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Diccionario Teológico del Nuevo Testamento - Compendio - Kittel

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1. πατήρ y otros términos para בא ָ en el AT. En el AT casi siempre se usa πατήρ para בא. ָ Otras traducciones de בא ָ no dan un<br />

resultado significativo, puesto que o se trata de frases adjetivas, o de intentos de mayor precisión, o de ablandamientos.<br />

2. בא ָ como palabra primaria. בא ָ es una palabra primaria que no está conectada con otras raíces, que tiene sólo un significado, y sin<br />

verdaderos sinónimos. Todas las relaciones que se han sugerido con otros términos son cuestionables (cf. el intento de leer «terror»<br />

en Gn. 31:42 como «pariente» o «antepasado»).<br />

3. בא ָ como elemento básico en el concepto de la familia. El orden socio-legal de la vida familiar determina el uso hebreo de<br />

«padre». La familia es «la casa <strong>del</strong> padre». Puesto que aquí «casa» puede ser un edificio, el entorno es una cultura urbana. Se tiene<br />

en mente la supremacía legal <strong>del</strong> padre, pero los matrimonios de los hijos varones crean un clan y diluyen esa autoridad a medida<br />

que la casa se convierte en una comunidad más amplia. En este sentido el padre puede ser el «antepasado», como en la expresión<br />

«Dios de los padres» (Éx. 3:13). El amor, el orgullo y la lealtad pueden prolongar el sentido de pertenecer a los antepasados (cf. el<br />

papel de Abraham y David, y el uso de «padres» en Lc. 1:73; Ro. 4:12).<br />

4. Rasgos básicos <strong>del</strong> patriarcado. Las leyes de familia de Israel dan primacía al padre, especialmente en asuntos de propiedad y<br />

herencia. Al principio se pueden ver también rasgos matriarcales, pero el culto refuerza el patriarcado al esperar ciertas funciones<br />

sacras por parte <strong>del</strong> varón que es jefe <strong>del</strong> clan, y al limitar la función religiosa de las mujeres; cf. Jueces 17:10, donde al hombre<br />

joven se le llama «padre» porque actúa como sacerdote, y el uso posterior <strong>del</strong> término «padre» para el profeta (2 R. 2:12) o para un<br />

oficial. Con el uso de ese término también se concede dignidad y autoridad al sacerdote, al profeta y al oficial. La primacía <strong>del</strong><br />

padre significa que los niños pertenecen a su clan, y que los hijos son herederos a menos que su madre sea una «mujer extraña»<br />

(Jue. 11:2). Los padres pueden vender a sus hijas como siervas (Éx. 21:7) y pueden acusar a sus hijos (Gn. 38:24; Dt. 21:18ss) en<br />

su respeto por la ley superior. Los padres desempeñan un papel importante en los tribunales tribales, y son tan respetados que no se<br />

les debe maldecir ni golpear (Éx. 21:15, 17). De manera que no hay casos de parricidio en el AT. El mandamiento (Éx. 20:12)<br />

destaca el impulso que está detrás de la ley, asociando a la madre con el padre e inculcando una norma de conducta positiva. No se<br />

discute si los padres merecen o no ese respeto. El término «padre» puede establecer un ideal cuando se aplica a sacerdotes, profetas<br />

y oficiales, pero los padres físicos deben ser honrados en cuanto tales, puesto que lo son por ordenanza divina. El padre tiene<br />

algo de divino, ya que Dios tiene algo de paterno.<br />

5. El padre de los dioses. El AT hace escaso uso de «padre» para referirse a Dios. Las tres razones principales de esto son que el AT<br />

expresa la confianza en términos más intelectuales, que el importante concepto de alianza no encaja muy bien con el de padre, y<br />

que el motivo <strong>del</strong> padre está relacionado más de cerca con los mitos. Israel sí llama Padre a Dios, como se puede ver en los nombres<br />

teóforos. Pero la noción más amplia de un Padre de los dioses no aparece en el AT. Cuando más, se podría [p 787] citar Deuteronomio<br />

32:8–9, aunque Deuteronomio 4:19 deja claro que todas las cosas están bajo el gobierno supremo de Dios. Salmo 82:6–<br />

7 se refiere a los «hijos <strong>del</strong> Altísimo», y Salmo 29:1 y 89:6 hablan de «seres celestiales» sin llegar a llamarlos hijos de Dios. Sólo<br />

poéticamente a los dioses se les puede llamar «hijos de Dios». Teológicamente, el concepto de Dios no deja cabida para esta concepción<br />

mítica.<br />

6. Padre y otros términos de relación en la religión <strong>del</strong> AT. La idea de Dios como Padre encaja más fácilmente con el culto familiar<br />

que con el tribal, pero el sentido comunitario <strong>del</strong> clan o de la tribu provee cierta base para el uso más amplio <strong>del</strong> concepto. Es un<br />

concepto religioso antiguo que debe haber estado presente en algún otro lugar antes de ser adoptado por Israel. Detrás de esa idea<br />

se halla el sentido de la generación a partir de un solo jefe, y un inicio último en Dios (aunque sin la menor insinuación de culto a<br />

los antepasados). La relación con Dios se interpreta entonces en las líneas de la relación con el padre, con cierta disminución <strong>del</strong><br />

sentido de distancia entre Creador y criatura, pero no tanto como cuando se concibe a la deidad como madre, hermano o tío, puesto<br />

que a esas figuras corresponde menos autoridad. Hay que señalar, también, que la relación de sangre sugerida por el término «padre»<br />

no se concibe literalmente, sino metafóricamente (a causa de su contenido emocional), de modo que la tradición adopta el<br />

concepto aún cuando en tiempos de apostasía es malinterpretado (cf. Jer. 2:26–27). Las referencias al engendramiento divino (Ez.<br />

23:4; Gn. 6:4) hay que verlas en el contexto <strong>del</strong> Salmo 90, que no llama a Dios padre de la naturaleza pero lo presenta claramente<br />

como su Señor soberano (v. 2) y llama a los creyentes siervos suyos en lugar de hijos. Deuteronomio 32 indudablemente llama a<br />

Dios Padre de su pueblo (vv. 6, 18–19), pero lo hace con el fin de lograr que la realidad de la comunión con Dios sea lo más viva<br />

posible, y de destacar sus implicaciones éticas.<br />

7. Padre como elemento teóforo en los nombres propios de Israel. La vitalidad de los motivos que es propia de las religiones tribales<br />

se puede ver en un nombre como Joab («Yavé es Padre») o Abías («Padre es Yavé»). Con un «mi» o sin él, se trata de una confesión<br />

personal, pero también conlleva un sentido colectivo. Dios, como Cabeza de la comunión sanguínea, es Padre de cada miembro<br />

de esa comunión. No se puede concluir, sin embargo, que el parentesco constituya una base para el desarrollo <strong>del</strong> concepto de<br />

Dios como Padre.

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