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Diccionario Teológico del Nuevo Testamento - Compendio - Kittel

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161<br />

que nos hallamos bajo un nuevo régimen y un nuevo signo en el cual ahora somos capaces de no pecar, así como antes no éramos<br />

capaces de no pecar. En relación con Dios, implica que su plan se ha hecho realidad, que somos conducidos al punto más profundo<br />

de nuestro ser, que gozamos de comunión espiritual con él, y que dependemos totalmente de Dios para hallar seguridad en esta<br />

misma dependencia. En relación con nuestro ser somático, implica que por ahora sólo tenemos las primicias de la vida nueva, que<br />

todavía estamos a la espera de nuestra redención completa, pero que estas primicias son una prenda, de modo que podemos esperar<br />

con confianza nuestra liberación final y la concomitante redención de la creación. La nueva situación antropológica tiene entonces<br />

el alcance de una renovación abarcante que Cristo inicia, y para la cual el «yo» pneumático es el punto de partida. Hay entonces<br />

una secuencia continua de pensamiento desde 7:7 hasta 8, pero en 8:2 Pablo cambia de ἐγώ a σε y en 8:4 alterna entre «nosotros»<br />

y «ustedes», mostrando así que el ἐγώ, <strong>del</strong> cap. 7, si bien incluye a Pablo, abarca también a muchos otros. Pero si Pablo está incluido,<br />

¿qué tal en Filipenses 3:6? La diferencia es de punto de vista. En Filipenses 3:6 (y también Gá. 2:15), habla desde el punto<br />

de vista de un judío precristiano. En Romanos 7 (y Gá. 2:19; Fil. 3:7) habla desde un punto de vista cristiano. Desde este ángulo se<br />

muestra que la impecabilidad es una ilusión que comporta el riesgo de una presunción pecaminosa. En Cristo, Pablo ve lo desesperada<br />

que era su situación anterior. Lo hace en solidaridad con su pueblo. Al hacer realidad el movimiento de su pueblo desde su<br />

verdadera crisis hasta Cristo, él es, por decirlo así, sus primicias; esto le da al ἐγώ de Romanos 7 su sentido distintivo.<br />

[E. Stauffer, II, 343–362]<br />

ἑδραῖος [firme], ἑδραίωμα [baluarte]<br />

ἑδραῖος significa primeramente «sentado», «asentado», luego «firme», «sólido», y en el AT «permanente», p. ej. el trono de Dios,<br />

o Dios mismo, o los montes, o el trono de David, o el corazón humano si Dios lo resguarda, o la obra humana si Dios la acepta. En<br />

el NT hay solamente tres casos. En 1 Corintios 7:37 el individuo con dominio propio está seguro interiormente. En 1 Corintios<br />

15:58 los cristianos han de mantenerse firmes e inconmovibles a la luz de la resurrección. En Colosenses 1:23 los creyentes deben<br />

ser estables y firmes, manteniéndose en la fe y sin apartarse de la esperanza <strong>del</strong> evangelio ante las amenazas de la apostasía. El<br />

sustantivo ἑδραίωμα figura en 1 Timoteo 3:15. La iglesia es aquí un sólido bastión contra la confusión de las fábulas, y con su<br />

confesión ofrece a la fe y el pensamiento individuales un terreno seguro (v. 16).<br />

[E. Stauffer, II, 362–364]<br />

ἐθελοθρησκεία → θρησκός<br />

[p 201] ἔθνος [pueblo, nación], ἐθνικός [gentil]<br />

A. Un pueblo y los pueblos en la LXX.<br />

1. Los dos principales términos hebreos para «pueblo», ם ַע y יוֹגּ, denotan grupos humanos; pero históricamente el primero llega a ser<br />

usado para el pueblo santo, y el segundo (en plural) para los gentiles. En la LXX δῆμος es poco común, y se usa sólo para pequeñas<br />

sociedades tipo clan. λαός es la traducción de ם ַע, y ἔθνος de יוֹג. Hay una marcada tendencia a evitar el plural λαοί, mientras<br />

que ἔθνη es común para el plural «pueblos». (Para las estadísticas ver el TDNT en inglés, II, 365.)<br />

2. En muchos pasajes hay una diferenciación <strong>del</strong>iberada. (Para detalles, ver el TDNT en inglés, II, 366–367.)<br />

3. Cuando ἔθνη denota a los gentiles, suele carecer <strong>del</strong> sentido de una pluralidad de pueblos. El término describe a aquellos que no<br />

forman parte <strong>del</strong> pueblo escogido. Sin embargo, Dios es Rey de todos los pueblos (Jer. 10:7). Todos ellos descienden de los primeros<br />

patriarcas (cf. Gn. 10). Su división es conforme a una ordenanza divina y no hay que oponérsele (Gn. 11; Dt. 32:8). Las naciones<br />

son importantes en la visión profética de la historia, como agentes de la ira de Dios (Os. 8:10) que a su vez están también bajo<br />

esa ira (Is. 8:9) pero que también finalmente recibirán la salvación. Pero en la piedad judía, y en la esperanza de la misión universal,<br />

el concepto específico de pueblos se funde con el concepto general de gentiles (cf. Is. 66:17ss). En el período postexílico el<br />

término se puede usar para los gentiles que habitan en el país (Esd. 10:2; Neh. 10:31), y es así como asume un sentido despectivo,<br />

e. d. la plebe (que en griego se traduce ὄχλος) (cf. Jn. 7:49). No obstante, aun cuando ἔθνη implique un juicio negativo desde el<br />

punto de vista judío, este juicio no tiene validez final en vista de la promesa de la revelación universal (cf. en el NT Mt. 28:19; Ap.<br />

14:6).<br />

[G. Bertram, II, 364–369]<br />

B. ἔθνος en el NT.<br />

1. ἔθνος, que probablemente proviene de ἔθος, significa «masa», «multitud», «hueste», y se puede usar para una «manada» o un<br />

«enjambre» así como para un grupo humano. Aplicado a los seres humanos significa un «pueblo», pero es un término más débil

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