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Diccionario Teológico del Nuevo Testamento - Compendio - Kittel

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[H. Preisker, IV, 911]<br />

νήπιος [niño, infantil], νηπιάζω [ser como un niño]<br />

487<br />

A. νήπιος en el uso griego general. Esta palabra significa «inmaduro», «tonto». Se usa en medicina para los niños pequeños en<br />

diversas etapas. También la hallamos en inscripciones funerarias para niños pequeños de 1 a 10 años de edad. Se puede usar también<br />

para los huérfanos (denotando su desamparo), y luego llega a usarse para los menores de edad en sentido legal. Suele figurar<br />

con referencia a los niños como miembros de la familia junto con la esposa o madre. (También se puede usar para las crías de los<br />

animales o los retoños de las plantas.) Pero el sentido principal en griego es «tonto», «inexperto» o «infantil», sin una necesaria<br />

referencia a los niños. Es νήπιος aquel individuo que es inmaduro en su conducta, que muestra una confianza insensata en la fortuna,<br />

que no toma en cuenta la realidad, o que no hace caso <strong>del</strong> consejo de los filósofos.<br />

B. νήπιος en el AT. En la LXX, νήπιος se usa en Proverbios 23:13 para el joven que está recibiendo educación. Es un término<br />

sencillo para la juventud en Oseas 11:1. Cuando Israel era joven, Dios lo amó. El término expresa la inocencia infantil de la época<br />

<strong>del</strong> desierto, antes de la apostasía de tiempos posteriores. En Oseas 2:17 νεότης expresa la misma idea. La LXX prefiere ἄφρων<br />

cuando se hace referencia a la insensatez, aunque otras versiones a veces usan νήπιος en el mismo sentido de censura. νήπιος<br />

tiene una referencia positiva cuando denota en los Salmos a la persona sencilla. Los sencillos son los justos a quienes Dios da<br />

sabiduría (Sal. 19:7) y a quienes él protege (116:6) e ilumina (119:130). En otras palabras, la LXX hace con νήπιος lo que Pablo<br />

hace con μωρός, aceptando y transmutando la palabra con el matiz derogatorio que tiene en el mundo pagano.<br />

C. νήπιος en el NT.<br />

1. Pablo y Hebreos. El uso en Pablo y Hebreos es primordialmente ético y pedagógico. Pablo conecta el término con los niños, pero<br />

en connotaciones específicas. Los corintios son infantiles al enfatizar los dones que son impresionantes en lo externo (1 Co.<br />

14:20). Deben ser niños en la malicia. La madurez, sin embargo, es la meta principal de Pablo (Ef. 4:13–14), ya que a los niños es<br />

fácil extraviarlos. Desde cierto punto de vista, la niñez es un estado que ya ha quedado atrás (Gá. 4:1ss). Aquí la referencia es al<br />

heredero que sigue siendo menor de edad, y para quien la ley es un pedagogo. Ahora [p 618] que ha venido Cristo, se otorgan los<br />

plenos derechos de la filiación. Pablo también compara al niño con el adulto en 1 Corintios 13:11. Nuestro conocimiento actual es<br />

el conocimiento imperfecto propio de la niñez, que dará paso al pleno entendimiento cuando llegue la edad de la madurez. Si en 1<br />

Tesalonicenses 2:7 la lectura correcta es νήπιοι («nos portamos como niños entre ustedes»), se trata de una manera directa y no<br />

dialéctica de designarse a sí mismos; pero ha de preferirse ἤπιοι («tiernos»). En las iglesias Pablo acepta su papel como maestro<br />

de los niños (cf. Ro. 2:20). Los corintios, al ser todavía σάρκινοι, son νήπιοι, e. d. son niños que aún no están listos para una<br />

instrucción más profunda, y por lo tanto hay que alimentarlos con leche (cf. 1 Co. 3:1–2). La situación de la que se trata en Hebreos<br />

5–6 es semejante. Los lectores ya deberían ser maestros, pero han seguido siendo νήπιοι que sólo conocen las doctrinas básicas<br />

(cf. 6:1–2) y todavía no han aprendido a poner en acción lo que se les ha enseñado (6:11). Para Pablo, por supuesto, el conocimiento<br />

por sí solo comporta el peligro de diluirse en especulaciones. A la larga, la cruz es el tema único de la predicación cristiana, y lo<br />

decisivo es que el poder de Dios, que a los ojos humanos es tontería, es concedido a los μωροί o νήπιοι (1 Co. 1:18ss).<br />

2. Los niños pequeños en el mensaje de Jesús. A este respecto Pablo coincide con Jesús, quien en diferentes modos insiste en que el<br />

evangelio es para los niños o los pequeños. El término νήπιοι figura solamente en Mateo 11:25 (par. Lc. 10:21) y Mateo 21:16<br />

(citando Sal. 8:2). En este último pasaje los niños pequeños estarían presentes en el banquete junto con sus padres, pero junto con<br />

el sentido literal probablemente exista una referencia ampliada a los humildes, los discípulos y las masas (así como la exégesis<br />

rabínica encuentra en Sal. 8:2 una referencia a Israel como un pueblo débil y desvalido). Aquellos en quienes el mundo no se fija<br />

reconocen a Jesús. Dios les ha revelado a ellos quién es él (Mt. 16:17). A ellos se les concede conocer los misterios (13:11). El<br />

relato de la revelación <strong>del</strong> AT continúa como un relato de revelación a los sencillos (cf. Sal. 25:14). Este es el punto especial en<br />

Mateo 11:25. El grito de júbilo no es simplemente resultado de la experiencia, sino que expresa una comprensión básica de la<br />

naturaleza de la revelación tal como Dios mismo la quiere. Jesús, que es humilde, ha llegado a los νήπιοι. Esto pone de manifiesto<br />

la grandeza de la gracia divina. Al ser gentil y humilde, Jesús invita a los νήπιοι hacia sí (v. 29). «Estas cosas» en el v. 25 ha de<br />

entenderse cristológicamente. La referencia es a Jesús mismo como revelación de Dios. El reconocimiento de Jesús, que es la presuposición<br />

de la aceptación de la revelación, se cumple en los νήπιοι. La iglesia, atraída a los mo<strong>del</strong>os pedagógicos, siempre ha<br />

encontrado difícil el atenerse a esta verdad. El hecho de que incluya el esconder eso de los sabios aumenta la dificultad. Es por esto<br />

que resulta tan importante el modo de entender de Pablo en 1 Corintios 1:19–20. También es por esto que la idea de Jesús mismo<br />

como niño ha sido significativa, aun cuando ha producido tradiciones apócrifas que reflejan los relatos de infancia de aquella época.<br />

A pesar de su énfasis en el aprendizaje, entonces, incluso teólogos como Clemente y Orígenes de Alejandría encuentran imposible<br />

abandonar el principio de que la revelación se da a los sencillos. Orígenes defiende la descripción propia que los creyentes<br />

hacen de sí como νήπιοι, en contra de las burlas de Celso, y Clemente no sólo concede que el evangelio es para los νήπιοι, sino<br />

que ve que por medio de Cristo, revelador de la niñez, todos los cristianos son νήπιοι a pesar de las distinciones educativas que<br />

puedan existir entre ellos.

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