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Diccionario Teológico del Nuevo Testamento - Compendio - Kittel

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a. Pueblos extranjeros, forasteros residentes y forasteros de paso.<br />

511<br />

(a) Términos. El hebreo tiene diferentes palabras para referirse a los extranjeros, que denotan (1) al forastero, (2) al forastero<br />

residente, (3) al residente sin derechos y (4) al forastero que está de paso o temporalmente presente. Para ellos la LXX usa por lo<br />

general los términos ἀλλότριος o ἀλλογενής, πάροικος, y προσήλυτος. ξένος como tal no es el equivalente directo de ninguna<br />

de las palabras hebreas.<br />

[p 648] (b) Juicio básico. (1) Los extranjeros son principalmente enemigos, tanto política como religiosamente. (2) Pero si bien es<br />

una desgracia ser un forastero (Gn. 19:4ss), a los visitantes extranjeros se les muestra amabilidad. (3) Los forasteros residentes<br />

reciben protección (Gn. 19:4ss). Al principio se les puede tratar con desprecio o incluso con violencia (cf. Gn. 12:16), pero la ley<br />

religiosa los abriga bajo sus alas (cf. Dt. 10:18–19) y poco a poco los integra en el pueblo.<br />

b. Panorama histórico.<br />

(a) El período <strong>del</strong> AT. La monarquía es un período de apertura a los extranjeros (1 R. 8:41ss; 11:7–8), pero los profetas encabezan<br />

una reacción contra las influencias foráneas y especialmente contra las religiones foráneas. Los forasteros son representantes de<br />

sus religiones, e. d. gentiles. Su condición de extranjeros puede ser superada ya sea mediante la exclusión o mediante la plena<br />

inclusión. La profecía exílica hace un llamado a la misión universal (Is. 42:6ss; 66:19), pero los gentiles impíos han de ser destruidos<br />

(Jer. 46ss). Después <strong>del</strong> exilio la actitud se endurece, con la campaña contra los matrimonios mixtos (Esd. 9–10) y la oposición<br />

a los samaritanos. Pero los forasteros residentes siempre pueden ser miembros plenos de la comunidad, puesto que esto se define<br />

por religión y no por raza. La actitud respecto a los extranjeros tiene una base religiosa. Es por causa de Dios que hay que mostrar<br />

misericordia a los forasteros, y que hay que hacer esfuerzos para ganárselos, pero también es por causa de Dios que hay que oponerse<br />

fieramente a los gentiles.<br />

(b) El judaísmo tardío. El judaísmo tardío practica una estricta separación respecto a todo lo foráneo. Sin embargo, hay un partido<br />

más amplio (cf. Filón y Josefo) que se muestra más abierto a los extranjeros y a las influencias extranjeras. El celo misionero aparece<br />

en ambos lados. Pero los prosélitos sólo gozan de derechos civiles y religiosos limitados, y después <strong>del</strong> 70 d. C. tiende a prevalecer<br />

una actitud más estricta respecto a los gentiles, se debilita el impulso misionero, e incluso los prosélitos plenos, que son<br />

claramente diferenciados de los demás, se topan con ciertas reservas. Puesto que el amor al prójimo sólo ha de ser mostrado a los<br />

miembros <strong>del</strong> pueblo, la hostilidad hacia los demás aumenta excepto en aras de la paz. Se puede señalar que se piensa que el rechazo<br />

a los extranjeros tiene una significación tanto eterna como temporal.<br />

c. Los sepulcros de los extranjeros. Surge una pregunta referente a Mateo 27:7: ¿quiénes son los extranjeros que van a ser enterrados<br />

en ese campo? De las diversas sugerencias –israelitas que están temporalmente en Jerusalén; prosélitos que residen allí temporalmente;<br />

o gentiles–, la más probable es que el campo estuviera destinado a los gentiles impuros, quienes de ese modo quedan separados,<br />

incluso en la muerte, de los miembros <strong>del</strong> pueblo.<br />

3. La actitud de los cristianos para con los extranjeros. Los cristianos comparten el disgusto <strong>del</strong> AT y <strong>del</strong> judaísmo por aquello que<br />

es foráneo en cuanto a religión, pero el amor al ξένος es una forma especial de amor al prójimo, como lo muestra Jesús (1) en la<br />

parábola <strong>del</strong> Buen Samaritano, y (2) en la parábola <strong>del</strong> juicio en Mateo 25. Que la bondad para con los extraños tiene peso para el<br />

destino eterno es un tema en la religión parsi, y la idea figura también en el judaísmo, pero lo novedoso de Mateo 25 es que Jesús<br />

mismo es el ξένος, de modo que el factor decisivo es la relación de uno con Jesús. El extranjero que representa a Jesús podría,<br />

desde luego, ser cualquier persona, y no simplemente algún otro cristiano. De modo que todos los conceptos éticos de la humanidad<br />

referentes a la bondad con los extranjeros llegan aquí a su cumplimiento; en el más extraño de los extraños se ama a Jesús<br />

mismo. El punto en 3 Juan 5 es, por supuesto, otro diferente: que hay que practicar la hospitalidad con los hermanos <strong>del</strong> extranjero.<br />

C. La costumbre de la hospitalidad.<br />

1. Griegos y romanos. Si bien los forasteros pueden carecer de derechos, la hospitalidad provee cierta compensación. Sobre la base<br />

de un sentido de mutua obligación, esto tiene sanción divina. Los forasteros son huéspedes de la deidad, y los santuarios son los<br />

lugares principales de hospitalidad. (a) Entre griegos y romanos existe, desde luego, la hospitalidad privada. Las motivaciones para<br />

ella son la exigencia divina, la solidaridad y la esperanza <strong>del</strong> retorno. (b) La hospitalidad puede asumir también una [p 649] forma<br />

más pública u oficial. (c) Al aumentar el comercio, surge la necesidad de posadas o alojamientos, algunos de los cuales están asociados<br />

con templos, sinagogas o lugares de peregrinación.<br />

2. Israelitas y judíos. Los relatos bíblicos enaltecen la hospitalidad (cf. Job 31:32). Es un deber, por ser una obra de misericordia. En<br />

el judaísmo posterior la tradición continúa, pero con cierto énfasis en la meritoriedad de la obra y cierta restricción a los miembros<br />

<strong>del</strong> pueblo.<br />

3. Los cristianos. a. El NT.

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