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Diccionario Teológico del Nuevo Testamento - Compendio - Kittel

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b. La plenitud <strong>del</strong> ser y de la obra de Cristo se pueden ver en su nombre. El nombre «Jesús», dado por Dios, expresa su humanidad y<br />

su misión (Mt. 1:21). Implica el «Dios con nosotros» (1:23). El nombre exaltado que recibe es el de Hijo (Heb. 1:4). También es<br />

llamado Señor (Fil. 2:9–10), lo cual denota igualdad divina y es el nombre sobre todo nombre. Por eso Jesús es Señor de señores.<br />

Al revelar el dominio divino, es también Rey de reyes (Ap. 19:16). La unidad de naturaleza y nombre se pueden ver en Apocalipsis<br />

19:13 y Juan 1:1. Sólo él conoce su propio nombre en el sentido de que [p 682] sólo él conoce la plenitud de su relación con<br />

Dios (Ap. 19:12). Jesús actúa en nombre de Dios como Cristo (Jn. 10:24–25). Su regreso completa su obra (Mt. 23:39). Su nombre,<br />

entonces, abarca el contenido total de los actos salvíficos de Dios (1 Co. 6:11). La justificación y la santificación en su nombre<br />

tienen que ver no con el mero hecho de pronunciar el nombre, sino con el bautismo en el sentido de Romanos 6:1ss. El perdón es<br />

en su nombre (Hch. 10:43; cf. 1 Jn. 1:7; 2:12). La vida se da en su nombre, e. d. mediante la entrada en su esfera de acción o la<br />

esfera de su persona (Jn. 20:31). Como dice Pedro, la salvación sólo se encuentra en su nombre (Hch. 4:12). Aquellos que entran<br />

en él han de hacer todas las cosas y dar gracias por todas las cosas en ese nombre (2 Ts. 1:12; Col. 3:17; Ef. 5:20). Su nombre es la<br />

esperanza de todos los pueblos, aunque puede significar juicio así como salvación (Jn. 3:18). El Padre envía al Espíritu en el nombre<br />

de Jesús (Jn. 14:16).<br />

c. En Mateo 28:19 Padre, Hijo y Espíritu confluyen, y así dan plenitud al nombre <strong>del</strong> Padre. El bautismo en este nombre significa<br />

entrar en comunión con el Padre por medio <strong>del</strong> Hijo, y quedando bajo la operación <strong>del</strong> Espíritu. La expresión εἰς (τὸ) ὄνομα es<br />

difícil. A veces equivale a «con respecto a» o «a causa de» (cf. Mt. 10:41–42; Mr. 9:41). Congregarse en el nombre de Cristo significa<br />

reunirse «sobre la base de» Cristo (Mt. 18:10; cf. Heb. 6:10). Pero no parece ser ese el sentido en Mateo 28:19 (cf. Hch.<br />

8:16; 1 Co. 1:13, 15). Conforme al mo<strong>del</strong>o rabínico, el sentido es final más que causal, expresando una finalidad o intención específica,<br />

y con implicaciones forenses más que místicas. Sin el uso de ὄνομα, Pablo usa frases similares en 1 Corintios 1:13, 15;<br />

Romanos 6:3; Gálatas 3:27, y cf. 1 Corintios 10:2. En su origen es semítico más que helenístico (p. ej. cobrar a cuenta de). En<br />

Hechos 2:38 el ἐπὶ con dativo puede denotar la base, y el en de Hechos 10:48 tal vez haya de entenderse <strong>del</strong> mismo modo.<br />

d. La primera petición <strong>del</strong> Padrenuestro (Mt. 6:9) tiene que ver con la alborada <strong>del</strong> reino y es entonces una plegaria, que pide<br />

primeramente que Dios santifique su propio nombre a pesar de todo pecado y oposición. Los discípulos de Jesús han de orar en el<br />

nombre de Jesús (Jn. 14:13–14), e. d. según su voluntad, por encargo suyo, y con la invocación de su nombre. Aquí se presupone<br />

la fe en que él ha venido <strong>del</strong> Padre y que el Padre escuchará la oración por causa de él. La unidad <strong>del</strong> Padre y el Hijo se muestra en<br />

el hecho de que el Hijo mismo va a hacer lo que se pida (14:13).<br />

e. Creer en su nombre. En Juan 2:23, creer en el nombre de Jesús es creer en él como el Cristo, el Hijo de Dios (3:18). La fe surge<br />

por sus actos de poder (10:25). Confiere una relación correcta con el Padre (1:12). Dios la manda (1 Jn. 1:2–3).<br />

f. Los que creen en su nombre pueden actuar por encargo suyo y en su poder (Lc. 10:17). Incluso los que no son discípulos hallan<br />

poder en ese nombre (9:49). También las obras de misericordia se realizan en él (Mt. 18:5). Es la fuerza que actúa en la curación<br />

<strong>del</strong> cojo (Hch. 3:6, 16). Pablo expulsa el espíritu de adivinación en el nombre de Jesús (16:18). No se trata de una fórmula mágica,<br />

sino que representa la presencia de Cristo (9:34). Los conjuros los usan sólo los demonios (Mr. 5:7) y los exorcistas judíos (Hch.<br />

19:13ss). El nombre solamente tiene poder cuando hay fe y obediencia (cf. Mr. 9:38–39). Este poder viene en respuesta a la oración<br />

(Hch. 4:30; Stg. 5:14–15).<br />

g. El nombre de Jesús es la base y el tema de la proclamación (Hch. 8:12). En ese nombre se predica a los gentiles el arrepentimiento<br />

(Lc. 24:47). Los misioneros emprenden la marcha por ese nombre (3 Jn. 7). Saulo lo persigue (Hch. 26:9), pero cuando se convierte,<br />

lo proclama (9:27–28). Habla por encargo suyo (Ro. 1:5, etc.). Suplica en ese nombre (1 Co. 1:30).<br />

h. La fe en el nombre conduce a la confesión de él (Heb. 13:15), que va ligada a sufrir por él (Mr. 10:29; Jn. 15:21). Es por él que los<br />

discípulos padecen afrenta (Hch. 5:41), y Pablo y Bernabé arriesgan sus vidas por él (15:26). La iglesia de Pérgamo se mantiene<br />

firme en él (Ap. 2:13), y la de Fila<strong>del</strong>fia no lo niega (3:8). La afrenta a causa <strong>del</strong> nombre significa bendición (1 P. 4:14). A la iglesia<br />

le llega su plena realización a causa de la reverencia por el nombre (Ap. 11:18) y la alabanza a él (15:4). Invocarlo significa<br />

salvación (Hch. 2:17ss), y ese nombre es invocado sobre los creyentes, de modo que se les llama cristianos (11:26; Stg. 2:7). En la<br />

nueva creación, los vencedores llevarán el nombre <strong>del</strong> Cordero junto con el de Dios y el de la nueva Jerusalén (Ap. 3:12). El revestirse<br />

<strong>del</strong> nombre nuevo [p 683] señala la entrada en el nuevo orden <strong>del</strong> mundo (cf. Is. 56:5). La falta de fe equivale a blasfemar <strong>del</strong><br />

nombre (Ro. 2:24; 1 Ti. 6:1).<br />

3. Otras referencias.<br />

a. En el caso de la bestia, el nombre expresa impiedad, ya que la bestia usurpa los nombres y títulos de Dios (Ap. 13:1). Es difícil<br />

determinar lo que el nombre significa. El nombre o el número es una marca que denota la esfera de poder de la bestia. En el caso<br />

de la ramera, el nombre también expresa impiedad (17:1). Babilonia viola la pureza y la majestad divinas. Los nombres Muerte,<br />

Hades, Abadón y Apolión (6:8; 9:11) denotan fuerzas que están opuestas a la vida como verdadera naturaleza de Dios. Los espíri-

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