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Diccionario Teológico del Nuevo Testamento - Compendio - Kittel

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II. La lamentación profética (→ θρηνέω).<br />

354<br />

1. El luto tiene una forma específica en el AT, pero se trata de una versión profética en vez de cultual. Consta en parte de actos<br />

públicos, y en parte de lamentaciones habladas o escritas. Las lamentaciones siguen los mo<strong>del</strong>os populares (Ez. 32:19ss; Jer. 9:20–<br />

21). La finalidad, sin embargo, no es consolar sino asombrar, no provocar la condolencia sino producir el arrepentimiento. La<br />

lamentación profética, pronunciada en nombre de Dios, es habitualmente por la muerte futura en la forma de una destrucción nacional.<br />

El interés principal, sin embargo, es por la rebeldía de la nación más que por su derrota. Esta lamentación no acepta la<br />

muerte; busca la renovación de la vida (cf. Am. 5:14) y comporta la seguridad de la restauración.<br />

2. El lamento de Amós 5:1–2 es típico. El hecho de que sea por la hija virgen despierta el más profundo sentido de pérdida, puesto<br />

que con ello se expresa un propósito no realizado. Se deben señalar también los lamentos de Miqueas (1:8), de Jeremías (9:18) y<br />

de Ezequiel (cap. 19); así como los lamentos irónicos y burlones por Egipto (Ez. 32) y por Babilonia (Is. 14). Tales lamentos se<br />

elevan a grandes sublimidades poéticas.<br />

3. Un aspecto secundario es que el profeta puede tener que renunciar al luto ordinario (Ez. 24:16; Jer. 16:5). La meta de esos<br />

símbolos es retratar esa terrible situación en que no habrá luto a causa <strong>del</strong> juicio divino (Ez. 24:22ss; Jer. 16:4ss).<br />

4. La actividad profética incluye también la declaración <strong>del</strong> luto o de su necesidad. La lamentación puede ser por el pecado (Jl. 2:12)<br />

o por la destrucción que acarrean los juicios de Dios (Is. 22:12). Puede asumir una forma irónica, como en la lamentación por la<br />

catástrofe universal en Jeremías 25:34, o por el despojo <strong>del</strong> dios Milcom en Jeremías 49:1ss.<br />

5. La certeza de la restauración viene con el anuncio <strong>del</strong> desastre; esto significará la sustitución <strong>del</strong> luto por la danza (Sal. 30:11). Sin<br />

embargo, la lamentación por el Mesías (Zac. 12:10ss) es parte <strong>del</strong> mensaje de salvación; hay aquí una pena que desemboca en<br />

vida.<br />

D. El luto en el judaísmo.<br />

[p 448] 1. Fuentes y uso. Diversos tratados dan testimonio de las costumbres de duelo en el judaísmo. El uso es muy parecido al <strong>del</strong><br />

AT.<br />

2. Costumbres y tiempos. La primera parte <strong>del</strong> duelo se da durante la procesión fúnebre. Consta de lamentaciones y golpes de pecho.<br />

Una segunda parte viene a continuación <strong>del</strong> entierro propiamente dicho; se divide en un período de un día, un período principal de<br />

siete días (tres de ellos de luto muy rígido), y un período más largo pero menos estricto de treinta días (y de un año entero cuando<br />

se trata de los padres). A continuación pueden venir conmemoraciones adicionales, alentadas por oradores ambulantes.<br />

3. Los dolientes. Las plañideras contratadas con sus lamentos, haciendo sonar instrumentos de percusión y golpeándose el pecho<br />

desempeñan una función importante en la procesión fúnebre, aunque se ponen restricciones a su actividad. Después <strong>del</strong> sepelio<br />

sólo se prescribe la lamentación. Los miembros de la familia, tanto hombres como mujeres, se suman a la procesión fúnebre y<br />

expresan su pena golpeando el suelo con los pies, frotándose las manos y golpeándose el pecho. Ya en el sepulcro, oradores varones<br />

honran al difunto con elogios. También se encuentran grupos más numerosos de amigos, y hay luto nacional por líderes importantes,<br />

especialmente si se trata de rabinos.<br />

4. Significación y motivos. El luto se considera un deber de amor (Éx. 18:20). Tiene fuerza expiatoria (1 R. 14:13) y consuela al<br />

difunto. El temor a los demonios, que cerca de las tumbas son potentes y peligrosos, también puede ser una razón para ello.<br />

E. El luto en el NT.<br />

I. El luto popular.<br />

1. El caso de la hija de Jairo da evidencia <strong>del</strong> primer período de duelo, que comienza al momento de la muerte, y que asume una<br />

forma convencional que involucra la presencia de parientes, conocidos que expresan su condolencia, flautistas y plañideras (Mr.<br />

5:38; Mt. 9:23; Lc. 8:52). El caso de Lázaro (Jn. 11:17) nos coloca en el segundo período, el de siete días, cuando los tres días más<br />

estrictos han pasado ya, y según el ceremonial <strong>del</strong> judaísmo el rasgo más importante lo constituyen las visitas.<br />

2. El juego de niños en Mateo 11:16–17 refleja las costumbres funerarias de la época. Presupone que un líder dirige el lamento, y<br />

que los demás deben sumársele con movimientos de las manos, probablemente golpeándose la frente o el pecho.<br />

3. Jesús mismo experimenta por anticipado la primera etapa <strong>del</strong> luto, cuando las mujeres de Jerusalén lloran por él en el camino a la<br />

cruz (Lc. 22:37). Este es un símbolo de duelo nacional, a pesar de que ese tipo de duelo estaba prohibido en casos de ejecución. Lo

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