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Diccionario Teológico del Nuevo Testamento - Compendio - Kittel

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358<br />

c. Platón usa κόσμος en sentido espacial, aunque con un sentido subyacente de orden. Para Platón el κόσμος, que manifiesta la<br />

«idea» en el espacio, es una criatura viviente. Abarcando lo visible, refleja lo que sólo se puede conocer por la razón. Un punto<br />

interesante en Platón, como en otros autores, es la fusión de las ideas de espacio cósmico y espacio celestial, de modo que cielo y<br />

cosmos tienden a ser términos intercambiables.<br />

d. Aristóteles hace la misma ecuación de cielo y cosmos, pero en esta relación no está usando «cielo» en su sentido más estricto. El<br />

cosmos es la totalidad de las cosas. Es para Aristóteles un cuerpo esférico, en cuyo centro está la tierra esférica e inmóvil. El cosmos,<br />

que abarca el tiempo y el espacio, es en sí mismo infinito. Pero no tiene alma ni razón; la razón controla sólo las esferas celestiales,<br />

y sólo lo que es supracósmico goza de la perfección que es incorruptible e impasible. No puede haber pluralidad de mundos,<br />

ni sucesiva ni simultáneamente.<br />

e. Después de Aristóteles, las influencias <strong>del</strong> Cercano Oriente afectan la antigua cosmología. La visión aristotélica prevalece en la<br />

filosofía en los tiempos <strong>del</strong> NT. Esto coloca la tierra en el centro de las cosas. Firme y sin moverse, es la fuente y el hogar de las<br />

criaturas vivientes. El universo está sobre ella por todos lados, y lo que está por encima de todo es la morada de los dioses que se<br />

llama cielo.<br />

f. Los rasgos distintivos de la visión griega son los siguientes. (i) El cosmos se caracteriza por la unidad. Aun cuando las cosas<br />

individuales podrían llamarse κόσμοι, cada uno de esos κόσμοι es una unidad perfecta de partes individuales. (ii) Esta unidad<br />

cósmica se deriva de una norma inmanente que integra las cosas individuales en una totalidad. Se hacen diversos intentos por describir<br />

esta norma, p. ej. en función <strong>del</strong> orden social, las matemáticas, o el λόγος que es también la norma <strong>del</strong> pensar y la conducta<br />

humana. (iii) La belleza es un rasgo <strong>del</strong> cosmos ordenado. Su forma y movimiento así lo expresan; contemplarla es la suprema<br />

bienaventuranza. (iv) Los seres humanos se hallan en una relación singular con el cosmos; la ley y el λόγος son puntos especiales<br />

de conexión.<br />

[p 453] 6. κόσμος como «mundo». II. Dios y el cosmos para los griegos.<br />

a. La filosofía griega trata las cuestiones teológicamente importantes <strong>del</strong> origen y la duración <strong>del</strong> cosmos.<br />

b. Heráclito postula un cosmos infinito, sin principio ni fin, pero que periódicamente resplandece y se apaga. Lo que contrapone no<br />

es la creación <strong>del</strong> cosmos sino su formación a partir de la materia original.<br />

c. En contraste con ello, Platón acepta el ordenamiento o formación <strong>del</strong> cosmos en el espacio, en conformidad con una idea <strong>del</strong> ser<br />

perfecto. No hay aquí una verdadera distinción entre el Creador y la criatura, ya que el demiurgo de Platón no es verdaderamente<br />

Dios, y el cosmos mismo es, en un sentido inferior, divino.<br />

d. Para Aristóteles el cosmos es eterno, y Dios no es un demiurgo (o arquitecto <strong>del</strong> mundo) sino νοῦς, pura forma, el motor inmóvil,<br />

el objeto y no el sujeto <strong>del</strong> amor.<br />

e. En el estoicismo encontramos un devenir y perecer <strong>del</strong> mundo, pero también la idea de la eterna recurrencia, de modo que la<br />

génesis no es un inicio absoluto ni el perecer es un absoluto final. Aquí Dios no es ni demiurgo ni motor inmóvil, sino el alma <strong>del</strong><br />

mundo que penetra todas las cosas, la razón que rige todas las cosas. Sin embargo, en el estoicismo tardío este panteísmo puro da<br />

paso a una nueva creencia en un poder divino trascendental.<br />

f. Filón, heredero tanto <strong>del</strong> judaísmo como <strong>del</strong> helenismo, usa mucho el término cosmos. Sobre la base de Génesis 1:1–2 distingue<br />

entre el cosmos noético y el cosmos empírico; el primero es un mo<strong>del</strong>o espiritual <strong>del</strong> segundo, y es este mundo de las ideas el que<br />

es creado en el primer día. El cosmos empírico es un mundo perfecto de orden, cuya belleza exalta Filón. Dios es el Creador trascendente,<br />

pero Filón hace justicia a las inquietudes estoicas por medio <strong>del</strong> logos mediador. Si bien habla de un inicio <strong>del</strong> cosmos,<br />

parece dar por sentado que es hecho a partir de materia amorfa, y que no tiene un final previsible. Como Platón, llama a Dios el<br />

Padre <strong>del</strong> cosmos, pero desarrolla este concepto al estilo <strong>del</strong> Cercano Oriente cuando enseña que el cosmos nace de Dios.<br />

g. Plotino postula dos mundos, el inteligible y el fenoménico. Si bien los dos son ordenados y bellos, el primero, que es el arquetipo,<br />

lo es mucho más. No contiene nada finito, malo, imperfecto ni discordante. El mundo fenoménico es bello en cuanto que es su<br />

copia o reflejo.<br />

h. El término κόσμος también se abre paso hacia el lenguaje religioso y cultual. Aunque destierra los anteriores mitos de la<br />

naturaleza, el gnosticismo sincretista lo combina con materiales cosmogónicos de las religiones <strong>del</strong> Cercano Oriente. El cosmos se<br />

convierte aquí en una especie de personaje mitológico y en sujeto de especulaciones fantásticas, p. ej. como una criatura viviente<br />

que tiene alma, como imagen de Dios, o incluso como el cuerpo de un dios cuyas partes o elementos son sus miembros. El cosmos<br />

es integrado también con entidades tales como Dios, el eón, y el tiempo en una escala <strong>del</strong> ser.

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