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Diccionario Teológico del Nuevo Testamento - Compendio - Kittel

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den con los espirituales. Son comunes las oraciones por la derrota de los enemigos, ya se trate de enemigos personales o nacionales.<br />

Estas oraciones son los estallidos de un pueblo oprimido o exiliado (cf. Sal. 137 o Sal. 149), y expresan no simplemente un<br />

deseo humano de venganza, sino un interés por la justicia divina, e. d. el triunfo <strong>del</strong> bien representado por Israel, y la derrota de la<br />

maldad representada por sus enemigos. A la par de estas peticiones encontramos, desde luego, clamores apasionados por bendiciones<br />

espirituales tales como el perdón y la bienaventuranza de la comunión con Dios.<br />

[p 279] c. La oración y el culto. Las oraciones están íntimamente relacionadas con los santuarios, los sacrificios, las festividades y<br />

los días solemnes (cf. Gn. 12:8; 1 S. 1; Dn. 12:11; Is. 56:7). El templo constituye un foco especial; las manos se extienden hacia él<br />

o hacia la ciudad santa (Sal. 5:7; Dn. 6:11). Sin embargo, la oración no está atada ni al santuario ni a la tierra. Puede ser ofrecida<br />

en países extranjeros (Gn. 21:32; 1 R. 17:20) y en el propio hogar (Gn. 25:21). Daniel ora tres veces al día (6:11; cf. Sal. 55:17), y<br />

en los Salmos 4 y 5 encontramos oraciones matutinas y vespertinas. Si bien la oración puede acompañar al sacrificio, puede ser<br />

clasificada por encima de él (Sal. 50:23; 69:30–31; 40:6ss), y los cánticos pueden ser descritos como sacrificios espirituales (Sal.<br />

107:22). Sin embargo, no hay una antítesis absoluta. Abraham erige altares cuando invoca a Dios (Gn. 12:8, etc.), se dan fórmulas<br />

de oración para la ofrenda de las primicias (Dt. 26:13ss), los Salmos suelen referirse a los sacrificios en conexión con las oraciones<br />

(Sal. 22:25–26), y encontramos plegarias junto con los sacrificios en Nehemías 12, etc. También el ayuno puede acompañar a la<br />

oración (Jer. 14:12; Neh. 1:4; Esd. 8:23). Se hacen votos de alabanza así como de sacrificio, y Ana hace un voto de dedicación (1<br />

S. 1:11).<br />

d. La oración y la magia. En unos cuantos pasajes hay palabras o actos que podrían sugerir conceptos mágicos, p. ej. Moisés que<br />

extiende su vara en Éxodo 17:9, o Josué que les habla al sol y a la luna en Josué 10:12–13, o Elías que se tiende sobre el niño en 1<br />

Reyes 17:21, pero en todos los casos la oración a Dios despoja a las palabras o actos de cualquier carácter mágico. La fe en Yavé<br />

ahuyenta la magia, reemplazándola por la verdadera oración (cf. 1 R. 18:41ss y Stg. 5:18).<br />

3. Reseña de la oración en el AT.<br />

a. La oración en los libros históricos. Las referencias específicas a la oración son pocas en comparación, pero con frecuencia se da a<br />

entender la oración (Gn. 30:6, 17, 27), y tenemos algunos ejemplos hermosos (Gn. 24; 32:10ss). A Moisés se le describe como un<br />

gran intercesor (Éx. 32:11ss, etc.). Las breves oraciones de Sansón son intensas y fervientes (Jue. 15:18), y la oración de Ana es un<br />

hermoso ejemplo de un desahogo tranquilo, aun cuando vaya enmarcada en términos más generales. Los relatos de David contienen<br />

una magnífica oración que hace David en 2 Samuel 7:18ss, y la música y el canto acompañan el traslado <strong>del</strong> arca en 2 Samuel<br />

6. De Salomón tenemos la oración real en Gabaón (1 R. 3:6ss) y la gran plegaria de dedicación (8:23ss). En los relatos de Elías, la<br />

poderosa oración de 1 Reyes 18:36–37 se contrapone a los vanos gritos de los profetas de Baal. En 1 y 2 Crónicas tenemos muchos<br />

casos de oración tanto litúrgica (p. ej. 1 Cr. 16) como individual (cf. las oraciones de Asa y Manasés). También Nehemías es un<br />

hombre de oración (1:4, etc.), y Esdras causa una favorable impresión con su plegaria de penitencia referente a los matrimonios<br />

mixtos (Esd. 9:6ss y 10:1ss).<br />

b. La literatura sapiencial. Los tres amigos le dicen a Job que ore (5:8, etc.), y Job mismo es fiel, aunque a veces crítico, en la oración<br />

(12:4, etc.; 9:16, etc.; 42:2ss). El libro de los Proverbios, en 28:13, elogia la oración de confesión; en 15:29 asegura a los justos la<br />

respuesta de Dios; y en 15:8 coloca la oración por encima <strong>del</strong> sacrificio de los malvados. Eclesiastés 5:2 advierte en contra de la<br />

palabrería en la oración.<br />

c. La oración en los profetas. Aquí encontramos menos material de lo que se podría esperar. Las oraciones de los pecadores fatigan a<br />

Dios (Is. 1:15; cf. Am. 5:23–24). No quiere escucharlas (Miq. 3:4). El propio Amós ora por el perdón <strong>del</strong> pueblo y es escuchado<br />

(Am. 7:1ss), y Oseas lanza un llamado a la oración penitente (14:2ss). También Jeremías ora por el pueblo (10:23ss), pero Dios le<br />

prohíbe hacerlo (7:16). Ora también por los justos juicios de Dios (17:12ss). Asegura que la verdadera búsqueda de Dios conduce a<br />

que se le halle (29:13–14; cf. Is. 55:6; 58:9; 65:24). Joel clama por un día de oración penitencial (1:14ss; 2:17), mientras que Jonás<br />

ofrece una oración de acción de gracias por su liberación (2:3ss), convoca a Nínive a la oración (3:8), y pronuncia una desalentada<br />

oración por la muerte (4:2–3).<br />

d. El Salterio. Este es el gran tesoro de oración <strong>del</strong> AT, que combina la belleza de expresión con la riqueza de contenido. Las<br />

oraciones son más comúnmente las de individuos que las de la comunidad, pero se yerguen ante un trasfondo cúltico, y su piedad<br />

personal altamente desarrollada se incrusta en la conciencia colectiva de pertenecer al pueblo de Dios. Son pocos los salmos que<br />

ofrecen [p 280] evidencias claras de su uso cúltico original, pero todos ellos muestran que incluso cuando la piedad ya no está<br />

vinculada muy de cerca con la observancia cultual, tiene aún así su fuente en el culto público. Entre los temas dominantes están la<br />

queja y el lamento y la búsqueda resuelta de la ayuda divina, pero de la queja brotan la esperanza y la certeza, y casi siempre se<br />

hace sonar la nota de alabanza y acción de gracias. Las formas e imágenes, desde luego, están estilizadas en muchos casos, como<br />

se puede ver al compararlas con los salmos babilónicos y egipcios; pero estas oraciones tienen una fuerza religiosa suprema que<br />

sólo puede derivarse <strong>del</strong> Dios de los salmistas, y que hace <strong>del</strong> Salterio una posesión cristiana universal de la cual los nuevos con-

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