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Diccionario Teológico del Nuevo Testamento - Compendio - Kittel

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cisión <strong>del</strong> corazón (Jer. 31:33). Ciertamente se le hace objeto de un mandato (cf. Dt. 6:5), pero la ley que de allí resulta trasciende<br />

la ley, si bien quienes la toman de manera puramente legal podrían quedarse sin ver esto. La finalidad <strong>del</strong> mandato es hacer que la<br />

fuerza más positiva en la religión dé frutos para la fi<strong>del</strong>idad a la alianza. Sin embargo, a la larga todo depende <strong>del</strong> impulso libre <strong>del</strong><br />

amor mismo.<br />

c. El amor de Dios por nosotros es primordialmente nacional antes que individual. Sin embargo, dentro <strong>del</strong> contexto de la nación<br />

Dios ama a ciertos grupos, como los puros de corazón, los pobres, e incluso los forasteros residentes (Dt. 10:18). Dios nos ama<br />

como un padre ama a su hijo (Pr. 3:12), pero las visiones didácticas de la relación padre-hijo, por lo menos en este contexto, impidieron<br />

el desarrollo de toda sensación profunda de la paternidad divina.<br />

d. Oseas da una expresión muy fuerte al amor de Dios por su pueblo. La religión oficial se ha desintegrado, pero el amor insondable<br />

de Dios permanece, como lo ilustra el absurdo matrimonio de Oseas. Así se muestra que el amor de Dios es la base duradera de la<br />

alianza. Este amor toma precedencia sobre nuestro amor a Dios, porque incluso cuando este segundo amor se desvanece (Os. 6:4),<br />

el primero no se rinde (11:8–9). La amenaza «no los amaré más» (9:15) equivaldría, entonces, casi a que Dios dejara de ser Dios; a<br />

la luz de esto el cap. 14 (cf. vv. 4–5) es la conclusión apropiada de Oseas. De un modo similar, en Jeremías, Dios se ve desgarrado<br />

entre la santidad y el amor. Aborrece la rebeldía de su pueblo, pero ama a Israel «con amor eterno», y esto subyace a su fi<strong>del</strong>idad<br />

(Jer. 31:3). En Isaías Dios ha abandonado a Israel por un momento de ira, pero otra vez, aunque una madre pueda olvidar a su hijo,<br />

Dios jamás olvidará ni abandonará a Sión, su esposa (Is. 49:15). Deuteronomio aplica todo esto pedagógicamente. El amor bondadoso<br />

de Dios es la razón de la elección de Israel (Dt. 7:7). Lo ha confirmado mediante una garantía legal (7:8), y por lo tanto Israel<br />

puede contar con él, pero la alianza impone una exigencia de fi<strong>del</strong>idad por parte de Israel, de modo que el amor puede relacionarse<br />

con la bendición que es recompensa a la obediencia (Dt. 7:13) en lo que se acerca a un sentido contractual. Pero la iniciativa <strong>del</strong><br />

amor de Dios se afirma fuertemente (Dt. 10:14ss), y la circuncisión interior, no sólo el desempeño externo, es necesaria para responder<br />

a él apropiadamente (Dt. 10:16). Las implicaciones legales <strong>del</strong> amor de Dios se elaboran expresamente en Malaquías, en<br />

relación con los problemas particulares de esa época posterior (Mal. 1:2).<br />

e. El amor de Dios a las otras naciones no halla una expresión directa en el AT. La presentación lleva ciertamente una tendencia<br />

hacia la universalidad, y esto se muestra claramente en algunos pasajes mesiánicos, p. ej. Isaías 42:5. Sin embargo, en contexto,<br />

Deuteronomio 33:3 («todos los consagrados a él») no tiene un sentido universal, mientras que Malaquías 2:10 se refiere a la obra<br />

de Dios en la creación más que a su amor paternal. Incluso el universalismo mesiánico está demasiado poco desarrollado como<br />

para afectar el énfasis principal <strong>del</strong> amor de Dios en el AT, a saber, el amor específico de Dios por su pueblo, Israel.<br />

[G. Quell, I, 21–35]<br />

[p 15] B. Las palabras para amor en el griego prebíblico.<br />

1. ἐράν. Este es el amor apasionado que desea al otro para sí. El dios Eros obliga a todos, pero nadie lo obliga a él. En Platón ἔρως<br />

simboliza la realización, en Plotino el deseo de unión con el uno. Lo que se busca en ἔρως es la embriaguez o el éxtasis. La reflexión<br />

es buena, pero el frenesí extático, aunque a veces se lo vea con horror, es mayor. ἔρως nos domina, y al hacerlo confiere<br />

suprema felicidad. La religión busca el clímax de la experiencia en un erotismo transmutado (cf. los cultos de fertilidad). Pero<br />

ἔρως puede trascender el mundo sensorial. En Platón desemboca en una inspiración creadora. En Aristóteles tiene (o es) una función<br />

cósmica como la fuerza de atracción que mantiene un movimiento ordenado. En Plotino es una impulsión que va más allá de<br />

los sentidos hacia el punto de coincidencia. Incluso en estas formas, sin embargo, la idea original es la de una embriaguez erótica.<br />

2. φιλείν. Esto significa el amor solícito, p. ej. de los dioses o de los amigos. Abarca a toda la humanidad y entraña obligación.<br />

3. ἀγαπάν. Este término no tiene ni la magia de ἐράν ni la calidez de φιλείν. Tiene primero el sentido débil de «estar satisfecho»,<br />

«recibir», «saludar», «honrar», o, más interiormente, «ir en busca de». Puede comportar un elemento de simpatía, pero también<br />

denota «preferir», especialmente con referencia a los dioses. Hay aquí un amor que hace distinciones, eligiendo libremente sus<br />

objetos. Por eso es especialmente el amor de uno más alto por uno más bajo. Es un amor activo, no el amor que busca su propio<br />

interés. Pero en los escritores griegos esta palabra es incolora. Con frecuencia se usa como variante de ἐράν o φιλείν, y no exige<br />

un tratamiento especial. El sustantivo ἀγάπη aparece muy rara vez.<br />

C. El amor en el judaísmo.<br />

1. El trasfondo. El término hebreo normativo בהי (ver A.) abarca las tres palabras griegas. Pero carece <strong>del</strong> elemento de erotismo<br />

religioso y denota un amor particular, no uno universal. El amor <strong>del</strong> AT es un amor celoso (cf. Cnt. 8:6). Es así como el amor de<br />

Jacob se centra en Raquel y José (Gn. 29; 37:3). De modo similar Dios ama a Israel, pero celosamente insiste en que se le corresponda<br />

con amor y lealtad. Una vez más, el amor al prójimo no es cosmopolita. No abarca a millones, sino que es amor dentro de la

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