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Diccionario Teológico del Nuevo Testamento - Compendio - Kittel

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1. El sueño y la historia. En el AT volvemos a encontrar sueños cultuales, políticos y personales. Así, el sueño de Jacob es cultual<br />

(Gn. 28:11ss), los de José y Salomón son políticos (Gn. 37:5ss; 1 R. 3:5ss), y los <strong>del</strong> copero y el panadero son personales (Gn.<br />

40:8ss). Los sueños son principalmente alegóricos, de modo que la interpretación es importante, y sigue líneas tradicionales. José y<br />

Daniel reemplazan a los adivinos egipcios y babilonios, usando incluso algunas de sus propias equiparaciones. Sin embargo, los<br />

sueños <strong>del</strong> AT tienen ciertos rasgos distintivos. Se mueven en un nivel más sobrio, y de hecho más elevado. Se pone énfasis en el<br />

carácter efímero de los sueños (cf. Sal. 73:20). No provienen <strong>del</strong> reino de los muertos –el cual no es en ningún sentido la morada<br />

de Dios– sino de Dios mismo (Gn. 20:6; 28:10ss; Jue. 7:13ss; Dn. 2:1ss). No son necesarios para la revelación, pero Dios puede<br />

usarlos si así lo elige, y sólo él puede dar la verdadera interpretación a personas escogidas (Gn. 40:8; Dn. 2:17ss). Sobre la base de<br />

estas condiciones, los sueños se integran a la historia de Dios con su pueblo (cf. Gn. 41:1ss; Jue. 7:13ss). Incluso se cuentan sueños<br />

personales, porque las personas en cuestión desempeñan una parte en la historia de la salvación. El Dios que da los sueños es el<br />

Dios de la historia, de quien brota el poder santificador. A los sueños, entonces, se les da un sello distintivo.<br />

2. El sueño como medio normal de revelación. Job y sus amigos todos consideran los sueños como mensajes de Dios (cf. 4:13ss;<br />

7:14). Los sueños son asociados con santuarios (Gn. 28:10ss), y allí se buscan revelaciones (1 S. 3:1ss). Se conecta la profecía con<br />

los sueños (Nm. 12:6–7). Los sueños serán una característica de la era de la salvación, cuando Dios derrame su Espíritu (Jl. 2:28).<br />

3. La crítica profética de los sueños. Sin embargo, existe también una crítica a los sueños. Dios le habla a Moisés directamente (Nm.<br />

12:6ss). Las revelaciones por medio de sueños pueden ser poco confiables aun cuando van acompañadas de señales y prodigios<br />

(Dt. 13:2ss). Jeremías se debate con los profetas que apelan a sueños (23:25ss). Es sobre la base de la verdadera palabra de Dios,<br />

no <strong>del</strong> racionalismo, que los sueños resultan sospechosos. Eclesiastés 5:3, 7 llega a una conclusión similar. Las palabras y los sueños<br />

son cosa de poco valor; más vale temer a Dios.<br />

III. Los sueños y su interpretación en el judaísmo.<br />

1. Filón. La crítica profética se pierde de vista en el judaísmo helenístico. Filón sabe de la vaciedad de los sueños, pero aún así<br />

piensa que Dios otorga el conocimiento de las cosas celestiales por medio de los sueños, p. ej. las bellezas de las virtudes. En algunos<br />

sueños Dios habla directamente, en otros por medio de almas inmortales, y aun en otros por medio de las almas de quienes<br />

sueñan. Los sueños [p 676] de este último grupo son oscuros y necesitan de intérpretes auténticos, si bien Filón mismo alegoriza<br />

las interpretaciones bíblicas.<br />

2. La hagiografía y la apocalíptica. La literatura religiosa popular manifiesta una fuerte creencia en los sueños. En Ester, la LXX<br />

añade un sueño de Mardoqueo, y en 2 Macabeos 15:11ss Judas Macabeo cuenta un sueño para alentar a sus soldados. En la apocalíptica<br />

hay un límite fluido entre el sueño y la visión. Muchas visiones son elucubraciones literarias.<br />

3. Josefo. Josefo da muestras de considerable credulidad. Agrega al AT nuevos sueños, y adorna la historia postcanónica con sueños,<br />

p. ej. los de Jado, Hircano, Arquelao, y el propio Josefo, quien tiene sueños que revelan el destino futuro de los emperadores antes<br />

de pasarse a los romanos.<br />

4. El judaísmo rabínico. Los rabinos muestran cierto escepticismo, p. ej. en su dicho de que los sueños ni enaltecen ni rebajan. A<br />

veces interpretan los sueños psicológicamente, pero también distinguen entre visiones válidas e inválidas, e. d. las que vienen de<br />

los ángeles y las que vienen de los demonios. Existe un ángel de los sueños, y los sueños constituyen una minúscula fracción de la<br />

profecía. En la vida práctica los intereses que brotan en los sueños son los comunes: el dinero, la salud, el matrimonio, etc. Aquellos<br />

que tienen sueños corruptos deben buscar la razón y la sabiduría. Existen intérpretes tanto expertos como populares, y se van<br />

desarrollando interpretaciones fijas; así el trigo denota la paz, la cebada el perdón, un caballo blanco el bien, un asno la salvación<br />

mesiánica. Los juegos de palabras son comunes en la exposición. Cosa peculiar <strong>del</strong> judaísmo es la creencia de que un sueño tiene<br />

fuerza sólo mediante la interpretación. La interpretación es entonces un arte valioso, y los sueños se pueden evadir buscando una<br />

interpretación favorable (como también mediante la recitación de las Escrituras, la oración, la limosna y la penitencia). Se hacen<br />

intentos de aplicar los sueños moralmente. Así, se dice que a los malvados Dios les da malos sueños para conducirlos al arrepentimiento.<br />

B. El sueño en el NT.<br />

1. La tradición. Los sueños de Pablo en Hechos 16:9–10 y 27:23–24 llevan el sello de la autenticidad, y por eso podemos aceptar<br />

también 18:9 y 23:11. En otros lugares, los únicos sueños se hallan en Mateo (1:20–21; 2:12; 2:13ss; 27:19). La fórmula κατ<br />

ὄναρ muestra que todos estos vienen de la misma mano, si bien algunos eruditos opinan que son legendarios y apologéticos.<br />

2. La singularidad de la visión <strong>del</strong> NT.<br />

a. Parquedad. Si el NT rara vez menciona sueños, es porque considera significativos sólo unos pocos de ellos. No los descarta, ya<br />

que cita Joel 2:28 con aprobación. Pero se resiste al interés helenístico. Así, Pablo nunca menciona en sus epístolas los sueños de

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