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Diccionario Teológico del Nuevo Testamento - Compendio - Kittel

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2. En Pablo. a. Ley y promesa. Pablo examina la relación entre ley y promesa. Está convencido de que Dios puede hacer lo que<br />

promete (Ro. 4:21) incluso al punto de resucitar a los muertos o de crear a partir de la nada (4:17). Pero para que las promesas se<br />

cumplan, deben ser desvinculadas de lo que hacemos nosotros y enlazadas con la voluntad bondadosa y la acción de Dios (4:16).<br />

Atar la promesa a la ley es invalidarla por razón de nuestro incumplimiento y <strong>del</strong> juicio resultante (4:13). La promesa ya no es<br />

promesa si depende de la ley (Gá. 3:18). La promesa de la alianza precede a la ley. La ley no puede dar vida (3:21) sino que sirve<br />

sólo para conducir a los pecadores desde las obras hasta la fe (3:22). No obstante, el indicativo de las promesas lleva consigo un<br />

imperativo, como en 2 Corintios 7:1; Romanos 6; Filipenses 2:12. Las promesas no están determinadas por la conducta <strong>del</strong> creyente,<br />

sino que la determinan.<br />

b. Los receptores. Abraham y sus descendientes son los receptores (Ro. 4:13). Los judíos son los primeros en recibir las promesas de<br />

la salvación mesiánica (9:4); los gentiles son ajenos a ellas (Ef. 2:12). Jesús es judío (Ro. 15:8). Sin embargo, a partir de los judíos<br />

las promesas se extienden, por medio de Jesús, a las naciones, ya que todos los que creen como Abraham son hijos de Abraham<br />

(Ro. 4:16) en la única simiente que es Cristo (Gá. 3:16ss; cf. Ef. 3:6). Quienes se revisten de Cristo, o están en él, o le pertenecen,<br />

son la descendencia de Abraham y herederos conforme a la promesa (Gá. 3:27ss).<br />

c. El contenido de la promesa. El contenido es la salvación mesiánica como herencia, vida, Espíritu, rectitud y filiación (Ro. 4:13ss;<br />

Gá. 3:14ss; Ro. 9:8; Ef. 1:13). Todas las promesas quedan cumplidas en Cristo como el Sí de Dios (2 Co. 1:20), quien asumió la<br />

maldición de la ley (Gá. 3:14) y dio el Espíritu como arras, depósito o sello (Ef. 1:13–14).<br />

3. En Hebreos. El autor de Hebreos tiene preocupaciones diferentes. A su modo de ver, las promesas son dadas a Abraham, Isaac,<br />

Jacob, Sara, los patriarcas, los profetas y el pueblo (6:12–13; 11:9, 11, 33; 4:1ss). Para ellos se cumplen las promesas específicas,<br />

p. ej. la tierra y una posteridad (4:1; 6:14), pero la promesa en sentido absoluto no. Todas las promesas de Dios convergen en la<br />

salvación mesiánica que los patriarcas ven y saludan desde lejos como extranjeros y peregrinos (11:13). La nueva alianza establecida<br />

por Cristo descansa sobre mejores promesas (8:6). Las promesas citadas son las de Jeremías 31; son ellas las que ahora son<br />

llevadas a su cumplimiento (9:15) por la muerte de Cristo. La consumación final está todavía por venir (10:36), pero ya vivimos en<br />

el ἔσχατον (1:2), y necesitamos perseverar en la tensión entre el ya y el todavía no, no sea que al final, por falta de fe, malogremos<br />

la promesa (4:1ss). Por parte de Dios, su voluntad de llevar a consumación las promesas es inalterable; él ha garantizado su cumplimiento<br />

con un juramento, y esto debe fortalecernos en la fe (6:12ss).<br />

4. En 2 Pedro. La demora de la parusía ha generado individuos burlones que se preguntan dónde ha quedado la promesa de la venida<br />

de Cristo (3:4). La respuesta es que la aparente tardanza de Dios es paciencia (3:9); la palabra profética es segura (1:19ss).<br />

[p 241] ἐπάγγελμα. Este término no es tan común como ἐπαγγελία pero tiene en gran medida la misma gama de significados, p.<br />

ej. «declaración», «orden», «profesión», «promesa», y en Filón «tarea». En el NT figura solamente dos veces, en 2 Pedro, con el<br />

mismo sentido que ἐπαγγελία. En 3:13 aguardamos el nuevo cielo y la nueva tierra conforme a la promesa de Dios. En 1:4 las<br />

promesas de Dios son llamadas muy grandes y preciosas, ya que por medio de ellas escapamos de la corrupción presente y nos<br />

hacemos partícipes de la naturaleza divina (cf. 1:11).<br />

προεπανγέλλομαι. Esta palabra poco común significa a. «anunciar de antemano», b. «esforzarse de antemano» (para un oficio), y<br />

c. «prometer de antemano». El sentido a. lo hallamos en 2 Corintios 9:5 (el donativo que han anunciado por anticipado) y el sentido<br />

c. en Romanos 1:2 (el evangelio prometido de antemano en las Escrituras proféticas).<br />

[J. Schniewind Y G. Friederich, II, 576–586]<br />

ἐπαγωνίζομαι → ἀγών<br />

ἔπαινος [alabanza, aprobación]<br />

La alabanza y la aprobación eran cosas muy buscadas en la antigüedad, si bien el estoico trataba de lograr la libertad respecto al<br />

juicio humano. En el AT el ἔπαινος es el reconocimiento que la comunidad da a los justos, pero es especialmente la aprobación<br />

por parte de Dios. En Filón es la aprobación de Moisés o de Dios, pero a veces el aplauso público en sentido griego. ἔπαινος también<br />

se puede usar en la LXX para la actitud de alabanza y adoración por parte de la comunidad con respecto a Dios. El trono de<br />

Dios está rodeado de δόξα y ἔπαινος (1 Cr. 16:27).<br />

1. El uso <strong>del</strong> NT se asemeja al de la LXX. Lo único que cuenta es la aprobación de Dios, no la aclamación pública (Ro. 2:29; 1 Co.<br />

4:5). La idea es la de vindicación más que la de recompensa. El ἔπαινος es la sentencia salvífica de Dios con ocasión de la manifestación<br />

de Cristo (1 P. 1:7).

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