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Diccionario Teológico del Nuevo Testamento - Compendio - Kittel

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1. La LXX usa el término para los miembros corporales (tanto humanos como animales, Job 9:28; Éx. 29:17), y también para cantos<br />

o melodías (Ez. 2:10). μελίζω se usa para cortar las ofrendas en partes (Lv. 1:6). El cuerpo es hecho por Dios y está sujeto a la<br />

muerte. El énfasis se pone en la función de los miembros individuales, que sirven a la voluntad, y no en el cuerpo entero como<br />

organismo integrado.<br />

2. Filón comienza con funciones concretas pero les da una significación alegórica, en un intento por mostrar que el pensamiento<br />

filosófico ya está presente en el AT. Para él, como para la LXX, la cabeza es el miembro principal; denota el gobernante de una<br />

sociedad. Dios mismo no tiene ni partes ni pasiones. Como Platón, Filón usa la expresión μέλη καὶ μέρη para los miembros <strong>del</strong><br />

cuerpo. También tiene μέτρα καὶ μέλη para el verso y la melodía. Josefo compara el sufrimiento de toda Judea por Jerusalén en la<br />

guerra judía, con el efecto que la inflamación de un miembro importante tiene en el cuerpo entero.<br />

3. La teología rabínica relaciona los 248 mandatos de la ley con los 248 miembros <strong>del</strong> cuerpo (y las 365 prohibiciones con los 365<br />

días <strong>del</strong> año). Por lo que se refiere al miembro más importante, sugiere la cabeza, pero también el corazón y los riñones. La lengua<br />

puede ser también señora de todos los demás (cf. Sal. 39:1). Los poderes sobrenaturales luchan por el dominio sobre los miembros,<br />

pero estos, aunque sean pocos, pueden salvarse por el buen impulso. Las manos, los pies y la boca se contrastan con los ojos, los<br />

oídos y la nariz como miembros que de modo particular están bajo el poder de Dios.<br />

[p 567] C. El NT.<br />

1. Los Sinópticos. En Mateo 5:29–30 Jesús contrapone los miembros individuales con el cuerpo entero. El ojo y la mano son<br />

miembros con funciones muy importantes. Se los trata aquí como sujetos de acciones, y si las acciones son malas, entonces el<br />

miembro adecuado (el privilegiado) debe ser sacrificado. Las acciones no son simplemente miradas adúlteras, etc. (v. 28) sino<br />

cualquier cosa que pudiera ir en contra de las exigencias <strong>del</strong> reino o de la fe en Jesús (cf. Mr. 9:43ss y Mt. 18:8–9). Obviamente<br />

Jesús no está exigiendo la automutilación (cf. la exigencia general de sacrificio propio). Lo que exige es que se renuncie a esos<br />

miembros por lo que respecta a las acciones o funciones pecaminosas. El juicio permanece sobre el cuerpo, pero es salvado <strong>del</strong><br />

infierno cuando se da esta μετάνοια radical. La yuxtaposición de los miembros y el cuerpo muestra que la vida es más que la<br />

perfección de los miembros; el cuerpo entero tiene un destino eterno aun cuando los miembros individuales perezcan. Pero Jesús<br />

cura los miembros individuales como señal de que en el eón venidero habrá una existencia renovada en el cuerpo de la resurrección.<br />

2. Las epístolas paulinas.<br />

a. En Pablo los miembros no están bajo nuestro control autónomo, sino que son responsables ante el Creador. Estamos enfrascados<br />

en un conflicto que involucra a los miembros, puesto que ellos pueden ser instrumentos ya sea de iniquidad o de rectitud (Ro.<br />

6:11–12, 19). El pecado necesita de los miembros <strong>del</strong> cuerpo mortal para poder hacerse realidad. Los miembros son esclavos suyos.<br />

Sin embargo, Cristo ha traído liberación y los ha colocado en un nuevo servicio. Se puede señalar que aquí la referencia es a<br />

todos los miembros; Pablo no hace ninguna diferenciación ascética. La esclavitud de los miembros al pecado no trae provecho<br />

alguno; da como resultado la muerte, que es el pesado destino <strong>del</strong> vivir en la carne (6:21; 7:5). El pecado impone su voluntad sobre<br />

nuestros miembros, incluso contra nuestro mejor conocimiento (7:23). La referencia a los μέλη muestra que es la persona real la<br />

que está pecando en actos concretos de pecado. Pero la nueva santificación en Cristo también consiste en actos concretos de rectitud<br />

realizados por los miembros, que demuestran la fe justificante que les da a los miembros un nuevo amo. En Romanos 12:4–5 y<br />

1 Corintios 12:12 Pablo compara la comunidad con un cuerpo y sus miembros. Aquí la idea subyacente no es la de un organismo<br />

integrado, como en el pensamiento griego; el énfasis se pone en las funciones de los miembros, como en el AT. La unidad <strong>del</strong><br />

cuerpo y los miembros es acto continuo de la voluntad creadora de Dios (1 Co. 12:18). Puesto que esta unidad la confiere Dios,<br />

ningún miembro puede alegar que no forma parte de ella (vv. 15ss). Cada uno tiene su propia función, dándole así riqueza al cuerpo.<br />

Desde el inicio mismo, el cuerpo <strong>del</strong> que aquí se trata es el cuerpo de Cristo. Junto con las diferencias nacionales, religiosas o<br />

sociales, hay diferencias funcionales conforme a los carismas, pero el Espíritu creador permea el todo, así como la vida llena el<br />

cuerpo y une a los diferentes miembros, de modo que sufren y se regocijan juntos (v. 26). En virtud de su vida en común en el<br />

Espíritu, los miembros son el cuerpo de Cristo. Pero la individualidad permanece: «Ustedes son el cuerpo de Cristo, y miembros<br />

cada uno en particular» (v. 27). La unidad ya está presente, de manera que la gran necesidad no es lograr la integración sino evitar<br />

la arrogancia (Ro. 12:3). Pertenecemos al mismo cuerpo todos juntos, así como pertenecemos a Cristo (12:5). Esto hemos de expresarlo<br />

en nuestras diversas funciones (12:4). No es que Cristo sea un cuerpo <strong>del</strong> cual nosotros somos miembros, sino que somos<br />

un solo cuerpo en Cristo y por lo tanto miembros los unos de los otros. Como personas, los miembros mismos tienen cuerpos, de<br />

modo que estos pueden ser llamados miembros de Cristo en 1 Corintios 6:15. Cristo realiza su obra por medio de los cuerpos de<br />

los cristianos. Como cuerpos naturales, serán destruidos; pero como cuerpos que están hechos para el Señor (y el Señor para ellos)<br />

están designados para la resurrección (6:13–14). Entregar el cuerpo a una prostituta es quitárselo al Señor y hacerlo miembro de la<br />

prostituta en una relación carnal que contrasta abiertamente con la relación espiritual con Cristo (vv. 16–17). El hecho que los<br />

creyentes sean un solo espíritu con Cristo muestra que lo que se dice trasciende los límites de la comparación con el cuerpo y sus<br />

miembros. Por otro lado, esta comparación cumple un propósito útil y no se la puede reemplazar arbitrariamente.

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