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Diccionario Teológico del Nuevo Testamento - Compendio - Kittel

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4. La pureza interna. El énfasis en la pureza ritual va acompañado en el judaísmo rabínico por una exigencia fuerte y coherente de<br />

pureza moral. El alma la hemos recibido de Dios pura, y debemos mantenerla así. La exigencia de pureza interior abarca la totalidad<br />

de la vida, desde cosas como el habla, por una parte, hasta la administración de la justicia, por la otra. Debemos resguardar<br />

nuestra boca de todo pecado, y santificarnos de todo pecado y culpa; entonces Dios nos da la promesa de su presencia permanente.<br />

[R. Meyer, III, 418–423]<br />

D. Lo puro y lo impuro en el NT.<br />

1. La limpieza física. Este sentido está presente en pasajes que siguen el punto de vista tradicional de que lo que está físicamente<br />

limpio es apto para el uso cultual (Heb. 10:22) o ritual (Mt. 23:26) o respetuoso (Mt. 27:59). Lo que más se acerca al judaísmo son<br />

las afirmaciones acerca de la nueva Jerusalén en el Apocalipsis (21:18, 21; cf. 15:6; 19:8, 14). Lo que es limpio es apto para la<br />

comunión con Dios; lo profano es dejado fuera (cf. 21:27).<br />

2. La pureza cultual y la purificación. El término tiene esta referencia cuando se usa para la purificación ritual de vasos o utensilios<br />

(Mt. 23:25), la limpieza de leprosos (Mt. 8:2–3), o la sangre como medio de purificación (Heb. 9:22). Pero Pablo afirma la pureza<br />

básica de todas las cosas creadas (Ro. 14:14, 20). Pedro aprende la misma lección en la visión de Hechos 10 (cf. v. 15 y 11:9). Sin<br />

embargo, si los animales son puros, los gentiles no están excluidos <strong>del</strong> evangelio por una impureza cultual. La purificación que<br />

cuenta es la limpieza <strong>del</strong> corazón por la fe (Hch. 15:9). Aquí es el propio Jesús quien indica el camino con su enseñanza de que la<br />

verdadera contaminación es interior (con lo cual declara puros todos los alimentos, como comenta Marcos; cf. Mr. 7:14ss). Tito<br />

1:15 avanza el principio de que es la persona quien hace puras o impuras las cosas: para los puros todo es puro; para los no creyentes<br />

nada es puro. Según 1 Timoteo 4:5 la acción de gracias por las comidas santifica todos los alimentos, de modo que podemos<br />

disfrutar de ellos sin escrúpulo. En el NT, pues, se desvanece la idea de una impureza material o meramente cultual; el concepto de<br />

pureza moral y espiritual la trasciende y la reemplaza.<br />

3. La pureza moral. Jesús nos muestra que una pureza cultual que tiene que ver sólo con cosas externas es insuficiente (Mt. 23:25–<br />

26; Lc. 11:41). La pureza que se le exige a la comunidad neotestamentaria es moral y personal. Consiste en una dedicación a Dios,<br />

que renueva el ser interior. La pureza <strong>del</strong> corazón –que está muy por encima de la pureza de las manos– es lo que cuenta ante Dios.<br />

Pero la pureza se convierte en tema primario sólo en escritos tales como las Pastorales, Hebreos, Juan, Santiago y 1 Pedro. Santiago<br />

1:27 asegura que la religión pura consiste en el amor práctico, mientras que Santiago 4:8 exige una purificación <strong>del</strong> corazón así<br />

como una limpieza de las manos (cf. Is. 1:16–17). 1 Pedro 1:22 exhorta a una purificación <strong>del</strong> alma en la obediencia de la fe y en<br />

un amor sincero. Efesios 5:26 usa el simbolismo <strong>del</strong> bautismo para describir la purificación moral realizada por Cristo y que determina<br />

la conducta futura. La muerte de Cristo es sobre todo el sacrificio que expía el pecado y crea una nueva pureza de vida.<br />

Por esta muerte somos un pueblo suyo, celoso por las buenas acciones (Tit. 2:14). Recibimos un corazón puro y una buena conciencia,<br />

y esto redunda en el amor (1 Ti. 1:5). La carta a los Hebreos contrapone a la antigua pureza ritual la superior pureza [p<br />

379] moral <strong>del</strong> nuevo orden (9:13). Todavía se necesita purificación (cf. 9:22), pero esto sólo lo puede lograr la sangre de Cristo<br />

que purifica <strong>del</strong> pecado (1:3) y que libera de los impulsos pecaminosos (9:14). Es por la muerte de Cristo, entonces, que tenemos<br />

acceso a la santidad y podemos vivir en la presencia de Dios. La pureza también es un tema importante en Juan. Los discípulos<br />

quedan limpios gracias a su asociación con Jesús (Jn. 15:3). Esta purificación se da por la palabra (cf. 17:14ss). En Juan 13 el lavamiento<br />

de los pies sirve como símbolo, que apunta hacia el bautismo (Jn. 13:10), y a la vez ofrece un ejemplo al denotar el servicio<br />

amoroso de Cristo en el perdón cotidiano. 1 Juan atribuye el poder de esta continua purificación a la sangre de Jesús (1:7). Es<br />

en virtud de esta purificación que los creyentes pueden alcanzar la pureza (3:3, 6). El Apocalipsis insiste en la pureza ritual de la<br />

nueva Jerusalén, pero obviamente sólo como símbolo de su perfecta santidad interna.<br />

ἀκάθαρτος, ἀκαθαρσία. Estos dos términos se usan para la impureza física, cultual y moral, que están íntimamente entretejidas.<br />

En la LXX el uso es principalmente cultual. La impureza se pega como una infección y hace que la persona o cosa sea inútil para<br />

el culto. Los objetos, los animales, los lugares, los utensilios y las personas pueden ser impuros, p. ej. por contacto, por procesos<br />

sexuales o por idolatría. Los sacerdotes deciden lo que es impuro y efectúan los ritos de purificación (cf. especialmente Lv. 7, 11,<br />

13ss; Nm. 9, 19). El judaísmo helenístico profundiza el concepto en líneas morales. En el NT, 1. el sentido de impureza cultual se<br />

puede ver en Mateo 23:27; Hechos 10:14, 28; Gálatas 2:11–12, y cf. el término «espíritu inmundo». Pero el NT también usa este<br />

término 2. para referirse a la alienación de los gentiles con respecto a Dios, la cual se manifiesta como licenciosidad (cf. Ro.<br />

1:24ss; 1 Ts. 4:7; Ef. 4:19; 2 Co. 6:17). La ἀκαθαρσία es una obra de la carne, e. d. de la persona no regenerada que está sujeta a<br />

los deseos naturales (Gá. 5:19). La santificación cristiana, sin embargo, abarca a los hijos de los cristianos, de modo que ellos ya<br />

no son impuros (1 Co. 7:14).<br />

καθαρισμός. Este término significa «limpieza física», luego «limpieza ritual». En la LXX se usa para la purificación ritual (cf. Lv.<br />

15:13; Éx. 29:36; 30:10). El sentido de purificación cultual se puede hallar en el NT en Marcos 1:44; Lucas 2:22; Juan 2:6, pero<br />

aquí el término denota también la purificación <strong>del</strong> pecado, en el bautismo (Jn. 3:25; Ef. 5:26; 2 P. 1:9), por medio de la muerte de

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