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Diccionario Teológico del Nuevo Testamento - Compendio - Kittel

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[p 1101] c. Los dos sustantivos, que sobrepasan a σύνεσις, significan casi lo mismo, aunque συνείδησις todavía puede significar la<br />

conciencia de sí en un sentido no moral, recordándonos así que los términos tienen que ver sólo secundariamente con el fenómeno<br />

de la mala conciencia.<br />

3. El problema de la conciencia.<br />

a. En la conciencia hay dos egos en yuxtaposición en la misma persona, conociendo y evaluando las mismas cosas desde ángulos<br />

diferentes, y dominados por dos fuerzas contrapuestas, a saber, la <strong>del</strong> orden por un lado, y la <strong>del</strong> desorden por el otro. El conflicto<br />

comienza con el conocimiento <strong>del</strong> desorden pasado, de modo que la conciencia se relaciona más con la evaluación <strong>del</strong> pasado que<br />

con la preparación para el futuro. Cuando el énfasis es ontológico, el conocimiento predomina en la autorreflexión; pero cuando es<br />

ético, está en primera línea la conciencia moral. Las dos vertientes están relacionadas histórica y materialmente.<br />

b. La idea de las Furias refleja la conciencia moral en la antigua Grecia, pero en el siglo V a. C. la humanidad se convierte en su<br />

propia medida y brota el sentido moral, como se puede ver especialmente en Eurípides.<br />

c. La reflexión socrática tiene que ver con el conocimiento; señala el camino hacia la victoria sobre la ignorancia mediante la<br />

conciencia de ella, pero sobre la base de tomar parte en el Logos divino. El δαιμόνιον socrático tiene que ver con abordar las<br />

decisiones más que los actos <strong>del</strong> pasado, y por lo tanto no es lo mismo que la conciencia.<br />

d. Los estoicos buscan la armonía con su propia naturaleza y por lo tanto no tienen conciencia en el sentido moralmente malo.<br />

Epicteto, sin embargo, equipara una vez al συνειδός con el ἐπίτροπος, el que por designación divina vigila a los individuos en<br />

sus decisiones morales e intelectuales; por eso extiende el alcance de la conciencia a la esfera de la guía positiva.<br />

e. En la filosofía helenística los ejercicios de meditación, diseñados para promover la autosuperación, incluyen los autoexámenes que<br />

colocan la conciencia moral en el campo de la <strong>del</strong>iberación práctica, aunque no bajo los términos συνειδός, συνείδησις o conscientia.<br />

f. El gnosticismo resuelve el problema de la conciencia haciendo una separación dualista entre los dos egos, poniendo uno de ellos<br />

en el mundo de la luz, el otro en el de las tinieblas, y abriendo así la puerta al ascetismo, pero también al libertinaje.<br />

g. La historia secular <strong>del</strong> grupo es, por lo tanto, compleja. El punto de partida lo forma la comprensión de la polaridad de la persona.<br />

Esto proporciona la idea de la conciencia de sí, pero también después, en su aplicación moral, el sentido de la conciencia (generalmente<br />

mala). Puesto que la noción de conciencia se aprehende de inmediato, el uso popular la adopta, pero en el pensamiento<br />

griego la conciencia incluye siempre la idea de la autoconciencia. Por eso no se desarrolla un uso ni un concepto uniforme.<br />

B. El latín. Cicerón y Séneca usan frecuentemente los términos conscius y conscientia. La idea es la de conocer junto con otros, y<br />

cuando este es un conocer con el yo, se trata de la autoconciencia. Si surge una referencia a las acciones pasadas, los romanos, con<br />

su estricto apego al deber, encuentran más fácil pensar en una conciencia neutral o buena. La autoconciencia puede actuar como un<br />

testigo, pero es más probable que sea un espectador que aplaude o que no queda satisfecho. Séneca combina al vigilante estoico<br />

con la conciencia, y así prepara el terreno para la elevación de la conciencia a una norma.<br />

C. El AT.<br />

I. El texto hebreo.<br />

1. Extrañamente, el AT no tiene una palabra para indicar la conciencia. La relación de alianza con Dios gobierna al pueblo. El<br />

conocimiento <strong>del</strong> yo proviene de Dios mediante su palabra (Sal. 139). Esta palabra, que hace posible una acción responsable, está<br />

muy cerca (Dt. 30:14). Ella conoce el bien y el [p 1102] mal. La negación de Dios es insensatez (Sal. 14:1). El escuchar a Dios es<br />

reflexionar sobre sí, y la conciencia es una adhesión entusiasta en la armonía <strong>del</strong> yo con la voluntad divina.<br />

2. La discordia interior. El AT reconoce la discordia interior (Gn. 42:21; 1 S. 24:5; 25:31). Lo hace en el plano divino <strong>del</strong> juicio y el<br />

perdón. La palabra de Dios es decisiva en la controversia interior. Condena, pero también libera mediante el perdón y la renovación<br />

(Sal. 51), mediante una purificación personal y no sólo cultual.<br />

II. La LXX.<br />

1. σύνοιδα ἐμαυτῷ figura una vez en la LXX, y συνείδησις tres veces. Lo primero es una versión libre en Job 27:6. συνείδησις es<br />

una mala traducción en Eclesiastés 10:20, y significa simplemente «conocimiento» en la lectura variante en Sirácida 42:18. En<br />

Sabiduría 17:10 se trata de una conciencia moralmente mala. Revestida de conceptos legales, actúa como fiscal y juez.

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