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Diccionario Teológico del Nuevo Testamento - Compendio - Kittel

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365<br />

4. El significado ético y religioso de ט ָפּ ְשׁ ִמ. En la alianza, Dios hace <strong>del</strong> pueblo su propio pueblo. Todos los actos legales explican la<br />

decisión básica: «Yo seré su Dios, y ustedes serán mi pueblo.» La revelación de este ט ָפּ ְשׁ ִמ subyace a las obligaciones, pero también<br />

a las exigencias que brotan para el pueblo entero y para cada individuo dentro de él. Aunque no hay una norma abstracta de<br />

moral, el juicio de Dios significa necesariamente justicia. Los profetas le dan a esta implicación una concreción ética, especialmente<br />

en la capacidad de diferenciar entre lo correcto y lo incorrecto (cf. 1 R. 3:9; Miq. 3:1–2; Is. 1:17; Am. 5:7), o en el ser campeón<br />

de la causa de los pobres y necesitados (Dt. 10:18; Is. 10:2; Am. 5:11; Jer. 5:28; Ez. 22:29), quienes pueden no ser moralmente<br />

superiores pero por lo menos tienen razón contra sus opresores. Un corolario es que, puesto que los caminos de Dios son rectos,<br />

todo lo que se opone a él será subyugado al final (cf. Is. 2). Dios vendará a los quebrantados y destruirá a los fuertes (Ez. 34:16).<br />

Pero la orientación primaria <strong>del</strong> ט ָפּ ְשׁ ִמ es religiosa; sale como la luz, exigiendo que el pueblo haga lo correcto sobre la base de la<br />

autorrevelación de Dios (Os. 6:5–6; cf. Miq. 3:8; Sof. 3:5). Jeremías 9:23–24 expresa la misma idea: la única causa para jactarse<br />

debe ser el conocer a Dios, pero conocer a Dios es conocer su ט ָפּ ְשׁ ִמ, con la implicación de una obligación de ejecutarlo también.<br />

Bajo esta luz se puede comprender el llamado profético al arrepentimiento. Si los juicios de Dios revelan su voluntad, resulta clara<br />

la seriedad completa <strong>del</strong> compromiso. El pueblo queda colocado bajo la bendición y la maldición de Dios; el no lograr cumplir el<br />

juicio de Dios revelado significa la posibilidad de romper la alianza. Por eso el día <strong>del</strong> Señor puede ser un día de juicio sobre Israel<br />

en lugar de victoria sobre sus enemigos (Am. 1; Os. 4:1ss; Is. 1:2, 18ss; Sof. 3:8). El juicio sobre Israel se halla en el corazón mismo<br />

<strong>del</strong> juicio universal. El único privilegio de la elección es el de un juicio con una especial severidad. Cuando más, sobrevive<br />

sólo un remanente, y la alianza es quebrantada de tal modo que sólo puede continuar si Dios, en su gracia y su misericordia, la<br />

reinstituye.<br />

[p 462] 5. El cambio de significado en ט ָפּ ְשׁ ִמ . Que ט ָפּ ְשׁ ִמ puede así llegar a significar gracia y misericordia resulta evidente en Isaías<br />

30:18ss. Aquí significa salvación para un remanente afligido. Esto se conecta con el sentido existente de juicio para los necesitados<br />

y oprimidos. Pero esto es ahora un acto, no de justicia, sino de amor. Si ט ָפּ ְשׁ ִמ significa destrucción de los orgullosos, significa<br />

socorro para los débiles (Éx. 34:16). El Israel <strong>del</strong> exilio está débil. Puede por tanto reclamar el ט ָפּ ְשׁ ִמ que protege a los débiles (Dt.<br />

32:4). Pero reconoce que el ponerse a la altura de este reclamo es un ejercicio de misericordia así como de justicia (Dt. 10:18).<br />

Esto altera el contenido legal de ט ָפּ ְשׁ ִמ, por cuanto el perdón está en tensión con la retribución, y el juicio se le muestra al pueblo<br />

aun cuando no haya guardado los juicios de Dios. El señorío de Dios desafía una categorización puramente legal. Como se puede<br />

ver por Job, la justicia de Dios trasciende la comprensión humana. A Dios nadie le enseña el sendero de la justicia (Is. 40:14). Pero<br />

no se trata simplemente de omnipotencia; se trata de la fi<strong>del</strong>idad de Dios a la alianza de gracia. Este es su ט ָפּ ְשׁ ִמ (Dt. 32:4; Sal.<br />

105:5ss; 111). El pueblo elegido es juzgado por su pecado. Por esta razón el ט ָפּ ְשׁ ִמ está lejos de él (Is. 59:9ss). La presencia de<br />

individuos justos no altera esta situación. La única esperanza es el ט ָפּ ְשׁ ִמ divino que cancelará el pecado y establecerá de nuevo la<br />

alianza (cf. Jer. 30–31; Os. 2:20ss; Is. 28:17). El Mesías establecerá el reino con justicia y rectitud (Is. 9:6ss). El pueblo, al tener el<br />

Espíritu de Dios, observará sus juicios (Ez. 36:27). El juicio de los malvados es el reverso de su ט ָפּ ְשׁ ִמ salvador (Is. 1:27–28), pero<br />

no se trata de una sucesión causal, ya que la única base para la salvación es la gracia que perdona. Sin embargo, permanece la<br />

tensión, en vista <strong>del</strong> hecho de que ט ָפּ ְשׁ ִמ denota a la vez salvación y juicio.<br />

6. ט ָפּ ְשׁ ִמ en su relación con las naciones. El ט ָפּ ְשׁ ִמ de Dios es parte de su gobierno. Se aplica por tanto a las naciones que han<br />

observado sus propios juicios en lugar de los de Dios (Ez. 5:6ss). En cierto sentido esos juicios vienen de Dios (Ez. 22:25) en la<br />

ejecución de su juicio negativo. Pero el ט ָפּ ְשׁ ִמ de Dios también puede ser positivo en relación con las naciones. Así pues, Dios<br />

pone su Espíritu en su Siervo para que lleve el ט ָפּ ְשׁ ִמ a las naciones. En una extensión universal, esto significa salvación para las<br />

naciones y misericordia para los oprimidos. Dios mismo envía su ט ָפּ ְשׁ ִמ como luz para los pueblos (Is. 51:4); esto significará liberación<br />

y salvación para ellos (v. 5). El ט ָפּ ְשׁ ִמ, pues, es la revelación bondadosa de Dios, que constituye la base de su relación no<br />

solamente con el pueblo escogido sino con todos los pueblos.<br />

[V. Herntrich, III, 923–933]<br />

C. El concepto de juicio en el mundo griego. Para los griegos los dioses son los guardianes <strong>del</strong> derecho y la costumbre. Al<br />

principio ellos mismos son caprichosos, de modo que hay que aplacarlos. Son también los ejecutores <strong>del</strong> destino. Pero se desarrolla<br />

la creencia de que Zeus gobierna como juez y hace que lo correcto triunfe y que lo incorrecto sea castigado en este mundo. Al<br />

principio no hay idea alguna de un juicio futuro; la muerte es la suerte de todos. Los órficos, con su creencia en la transmigración,<br />

son los primeros en proclamar un juicio en el mundo inferior, aunque no se trata de una retribución final sino una asignación de la<br />

siguiente etapa de transición. Adoptada por Píndaro, Platón, etc., la idea <strong>del</strong> juicio futuro se vuelve parte de la tradición filosófica.

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