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Diccionario Teológico del Nuevo Testamento - Compendio - Kittel

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288<br />

c. En Pablo las cláusulas finales también se refieren a las metas divinas para nosotros (1 Co. 9:22ss; 9:12ss). Puesto que estas metas<br />

exigen el supremo sacrificio de sí, queda excluido el utilitarismo. No hemos de buscar simplemente la salvación personal. En una<br />

jerarquía de metas, la glorificación de Dios es de nuevo lo supremo (2 Co. 4:15, etc.). Esto va más allá de nuestra propia capacidad;<br />

por eso la ética <strong>del</strong> NT es una ética de oración. Las exhortaciones se convierten en bendiciones y en peticiones que son introducidas<br />

por ἵνα (cf. Jesús en Lc. 22:32; 21:36, y Pablo en Col. 4:3–4; 1:9ss). No es simplemente un recurso estilístico que las<br />

epístolas de Pablo comiencen con peticiones y acciones de gracias y concluyan con bendiciones, ya que el apóstol tiene más confianza<br />

en Dios que en la buena voluntad humana o en el poder <strong>del</strong> hombre. El que Dios sea glorificado es nuevamente la meta final<br />

de nuestro camino, así como <strong>del</strong> de Dios (cf. Fil. 1:9ss; 2 Ts. 1:11–12; 2 Co. 1:8ss; Ef. 1:17ss).<br />

[E. Stauffer, III, 323–333]<br />

→ εἰς, διά<br />

Ἰορδάνης → ποταμός<br />

ἰός [veneno, herrumbre], κατιόομαι [herrumbrarse]<br />

De las dos palabras ἰός, la primera (que significa «flecha») no figura en el NT, mientras que la segunda (que significa «veneno» o<br />

«herrumbre») la encontramos en Romanos 3:13; Santiago 3:8; 5:3.<br />

1. ἰός como «veneno». En el AT el veneno de las serpientes es una metáfora para las palabras maliciosas de los enemigos (cf. Sal.<br />

140:3). También el mal es comparado con la hiel de los áspides (Job 20:12ss). El vino, aunque agradable al paladar, tiene el<br />

aguijón de una víbora. En el NT Pablo usa la misma comparación para describir el pecado: nuestra lengua es engañosa, nuestros<br />

labios tienen veneno de serpientes, y nuestra boca está llena de maledicencia y amargura. El pecado produce enemistad y convierte<br />

las palabras en armas traicioneras que causan destrucción. Debido al poder de la palabra, los pecados de la lengua son particularmente<br />

siniestros. Con ello concuerda Santiago cuando llama a la lengua un mal incansable lleno de veneno mortal (3:8). La lengua<br />

no simplemente trae el mal, sino que ella misma es el mal. La muerte acecha en sus palabras violentas y engañosas. Cf. tb. Hermas,<br />

Semejanzas 9.26.7; Ignacio, Tralianos 6.2.<br />

2. ἰός como «herrumbre». En Santiago 5:3 ἰός como herrumbre ofrece una advertencia contra la acumulación de riqueza mundana.<br />

La herrumbre no sólo la corromperá, sino que servirá de testimonio contra sus dueños y devorará su carne como fuego. El punto no<br />

es simplemente que la herrumbre prueba la transitoriedad de las riquezas, sino que acusa a los ricos por dejar podrirse las cosas en<br />

vez de dárselas a los pobres. Como en Ezequiel 24:3ss, la herrumbre es una acusación, aunque también puede estar presente una<br />

advertencia contra la confianza en cosas transitorias (cf. Mt. 6:19–20). En el mismo versículo figura el verbo κατιόομαι para<br />

«herrumbrar».<br />

[O. Michel, III, 334–336]<br />

Ἰουδαία, Ἰουδαῖος, ἰουδαΐζω, Ἰουδαϊσμός → Ἰσραήλ<br />

ἵππος [caballo]<br />

1. El caballo en Palestina, el AT y el judaísmo. Ya muy tempranamente el caballo es de importancia militar en Egipto, y de allí (o de<br />

Asia Menor) llega a Palestina. Salomón recibe caballos como regalo (1 R. 10:5) y también los compra a Egipto (10:29). Los caballos<br />

y los carros constituyen la base de los ejércitos de Israel, Siria, Asiria y Persia. A los caballos se los elogia por su velocidad y<br />

su fuerza (cf. Job 39:19ss). El poder de Dios se describe en función de jinetes y carros (2 R. 2:11; 6:17). Pero el caballo denota<br />

también el poder extranjero en el que no hay que confiar (Sal. 76:6; Os. 1:7). Simboliza la confianza [p 365] en la carne (Is.<br />

30:16). Por eso el rey de paz elige un burro, no un caballo (Zac. 9:9). El caballo desempeña un papel especial en las visiones. Joel<br />

describe las langostas como carros y caballos (2:4–5). Zacarías ve caballos de diversos colores (1:8ss). 2 Macabeos 3:25ss habla de<br />

un caballo y un jinete vengadores, mientras que en 10:29ss leemos acerca de jinetes que protegen al ejército de Judas.<br />

2. El caballo en el NT.<br />

a. Jesús entra en Jerusalén montado en un burro, no en el bélico caballo (Mr. 11:1ss). La fe discierne aquí la venida <strong>del</strong> rey de paz<br />

mesiánico en cumplimiento de la Escritura, y la manifestación <strong>del</strong> secreto mesiánico (cf. Mt. 21:5; Jn. 12:15).<br />

b. Santiago 3:2–3 compara el dominio cristiano <strong>del</strong> cuerpo con el manejo de un caballo.<br />

c. El Apocalipsis sigue a la literatura apocalíptica en el uso de la imaginería relacionada con caballos. Los cuatro caballos de 6:1ss<br />

representan la conquista, la contienda civil, la penuria y la peste. Las langostas demoníacas <strong>del</strong> cap. 9 son comparadas con caballos

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