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Diccionario Teológico del Nuevo Testamento - Compendio - Kittel

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Dn. 11:36–37). Allí donde el AT llama a los seres celestiales ם יהלֹ ִ אֱ<br />

, la LXX tiene habitualmente ángeles o hijos de Dios. Esto es<br />

parte de la gran polémica contra la idea de que los ídolos <strong>del</strong> paganismo son dioses en un sentido verdadero, como en Bel y el<br />

Dragón, Sabiduría 13:1ss, Josefo, y los ataques de los rabinos contra el culto a las estrellas, la zoolatría y el culto al emperador. A<br />

veces se ve detrás de los ídolos a fuerzas demoníacas; a veces se descarta a los ídolos como una nada. Pero hay un frente unido en<br />

contra <strong>del</strong> politeísmo.<br />

(b) El judaísmo otorga un puesto primordial a la confesión <strong>del</strong> Dios uno, ya sea en la fe, las fórmulas o la práctica. Las fórmulas<br />

varían y pueden asumir una forma confesional o polémica. Donde mejor se preserva el significado original es en el ע ַמ ְשׁ (Dt. 6:4).<br />

A la unicidad de Dios corresponde la unicidad <strong>del</strong> pueblo, porque, mientras que un día el Dios uno será el Dios <strong>del</strong> mundo entero,<br />

ahora es el Dios único únicamente para Israel, el pueblo que está dispuesto a sufrir y morir en la confesión de su unicidad.<br />

(c) Desde luego, Dios actúa por medio de intermediarios, e. d. ángeles o hipóstasis (palabra, espíritu, verdad, etc.), pero estos no son<br />

independientes ni <strong>del</strong> mismo rango. Sirven a Dios como <strong>del</strong>egados suyos. A partir de Daniel sus números van creciendo. Los ángeles<br />

sujetan su propia voluntad totalmente a la voluntad de Dios, recibiendo y ejecutando órdenes cada día, proclamando en primera<br />

persona la voluntad de Dios, pero sólo como representantes de Dios, de modo que no pueden aceptar la adoración por parte de los<br />

seres humanos. En emergencias extremas sólo sirve el auxilio directo de Dios.<br />

(d) El Dios único está en conflicto con las fuerzas demoníacas. Satanás se ha rebelado contra Dios y está al mando de una hueste de<br />

demonios. Pero Satanás es criatura de Dios, ha caído <strong>del</strong> cielo, y, si bien sigue siendo poderoso, es mantenido a raya por Dios,<br />

quien ejerce su poder soberano sobre los actos malignos de los demonios para aprovecharlos para sus propios propósitos de bien y<br />

para la destrucción de ellos. Es así como un monoteísmo dinámico supera tanto al monoteísmo automático como al dualismo estático.<br />

(e) En este conflicto, la apocalíptica encuentra un papel para el Rey Salvador, el Mesías, el Hijo <strong>del</strong> Hombre, quien, ya sea celestial o<br />

terrenal, es el representante de Dios, sin ser él mismo Dios, pero armado con un poder divino al cual deben someterse todos los<br />

enemigos. Este Rey Salvador es el representante decisivo de Dios, que no sustituye a Dios, pero que logra un reconocimiento universal<br />

de la gloria y unicidad de Dios.<br />

c. θεοί en el NT. En los Hechos se retrata vívidamente el politeísmo con que se encontraron los apóstoles en Éfeso (19:27), en<br />

Atenas (17:23), en Malta (28:6) y en Listra (14:11ss); cf. tb. Herodes en Cesarea (Hch. 12:22). La respuesta monoteísta es siempre<br />

la misma (Hch. 19:26; 17:23–24; 14:15; 12:23). Los ídolos no son nada (1 Co. 8:4), pero la idolatría es pecado (10:7), ya que es<br />

una negación de la adoración al verdadero Dios e implica sujeción a fuerzas demoníacas; los θεοί πολλοί no son verdaderos dioses,<br />

pero imponen una terrible esclavitud.<br />

d. εἷς θεός en la confesión y la práctica <strong>del</strong> cristianismo primitivo. Jesús mismo cita el ע ַמ ְשׁ en Marcos 12:29–30, y el escriba no<br />

puede sino concordar con ello (12:32–33). Fórmulas monoteístas parecidas figuran, p. ej., en Romanos 3:29–30; 1 Timoteo 1:17.<br />

Creemos (Stg. 2:19) o sabemos (1 Co. 8:4) que hay solamente un Dios. Por ahora no todos los pueblos perciben esto; por eso el<br />

NT se refiere al Dios [p 325] de los padres, de Israel, de Abraham, etc., o a nuestro Dios o a mi Dios, en fiel estilo <strong>del</strong> AT. Como<br />

la iglesia ha heredado las promesas, el Dios de Israel es ahora el Dios de la iglesia (cf. Hch. 15:14). Pero la iglesia no debe solamente<br />

creer que Dios es uno solo; debe creer en Dios (Ro. 4:3) y esperar en él (1 P. 1:21). El conocimiento debe ir acompañado de<br />

celo (Ro. 3:11). El reconocimiento de la soberanía de Dios significa que no hay que tentarlo (Mt. 4:7). El primer mandamiento<br />

asume una nueva seriedad en su exclusión no sólo de los ídolos sino también de la riqueza, el vientre, las fuerzas cósmicas, las<br />

autoridades <strong>del</strong> estado, o inclusive el emperador. La confesión de un solo Dios impone la constante tarea de confiar y obedecer<br />

exclusivamente a este único Dios.<br />

e. Dios y sus ángeles en el NT. En el NT los ángeles no desempeñan un papel muy importante. Provienen de Dios (Hch. 12:11) y él<br />

actúa por medio de ellos (Hch. 7:35). No son nada sin Dios, y con él lo son todo. No aceptan que se les adore (Ap. 19:10).<br />

f. Monoteísmo y cristología en el NT. Cristo confirma el monoteísmo al privar de su poder al príncipe de este mundo. Él mismo<br />

agudiza la confesión monoteísta (Mr. 10:18), se consume de celo por la casa de Dios (Jn. 2:17), ora constantemente a Dios, y a él<br />

exclusivamente lo llama «mi Padre» (Jn. 20:17). Como Hijo que es, tiene poder para perdonar pecados, se sentará en el trono de<br />

Dios para juzgar al mundo, lleva el nombre de Logos, es mediador de la creación (Jn. 1:3) y de la salvación (1 Co. 10:4), y tiene<br />

precedencia sobre los ángeles (Heb. 1). Guerrea contra el diablo (Lc. 22:28; 1 Jn. 3:8), resistiendo a sus tentaciones, expulsando<br />

demonios, atando al hombre fuerte, convirtiendo en victoria la aparente derrota de la cruz, y estableciendo el dominio <strong>del</strong> Dios uno<br />

(1 Co. 15:28). A él Dios lo ha enviado, lo ha instituido, lo ha acreditado, lo ha confirmado, lo ha ungido y lo ha exaltado. Dios está<br />

con él, lo llena de poder, y actúa con él y por medio de él, reconciliando al mundo consigo (2 Co. 5:19). Él viene de Dios y regresa<br />

a él. La fe en él y la fe en Dios son lo mismo (cf. Jn. 14:1, 9; 10:30; 17:11). El precursor de Dios en Malaquías 3:1 es el precursor<br />

de Jesús en Marcos 1:2. Jesús usa el divino ἐγώ εἰμί. En 1 Corintios 4:4–5, él es primeramente Juez y luego Dios. Todas las cosas

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