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Diccionario Teológico del Nuevo Testamento - Compendio - Kittel

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pulos están despiertos durante la experiencia. Ni la transfiguración ni la voz se dan por causa <strong>del</strong> propio Jesús, de modo que podemos<br />

tener aquí un proceso visionario compartido, aunque no ha de descartarse una verdadera transfiguración. La forma y la orientación<br />

escatológica hacen poco probable que la transfiguración sea un surgimiento de la gloria preexistente; es más probable que la<br />

referencia primaria sea a la forma que tendrá Jesús como Mesías-Hijo <strong>del</strong> Hombre en la parusía.<br />

d. Las apariciones <strong>del</strong> resucitado. Tenemos relatos de apariciones <strong>del</strong> resucitado en Mateo 28:9–10, 16ss; Lucas 24:13ss, 36ss, 50ss;<br />

Juan 20:14ss, 19ss; 21:1ss; Hechos 1:4ss, y cf. la conversión de Pablo. Todas las apariciones son aisladas, y en Hechos 9:3; 22:6<br />

Jesús parece provenir <strong>del</strong> cielo. De ninguna aparición se dice que haya ocurrido durante el sueño, de modo que las apariciones no<br />

son visiones oníricas. De hecho, no ocurren durante la noche. Una vez más, siempre van ligadas con revelaciones verbales. A veces<br />

la corporalidad <strong>del</strong> Señor se ve más literalmente (Lc. 24:39–40), a veces más espiritualmente (Lc. 24:36). En 2 Corintios 12:1<br />

Pablo no incluye la experiencia de Damasco entre sus visiones (a pesar de la ὀπτασία de Hch. 26:19; cf. 22:17–18). Si según 1<br />

Corintios 9:1 ve al Señor, [p 695] es porque Dios le revela a su Hijo (Gá. 1:16). En 1 Corintios 15:3ss Pablo dice que Jesús «se<br />

apareció» (cf. Lc. 24:34; Hch. 9:17). El énfasis se pone en la revelación más que en el hecho mismo de ver; Jesús se muestra, y<br />

aquellos a quienes se les muestra experimentan su presencia. La experiencia de Damasco es para Pablo similar a las experiencias<br />

anteriores durante los 40 días. El objeto de las apariciones es el Señor resucitado y exaltado, quien es por tanto la base de la fe y de<br />

la comunidad. Los discípulos no confunden las apariciones con la parusía. Por eso no hay que enfatizar la analogía <strong>del</strong> elemento<br />

visual en esas dos situaciones. En el caso de la parusía, lo importante es la venida más que la visión; el elemento visual en las apariciones,<br />

que es más fuerte, no es proléptico de los acontecimientos escatológicos ni está influido por ellos.<br />

e. El ver juanino. Juan 6:62 no se refiere a la ascensión en cuanto a tal, sino a la exaltación de Jesús por vía de la cruz. Por eso tiene a<br />

la vista la percepción espiritual que exige una decisión. Cuando este ver alcanza su meta, significa la fe y la vida eterna (6:40). Sin<br />

embargo, en 16:10, 16–17, 19 la referencia es a ver la vida terrena y luego la resurrección (o la parusía). Pero en vista de la mención<br />

<strong>del</strong> Espíritu, este ver también denota un encuentro por medio <strong>del</strong> ministerio <strong>del</strong> Espíritu. El mundo no ve a Jesús porque se<br />

resiste a la acción <strong>del</strong> Espíritu (14:19). Cuando se dice que Jesús y sus discípulos ven al Padre, este ver no se puede integrar al<br />

paralelismo habitual de ver y oír en Juan. Hay, desde luego, una distinción entre el hecho de que Jesús ve al Padre y el hecho de<br />

que los discípulos vean al Padre, ya que es Jesús mismo quien revela el Padre a los discípulos (12:45; 14:9). Jesús revela al Padre<br />

en un modo singular (12:45); por eso ver al Padre implica sumisión a su revelación en Jesús (14:9). Aquí van involucradas tanto la<br />

historicidad <strong>del</strong> acontecimiento como la existencia previa y posterior de Jesús. Para Juan, el ver es el ver de la fe; de hecho es fe,<br />

aunque esto no tiene que significar que sea un anticipo <strong>del</strong> ver escatológico. Su significación más probable es que para Juan los<br />

verbos de ver destacan el elemento personal en el encuentro con Jesús.<br />

f. La visión de Dios. Puesto que a Dios se le ve en el Hijo, Juan 1:18 no está cuestionando las teofanías anteriores sino que simplemente<br />

está diciendo que Dios se revela exclusivamente por medio <strong>del</strong> Hijo. El Hijo tiene acceso inmediato al Padre (6:46); los<br />

demás conocen a Dios, ya sea oyéndolo o viéndolo, por medio <strong>del</strong> Hijo. El punto no es que el Dios invisible se vuelva visible, sino<br />

que Dios se revela a sí mismo. 1 Juan 4:12 (cf. v. 20; 1 Ti. 6:16) mantiene la intrínseca invisibilidad de Dios. Dios se da a conocer<br />

por medio de sus obras (Ro. 1:19–20), pero de modo supremo se da a conocer por medio <strong>del</strong> Hijo que es imagen suya (Col. 1:15).<br />

Al final todavía no habrá una visión directa, sino una revelación completa. La visión futura será diferente de las posibilidades actuales<br />

(cf. el ver de 1 Co. 13:12 que va de la mano con la fe), pero en 1 Corintios 13:12 no se menciona a Dios como objeto directo<br />

<strong>del</strong> ver. La visión y la filiación van relacionadas en Mateo 5:18 y (escatológicamente) en 1 Juan 3:2. La visión y la santificación<br />

también van de la mano en esos versículos, de modo que la presuposición es la plena semejanza divina (no la deificación mediante<br />

la visión) en la consumación. En un libro que va orientado a lo visual, Apocalipsis 22:4 se refiere también a una visión final <strong>del</strong><br />

rostro de Dios (y cf. la exhortación en Heb. 12:14). El NT habla de la visión de Dios sólo con gran limitación, y a la luz de la revelación<br />

salvífica de Dios en Cristo. Esta promesa es tan insuperablemente grande que no se repite con ligereza, y por eso resuena<br />

con mucho mayor gozo, como en 1 Juan 3:2.<br />

D. Uso y concepto en los Padres Apostólicos. Los Padres Apostólicos usan los verbos de ver (unos 265 casos, comparados con 170<br />

de oír) en una forma muy parecida al NT. Dios ve (1 Clem. 28.1), pero los humanos no podemos ver a Dios excepto figuradamente<br />

(Diog. 8.5–6). A Dios podemos conocerlo a partir de sus obras visibles (1 Clem. 60.1), y Dios se revela a sí mismo por medio de la<br />

encarnación porque nosotros no habríamos podido aguantar la visión directa (Bern. 5.10). Jesús se verá en la parusía, y la comunión<br />

escatológica con él es una forma de ver (Bern. 7.9.11).<br />

ὁρατός, ἀόρατος<br />

1. Estas palabras, que significan «visible» e «invisible», son términos importantes en la filosofía griega por cuanto se convierten en<br />

consignas para el mundo sensorial y el mundo de las ideas.<br />

[p 696] 2. Ambos términos son muy raros en la LXX. ὁρατός significa «apuesto» en 2 Samuel 23:21 (y cf. Job 37:21; 34:26).<br />

ἀόρατος se usa en Génesis 1:2, y en Isaías 45:3 encontramos ἀοράτους, pero a Dios no se lo llama ἀόρατος.

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