e impartida ahora (Ro. 3:24–25; 5:1; 8:30; 9:10; 1 Co. 6:11), de<br />

modo que es la acción de Dios como liberación radical. Es δωρεά tanto impartida como recibida (Ro. 5:17). Este impartir gobierna<br />

toda la vida de fe; por eso uno puede decir que la justificación es un estado (Fil. 3:9). Al mismo tiempo, la rectitud de Dios es<br />

siempre aquello que él despliega así como lo que él imparte. La multiplicidad en el uso de esta expresión se justifica porque la<br />

rectitud es siempre, final y exclusivamente, de Dios.<br />

g. δικαιοσύνη y πίστις. A esta rectitud somos introducidos por la fe. Este es el lado individual, aunque no es individualista, ya que<br />

los individuos se hacen miembros <strong>del</strong> cuerpo, y todo depende <strong>del</strong> acto [p 175] divino objetivo. Así que los creyentes son justificados<br />

cuando son lavados y reciben el Espíritu (1 Co. 6:11), pero no mágicamente (1 Co. 1:17), porque la δικαιοσύνη precede al<br />

sacramento (Ro. 4:11). La δικαιοσύνη perdonadora de Dios emite un llamado autoritativo que no hace que el acto divino dependa<br />

de la respuesta humana, pero que significa que la objetividad divina de la salvación es la de una relación salvífica, de manera que<br />

para definirla se usa adverbialmente «por fe» (Ro. 3:21; cf. 3:26–27). Esta fe, por supuesto, no ha de ponerse ella misma en aislamiento<br />

como una fuerza psicológica o una virtud o una obra meritoria. Está relacionada con su objeto y es un don de la gracia<br />

divina, de modo que λογίζεσθαι («tomar en cuenta») implica exactamente lo contrario <strong>del</strong> mérito.<br />

h. δικαιοσύνη como objeto de esperanza. La salvación presente implica también una salvación futura. La justificación ya está aquí,<br />

declarada en la historia y captada en la fe como una realidad presente. Pero su promesa trasciende el tiempo, de modo que aquí y<br />

ahora tiene un carácter interino. La fe, entonces, implica una esperanza que mira con confianza hacia a<strong>del</strong>ante, a la sentencia final,<br />

pero también impele a una acción resuelta. δικαιοσύνη es objeto de esperanza en Gálatas 5:5, y el verbo δικαιόω se halla a menudo<br />

en tiempo futuro (cf. Gá. 2:16; Ro. 3:20; 5:19), o comporta una referencia al juicio final (Ro. 5:19; cf. tb. 10:4ss). Para Pablo,<br />

un juicio final basado en las obras no contradice la justificación por la fe. El juicio tiene para él una hondura radical como trasfondo<br />

esencial de la justificación. Por eso puede preservar una tensión entre la firme confianza y la falsa seguridad. La justificación<br />

nos coloca frente a la plena seriedad de Dios tal como ella se expresa en la cruz. Las normas absolutas atestiguadas por el juicio<br />

final le dan a la cruz su validez y asimismo nos impelen a la obediencia, ofreciendo así plena protección contra cualquier perversión<br />

antinómica.<br />

i. Justificación y misticismo. La justificación y el πνεῦμα van íntimamente ligados en 1 Corintios 6:11; Romanos 10:8–9; Gálatas<br />

5:5; cf. tb. Gálatas 3:2, 5 y Romanos 3:28. La fe justificante también está íntimamente ligada con la unión con Cristo (Gá. 2:16ss;<br />

cf. 2 Co. 5:21), donde, en virtud de la obra vicaria de Cristo, nosotros somos justicia de Dios «en él». La justificación, sin embar-

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