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Diccionario Teológico del Nuevo Testamento - Compendio - Kittel

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31:33ss; Sal. 51:10). Sin embargo, incluso en la situación cambiada después <strong>del</strong> diluvio, la bendición de Dios sigue posada sobre<br />

sus obras (Gn. 9:1ss; Sal. 8).<br />

C. La doctrina de la creación en el judaísmo posterior.<br />

1. Terminología. Los rabinos usan los mismos términos que el AT para la obra creadora de Dios. Una metáfora común es la de<br />

construir un palacio o una ciudad. El término «creación» se halla tanto para todas las criaturas como específicamente para la<br />

humanidad. Las obras griegas usan κτίζειν y ποιεῖν para «crear» o «hacer», κτίσις para «creación», y κτίστης (o ὁ κτίσας) para<br />

«Creador».<br />

2. Dios como Creador <strong>del</strong> mundo. Con frecuencia se afirma que Dios es el único Creador por su palabra. A veces, aunque no<br />

siempre, resulta claro, o al menos implícito, que se trata de una creación a partir de la nada. Los rabinos rechazan aquella especulación<br />

que busca ir más atrás de la creación. Incluso las cosas preexistentes, como el trono de Dios o la ley, son creadas. Como en el<br />

AT, la creación y la preservación corren parejas. El Dios que ha mandado sigue mandando. Aunque Dios descansa, sigue renovando<br />

la creación cada día. Las llaves de la lluvia, <strong>del</strong> nacimiento y de la resurrección no las confía a nadie más. Hay abundantes referencias<br />

al Creador en las peticiones y en las acciones de gracias. La idea de la creación inspira confianza en la aflicción, y establece<br />

el deber de la obediencia. La creación distingue al Dios viviente de los ídolos muertos. El Creador es, por supuesto, el Dios de<br />

los padres. En cuanto tal, protege y venga a su pueblo. En los conflictos posteriores se busca refugio en su poder trascendente.<br />

3. El mundo como creación de Dios. El mundo depende de Dios, es dirigido por él, y le debe obediencia. La voluntad de Dios (que<br />

se expresa en la ley) constituye su sentido. Es creado para los padres en el sentido de que Israel ha de recibir la ley. La creación<br />

constituye el entorno para la realización de la voluntad de Dios. El pecado no ha introducido un cambio ontológico, sino un estado<br />

de enfermedad, p. ej. una vida más breve para los humanos, menos fecundidad para la tierra, una disminución en la intensidad de<br />

la luz <strong>del</strong> sol y de la luna. Las obras pseudoepigráficas, sin embargo, ofrecen una visión más sombría de la caída con su énfasis en<br />

la distinción de los eones, la actividad de Satanás, y la forma de ser totalmente nueva <strong>del</strong> eón venidero. Pero esto no significa una<br />

identificación <strong>del</strong> mundo con el pecado.<br />

4. La humanidad como creación de Dios. La semejanza divina es una determinación decisiva de la humanidad. Es una prueba <strong>del</strong><br />

amor de Dios, y halla su expresión en la capacidad de hablar. Significa que todos los seres humanos se ven confrontados con las<br />

exigencias de Dios. Por libre decisión Israel acepta la ley, y algunos israelitas la cumplen. La semejanza divina constituye una<br />

motivación para respetar a los demás. Si está presente un impulso maligno, esto no representa un cambio ontológico. En efecto, el<br />

impulso consiste en tendencias naturales que hay que mantener a raya, y Dios ha dado la ley para posibilitar esto. En los pseudoepígrafos<br />

hay un mayor énfasis en la caída y en el juicio resultante. Sólo unos pocos encontrarán a duras penas su camino hacia la<br />

restauración final. La promesa de una creación renovada recorre todos los escritos. La renovación de la [p 475] relación con Dios<br />

(p. ej. mediante la circuncisión, la conversión o el perdón) significa una nueva creación, aunque en este caso la palabra no ha de<br />

tomarse necesariamente en su sentido literal.<br />

D. δημιουργέω y κτίζω en griego, y el aporte lingüístico de la LXX. En griego las principales palabras para la obra creadora de<br />

Dios son ποιεῖν, πλάσσειν y θεμελιοῦν. La LXX usa estas palabras pero evita el grupo δημιουργέω. δημιουργός es una palabra<br />

general en griego para designar a un médico, a un constructor o a cualquier tipo de artesano. Lo que se sugiere es una acción sobre<br />

algo que ya está ahí. Los movimientos <strong>del</strong> sol y de la luna son los δημιουργοί <strong>del</strong> día y la noche. Los δημιουργοί de las festividades<br />

son aquellos que ganan las victorias que son ocasión para ellas. Posteriormente el término se usa principalmente para los<br />

artesanos, los cuales no son tenidos en muy alta estima. Cuando se aplica al Creador, da a entender que Dios hace el mundo a partir<br />

de materiales existentes. La LXX lo evita por esa razón. κτίζω, que la LXX adopta, se aplica a diferentes usos para asentarse en<br />

una tierra, establecer arboledas o templos, instituir festivales, etc. Expresa la resolución de emprender la acción, y por eso suele ir<br />

seguido de δημιουργείν. Otros usos son para la invención y la fundación de escuelas filosóficas, pero en tiempos <strong>del</strong> NT su uso<br />

principal es para la fundación de ciudades o el asentamiento de países, con énfasis en la resolución personal (p. ej. la de los gobernantes<br />

al fundar ciudades) que da inicio a la obra propiamente dicha. Es probablemente a causa de la referencia a la resolución, y<br />

para evitar la asociación de δημιουργείν con los artesanos, que la LXX prefiere el grupo κτίζω al más evidente δημιουργέω. Al<br />

mismo tiempo, la LXX usa κτίζω en sólo 17 de los 46 casos en que lee ארב como «crear», y el único de esos usos en el Pentateuco<br />

está en Deuteronomio 4:32. En efecto, sólo hay cuatro (o cinco) casos en el Pentateuco, ninguno en los libros históricos, quince en<br />

los profetas, y nueve en los escritos, con treinta y seis en los libros apócrifos. Los hallazgos sugieren que el término asume significación<br />

teológica sólo gradualmente, y que todavía no lo ha hecho cuando se traducen las primeras obras. κτίζω significa el asentamiento<br />

o fundación de ciudades, pero no tiene este sentido en la LXX, donde significa «criatura» o «creación». κτίσμα es lo que<br />

se funda, y también este término significa criatura en la LXX. El κτίστης es el fundador, p. ej. de una ciudad; la LXX lo usa como<br />

un atributo divino en 2 Samuel 22:32 para mostrar el poder de Dios y para diferenciarlo de los ídolos.<br />

E. La creación en el NT.

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