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Diccionario Teológico del Nuevo Testamento - Compendio - Kittel

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compartir con los cristianos gentiles, con tal que esos cristianos observen aquellos puntos que permitan defender ese compartir en<br />

el mundo judío.<br />

2. El uso de Pablo. Pablo comienza con el sentido tradicional, según el cual la ley es la ley <strong>del</strong> AT, si bien su uso no es uniforme. El<br />

Decálogo es la médula de la ley (Ro. 13:8ss), pero νόμος abarca otras leyes y puede usarse para una ley específica (Ro. 7:2). La<br />

ley exige acción; uno la hace (Ro. 2:25). Representa la voluntad viviente de Dios. Incluso aquellos que no conocen la ley, pero la<br />

practican, son para sí mismos «la» ley (no una ley que ellos eligen por su cuenta) (Ro. 2:12ss). La ley es la voluntad única revelada<br />

<strong>del</strong> Dios único. Por eso se puede personificar (Ro. 3:19; 7:1). A veces el νόμος puede ser el Pentateuco (cf. Ro. 3:21; Gá. 4:21).<br />

También se puede ver un uso figurado, como cuando Pablo se refiere a la ley de la fe (Ro. 3:27). Tal vez haya que entender de ese<br />

modo la ley de Romanos 7:21, e. d. la regla de que cuando queremos hacer lo correcto, el mal está al alcance. Otros casos son la<br />

ley <strong>del</strong> pecado (Ro. 7:25), la ley <strong>del</strong> espíritu de vida (8:2) y la ley de Cristo (Gá. 6:2).<br />

3. El entendimiento material de la ley en Pablo.<br />

a. La cruz domina el entendimiento material de Pablo. Esto explica su negación y afirmación de la ley, que de otro modo es<br />

inexplicable.<br />

b. La ley es la buena voluntad de Dios, de modo que oponerse a ella es oponerse a Dios (Ro. 8:7). Está orientada hacia los actos<br />

humanos, no simplemente hacia el conocimiento (cf. Ro. 2:17ss). Ponerla en práctica es tener una vida basada en los logros, pero<br />

esto da origen a la jactancia, y en efecto la ley no puede dar vida (Gá. 3:21), ya que nadie la obedece de verdad. La ley debe ser<br />

afirmada porque es idéntica con el bien. Si bien se hace una distinción entre los judíos que la tienen y los gentiles que no la tienen,<br />

los gentiles asienten a su veredicto y todos caen bajo su juicio (Ro. 1–2). Por eso, todos son remitidos a la fe en Cristo para su<br />

salvación (Gá. 3:28).<br />

c. En relación con el pecado humano, la ley primeramente lo prohíbe (Ro. 7:7, etc.), luego lo desenmascara como rebeldía contra<br />

Dios (Ro. 7:9), luego lo condena (5:13), de modo que no puede haber apelación ulterior a la ley, y luego nos encierra en él con<br />

divina autoridad (Gá. 3:22ss), descartando todos los intentos por justificarnos a nosotros mismos, y finalmente nos lleva a la muerte<br />

(Ro. 7:9–10). Allí estriba la debilidad de la ley, que hace que Pablo la cuente entre los elementos, los rasgos constitutivos, <strong>del</strong><br />

orden presente (Gá. 4:3), no a pesar sino precisamente a causa de su santidad como revelación de la voluntad divina.<br />

d. Esta negación se basa en la afirmación <strong>del</strong> acto de indulto de Dios en Cristo (Ro. 3:21ss; 8:1; Fil. 3:9). Fuera de la fe en Cristo, los<br />

seres humanos siguen estando bajo la ley (Col. 2:20), pero mediante la muerte de Cristo y la participación en ella se da un traslado<br />

desde la esfera de la ley (cf. Ro. 10:4) hacia la relación de filiación. Cristo, entonces, reemplaza a la ley como camino de salvación;<br />

para aquellos que siguen buscando la rectitud por la ley, Cristo ha muerto en vano (Gá. 2:21).<br />

e. Sin embargo, la cruz acepta el veredicto de la ley (Gá. 2:19; 3:13). Da cumplimiento a la condenación (cf. 2 Co. 5:21; Ro. 5:6ss).<br />

Es un cumplimiento de la ley en obediencia perfecta (Fil. 2:5ss) y en amor (Ro. 8:34ss). La fe reconoce la condenación implícita<br />

en la ley, y con ella viene la nueva obediencia en virtud de la cual la ley llega a su cumplimiento en el fruto <strong>del</strong> Espíritu (Gá. 5:22–<br />

23). Esta es la ley de Cristo (Gá. 6:2) en la cual se hace realidad la verdadera intención de la ley, de modo que Pablo [p 639] puede<br />

decir que el evangelio confirma la ley en vez de abolirla (Ro. 3:31). Sobre este fundamento, el propio Pablo puede obedecer con<br />

libertad ciertas estipulaciones concretas de la ley mosaica al ministrar a los judíos (1 Co. 9:20ss), y puede aconsejarles a los judíos<br />

que no renuncien a su circuncisión (1 Co. 7:18ss). De hecho, la ley es el lugar donde Pablo busca orientación en la vida comunitaria,<br />

no como argumento decisivo, sino en confirmación de lo que se conoce en la obediencia de la fe.<br />

f. El punto de vista de Pablo parece derivarse no tanto de la experiencia personal de la ley cuanto de una aplicación coherente a la ley<br />

de la fe en el Señor crucificado y resucitado, aunque se puede discutir si este punto de vista lo elabora él independientemente o en<br />

debate con las respuestas que proponen otros en torno a él. Ciertamente, él ve desde un inicio la antítesis entre el camino de la ley<br />

y el camino de la fe.<br />

III. El período posterior al conflicto.<br />

1. Hebreos.<br />

a. En Hebreos, νόμος es habitualmente la ley <strong>del</strong> AT. En su contenido, tiene que ver principalmente con la ley sacerdotal como<br />

aquello que le da al sacerdocio <strong>del</strong> AT su dignidad y su fuerza. El énfasis principal, desde luego, se pone en la relación entre el<br />

sacerdocio <strong>del</strong> AT y el de Cristo (cf. 7:16).<br />

b. Aunque validado por la ley, el sacerdocio <strong>del</strong> AT no puede hacernos perfectos, como tampoco lo puede su ley (7:11, 19). Esto es<br />

así debido a la debilidad humana (7:18ss, 24ss) y la externalidad de este ministerio (9:9–10). Aquí la ley es débil, no porque los

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