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Diccionario Teológico del Nuevo Testamento - Compendio - Kittel

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sólo arroja luz sobre el carácter histórico de Jesús (en contraposición al docetismo) sino que hace resaltar el elemento de epifanía<br />

en Getsemaní al presentar al Cristo «temeroso» como portador de la revelación divina.<br />

[G. Bertram, III, 4–7]<br />

θάνατος [muerte], θνῄσκω [morir], ἀποθνῄσκω [morir], συναποθνῄσκω [morir con alguien], θανατόω [matar], θνητός<br />

[mortal], ἀθανασία [inmortalidad], (ἀθάνατος [inmortal])<br />

θάνατος, θνῄσκω, ἀποθνῄσκω, συναποθνῄσκω<br />

A. θάνατος en el uso griego.<br />

1. Uso clásico. La muerte destruye la vida; la existencia sombría de los muertos en el Hades no es verdadera vida. Lo más que se<br />

puede esperar es la supervivencia o transmigración <strong>del</strong> alma. Todos deben morir, de modo que la muerte proyecta una sombra<br />

sobre la vida y su significado. Pero la muerte trae liberación de la dudosa bendición de la vida. Entonces el suicidio puede ser una<br />

liberación. Sin embargo, nadie quiere morir, y no se sabe qué es lo que viene después. Los héroes viven inmortalmente a base de<br />

su renombre, porque es bueno morir por la πόλις. La muerte se considera un fenómeno natural. La ψυχή continúa viviendo como<br />

la fuerza vital en el cosmos, pero sólo en el sentido de que el nacimiento de uno es la muerte de otro. Esto no resuelve el acertijo<br />

de la muerte individual ni le quita su terror. Platón eleva este asunto a otro plano al darle precedencia a la cuestión de lo correcto y<br />

lo incorrecto. El punto, entonces, es morir una buena muerte. En efecto, la muerte puede ser la realización de la vida al levantarse<br />

sobre el cuerpo mortal. Sobre esta base surge la esperanza de que el alma seguirá viviendo. Aristóteles sigue el mismo razonamiento,<br />

excepto que para él es el νοῦς lo que sobrevive en alguna forma oscura.<br />

2. El uso helenístico.<br />

a. El estoicismo. Para los estoicos, la muerte es un fenómeno natural. Hay que aceptarla como tal y de este modo puede convertirse<br />

en un acto ético. La muerte, así como la vida, es un asunto de decisión individual, y puesto que la vida es indiferente, y sus bienes<br />

son considerados de manera pesimista, el suicidio responsable es justificable. La muerte cumple un propósito útil como prueba de<br />

la conducta recta, e. d. si nos apartamos de las cosas externas, aceptamos nuestro destino, y por ende estamos preparados cuando<br />

sobreviene la muerte. La muerte no tiene carácter de juicio, pero los que se concentran en las cosas externas no tienen verdadera<br />

vida, y por eso se los puede describir como ya muertos.<br />

b. El neoplatonismo. Aquí se considera que la vida corporal implica la muerte para la ψυχή. El alma alcanza la verdadera vida<br />

solamente mediante su progresiva liberación <strong>del</strong> cuerpo. La muerte es buena en la medida en que completa esta liberación, pero el<br />

suicidio es una forma ilegítima de apresurar este proceso.<br />

c. El gnosticismo. Aquí, una vez más, la verdadera vida no puede desarrollarse en el cuerpo, pero la verdadera vida es ahora la<br />

inmortalidad de la vida divina, y la transición hacia ella se hace mediante la mortificación ascética, o en las religiones mistéricas<br />

mediante experiencias sacramentalizadas de naturaleza mística o extática. La vida se alcanza finalmente con el despojamiento <strong>del</strong><br />

alma en la transmigración o en el ascenso al cielo.<br />

[p 311] d. Filón. Filón sigue al estoicismo y al neoplatonismo cuando describe a los malos como ya muertos. La muerte física en sí<br />

es indiferente o buena. Pero también hay una muerte que es destrucción eterna.<br />

B. El concepto de muerte en el NT.<br />

1. En el NT θάνατος significa «morir» (Heb. 7:23) o «estar muerto» (Fil. 1:20). La muerte es nuestra suerte humana, lejana sólo<br />

para Dios (1 Ti. 6:16). Nunca se la presenta en términos heroicos, ni siquiera como muerte autosacrificial (2 Co. 4:12) o como<br />

martirio (Ap. 2:10). La muerte es algo terrible que hace que la ζωή sea una ζωή impropia, y la obra de Cristo consiste en destruir<br />

la muerte (2 Ti. 2:10). La muerte es el último enemigo; con su derrota quedará completa la salvación (1 Co. 15:26; Ap. 20:14). En<br />

ninguna parte se la neutraliza como proceso meramente natural. Pertenece a la misma categoría que el pecado, y se mantiene<br />

opuesta a la ζωή como el verdadero ser de Dios.<br />

2. La muerte es la consecuencia y el castigo <strong>del</strong> pecado. Su origen no se trata de manera especulativa, porque incluso si Pablo la<br />

considera como una potestad cósmica, ella es el resultado de un acto responsable (Ro. 5:12ss). El hecho de que Adán fuera creado<br />

solamente como «alma viviente» podría quizás implicar la mortalidad natural, pero θάνατος entró en el mundo por medio <strong>del</strong><br />

pecado de Adán (Ro. 5:12, 17). Esto no nos excusa, ya que somos responsables de nuestro propio pecado y de nuestra propia<br />

muerte. La ineluctabilidad <strong>del</strong> pecado y de la muerte sirve simplemente para destacar el hecho de que hay salvación sólo en Cristo.<br />

La ley es lo que efectúa la muerte, porque así como Adán desobedeció el mandato de Dios y los paganos transgreden su justa exigencia<br />

(Ro. 1:32), así en Israel la ley despierta el pecado adormecido y da fuerza a la muerte como su castigo (cf. Ro. 7; 2 Co. 3:7).

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