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Diccionario Teológico del Nuevo Testamento - Compendio - Kittel

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154<br />

palabra de Dios (Jn. 8:43). Nadie puede acercarse a Dios a menos que el Padre lo atraiga (6:44). Sólo Dios tiene el poder para<br />

salvar, y él despliega su poder en Jesús (Ro. 1:16; 1 Co. 1:18). Este poder no es el de una iniciación mística ni el de una simple<br />

dirección hacia la salvación; es el poder de la palabra de la cruz. Otorga la salvación al liberarnos <strong>del</strong> poder de las tinieblas y colocarnos<br />

en el reino <strong>del</strong> Hijo amado de Dios. Se fundamenta en el acto salvífico <strong>del</strong> acontecimiento de Cristo, e. d. en la obra poderosa<br />

de Dios en la historia. Sólo en 2 Pedro 1:3–4 tenemos una insinuación de una concepción sustancial más que dinámica cuando<br />

se dice que el poder de Dios nos concede las cosas pertenecientes a la vida y la piedad, con miras a que escapemos de la corrupción<br />

y lleguemos a ser partícipes de la naturaleza divina.<br />

3. El poder <strong>del</strong> discípulo. Como δύναμις de Dios, la predicación continúa la obra salvífica de Cristo, y los apóstoles, representando<br />

a Cristo, son dotados de su poder. Jesús equipa a los discípulos con poder cuando los envía en Lucas 9:1. Este poder supera al<br />

poder demoníaco (Lc. 10:19). Los discípulos lo tienen sólo en fe (Mr. 9:14ss). Es el poder de la propia presencia de Cristo por el<br />

Espíritu (cf. Lc. 24:28ss; Hch. 1:8). Una dotación especial de poder tiene lugar en Pentecostés, que conduce a curaciones así como<br />

a predicar con poder (Hch. 4:7ss, 33; 6:8, 10). El ministerio de Pablo es eficaz por el poder de las señales y prodigios, por el poder<br />

<strong>del</strong> Espíritu Santo (Ro. 15:19). Las δυνάμεις son un distintivo <strong>del</strong> apostolado (Gá. 3:5; 1 Ts. 1:5). Pero el poder es el <strong>del</strong> Espíritu,<br />

como modalidad tanto de la presencia de Cristo como de la existencia <strong>del</strong> creyente. Los apóstoles mismos son testigos de la cruz;<br />

predican en debilidad externa pero con la demostración <strong>del</strong> Espíritu y <strong>del</strong> poder, de modo que [p 191] la fe de sus oyentes se basa<br />

en el poder de Dios (1 Co. 2:1ss). La δύναμις tiene que ver con el contenido <strong>del</strong> mensaje, no con su forma. La meta de la predicación<br />

es la manifestación de la presencia de Cristo por el Espíritu, y por ende la manifestación <strong>del</strong> poder salvador de Dios en Cristo.<br />

Es por el mismo poder que Pablo es constituido ministro (Ef. 3:7). En los intereses de la comunidad el poder de Cristo también<br />

puede ser judicial, como en 1 Corintios 5:3ss. Hay que señalar aquí que Satanás no puede tener poder alguno sobre el creyente a<br />

menos que este último le sea entregado a él, y que incluso en ese caso el propósito sigue siendo de salvación. En la propia vida y<br />

ministerio <strong>del</strong> apóstol, el poder de Cristo significa un continuo fortalecimiento (Fil. 4:13; 1 Ti. 1:12; 2 Ti. 4:17). Este fortalecimiento<br />

asume la forma de apoyo, y por lo tanto se comprende no en función de una fuerza mágica, sino en función de una relación<br />

personal entre Cristo y su siervo.<br />

4. La comunidad. La meta es una comunidad fundamentada sobre el poder salvador de Dios (1 Co. 2:1ss). Los creyentes pueden<br />

estar fuertes si están «en el Señor» (Ef. 6:10). Rescatados <strong>del</strong> poder de Satanás, pero todavía acosados por peligros, ellos conocen<br />

el poder que tiene Cristo para proteger y preservar. Son resguardados por el poder de Dios mediante la fe (1 P. 1:5). La oración <strong>del</strong><br />

apóstol es que ellos puedan gozar de la grandeza <strong>del</strong> poder de Dios (Ef. 1:19), o que sean fortalecidos con todo poder (Col. 1:11).<br />

Este poder, basado en la resurrección de Cristo, crea la esperanza de su llamado y una herencia gloriosa. Los cristianos han de<br />

conocer este poder con miras a su paciencia y su capacidad de soportar. Es un poder que transforma y a la vez preserva. Por el<br />

poder <strong>del</strong> Espíritu ellos rebosan de esperanza (Ro. 15:13). Fortalecidos con potencia por el Espíritu en el hombre interior, van<br />

creciendo en comunión con Cristo, en comprensión y en amor a Cristo (Ef. 3:14ss). Nacidos de Dios, no pueden pecar (1 Jn. 3:9),<br />

sino que tienen una nueva capacidad para amar (1 Jn. 4:7). Toda buena resolución y obra de fe puede ser realizada por el poder de<br />

Dios (2 Ts. 1:11). Los miembros de la comunidad pueden tener también el don espiritual de realizar δυνάμεις (1 Co. 12:10). Es<br />

más, el poder que actúa en la comunidad es a fin de cuentas el poder de la resurrección (2 Co. 13:3ss). Por su poder Dios resucitó<br />

al Señor, y nos resucitará también a nosotros (1 Co. 6:14). La transformación <strong>del</strong> cuerpo de humillación en un cuerpo de gloria se<br />

fundamenta en la omnipotencia de Dios (Fil. 3:21). Nadie puede arrancar a los creyentes de la mano de Cristo (Jn. 10:28–29).<br />

Pablo puede renunciar a todo con tal de conocer a Cristo y el poder de su resurrección, el acto poderoso que crea vida nueva y<br />

eterna para su pueblo. Esta es la fuente de la verdadera δύναμις.<br />

5. Poder y debilidad. El poder de Dios actúa en la esfera débil y corruptible de la existencia humana. Por eso sólo es visible para la<br />

fe, pero precisamente por eso se sabe que se trata de un poder divino, y no humano. El ocultamiento bajo una aparente debilidad es<br />

la ley de la cruz (2 Co. 13:4). Pero la debilidad de Dios es más fuerte que los hombres (1 Co. 1:25), como llega a percatarse Pablo<br />

en toda la debilidad de su ministerio apostólico (2 Co. 12:9–10; cf. Fil. 4:13). El poder trascendente pertenece a Dios (2 Co. 4:7),<br />

quien da un espíritu que no es de timidez sino de poder, amor y dominio propio (2 Ti. 1:7). La debilidad es la presuposición de la<br />

acción <strong>del</strong> poder divino. Es la prenda de la presencia de Cristo en la cual Pablo halla libertad respecto al yo, y confianza en Dios.<br />

Por la ley de la fuerza en la debilidad, el poder de resurrección que da Dios se ejerce más abundantemente, ya sea en los ministros<br />

<strong>del</strong> evangelio o en la comunidad cristiana como un todo. «Por el poder de Dios» expresa la realidad de la fe para el apostolado y<br />

para la vida cristiana entera (2 Co. 6:7).<br />

[W. Grundmann, II, 284–317]<br />

δύω [descender, armarse], ἐκδύω [despojar], ἀπεκδύω [quitarse algo], ἐνδύω [ponerse], ἐπενδύω [ponerse encima],<br />

ἀπέκδυσις [acto de quitarse algo]<br />

δύω. «Sumergirse», también como intransitivo «zambullirse», «descender» (el sol en Mr. 1:32; 4:40), figurado «armarse».

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