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Diccionario Teológico del Nuevo Testamento - Compendio - Kittel

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como una de las cosas sobre las que se sostiene el mundo, la piedad sinagogal (e. d. el arrepentimiento, el espíritu quebrantado, el<br />

estudio de la ley, la benevolencia y la oración) es también sacrificio y, aun cuando cesen los sacrificios, el sacrificio de acción de<br />

gracias no cesará por toda la eternidad.<br />

b. El helenismo hereda <strong>del</strong> mundo clásico no la visión antigua <strong>del</strong> sacrificio ni su espiritualización, sino la crítica filosófica dirigida a<br />

él. Si sólo los buenos son dignos de sacrificar, y si una vida piadosa es más agradable que una gran ofrenda, no hay noción de que<br />

la conducta correcta tenga relación alguna con el sacrificio literal. Para algunos, la verdadera adoración toma lugar en la esfera <strong>del</strong><br />

νοῦς. Para otros, la oración mística reemplaza a las ofrendas. El judaísmo helenístico adopta un concepto figurado, considerando<br />

la obediencia moral como mejor que la observancia cúltica, en una posible fusión de influencias filosóficas y proféticas. Filón<br />

alegoriza la ley <strong>del</strong> sacrificio, y al hacerlo la espiritualiza en líneas místicas. Si es necesaria una correcta actitud <strong>del</strong> alma, el verdadero<br />

punto es que la forma externa apunta más allá de sí.<br />

4. El concepto <strong>del</strong> NT y la iglesia antigua. En los primeros escritos postneotestamentarios el sacrificio es una imagen plástica para la<br />

entrega de sí a Dios. La Epístola de Bernabé encuentra en la muerte de Cristo la contraparte de los sacrificios <strong>del</strong> AT, mientras que<br />

el Martirio de Policarpo considera el martirio como un sacrificio; en el Pastor de Hermas el ayuno, la benevolencia y la oración<br />

son sacrificios. Justino, con su visión tipológica <strong>del</strong> culto <strong>del</strong> AT y <strong>del</strong> NT, llama θυσίαι a las especies sacramentales (Diálogo<br />

41), aunque para él sólo las oraciones tienen el carácter de verdaderos sacrificios (117). En Atenágoras, Súplica 13, la alabanza de<br />

la creación es el sacrificio supremo. Didajé 14.2 alude a Mateo 5:23–24 y Malaquías 1:11 en conexión con la eucaristía, pero sólo<br />

con Ireneo surge un enfoque sobre el sacrificio eucarístico.<br />

[J. Behm, III, 180–190]<br />

θῶραξ → ὅπλον, πανοπλία<br />

[p 340] Ι, ι (iota)<br />

Ἰακώβ [Jacob]<br />

1. En el NT la fórmula «Abraham, Isaac y Jacob» denota la relación especial con Dios de la cual se precia Israel. Dios hizo su<br />

alianza con estos tres patriarcas, y la expresión simboliza al Israel verdadero y fiel. Los fariseos la aplican a sí mismos como quienes<br />

han aceptado la voluntad de Dios y están por lo tanto seguros <strong>del</strong> reino. Quienes tienen por padres a los patriarcas son hijos <strong>del</strong><br />

reino; por eso se ofenden con el dicho de Jesús en Mateo 8:11–12 según el cual habrá extranjeros que se sienten con Abraham,<br />

Isaac y Jacob en el reino, mientras que los hijos son expulsados. El judaísmo posterior encuentra en la fórmula una garantía de la<br />

relación de Dios con el pueblo de la alianza que está incluido en los patriarcas. Esta línea de pensamiento se halla detrás de Marcos<br />

12:26 y sus paralelos: si Dios es todavía el Dios de los patriarcas, entonces ellos deben haber sido resucitados a la vida, y nosotros<br />

seremos resucitados con ellos. En Hechos 3:13, puesto que es el Dios de los patriarcas el que resucitó a Jesús, Israel niega a su<br />

propio Dios al rechazar a Jesús. La inclusión de los tres nombres tiene un propósito restrictivo, porque sólo los descendientes de<br />

Jacob –y no todos los descendientes de Abraham– constituyen el pueblo de la alianza (cf. Hch. 7:2ss; Heb. 11:9).<br />

2. Pablo encuentra en el evangelio un abandono de la restricción, ya que todos los que creen son verdaderos hijos de Abraham y<br />

herederos de la promesa. Si Jacob representa a Israel como nación en Romanos 11:26, también ilustra el hecho de que la gracia es<br />

por elección y no por derecho de nacimiento (Ro. 9:13).<br />

3. El uso de «casa de Jacob» para Israel (Lc. 1:33; Hch. 7:46) es nuevamente restrictivo.<br />

4. 1 Clemente 31.4–5 permanece dentro de este círculo, viendo en Jacob el epítome <strong>del</strong> Israel nacional al cual pertenece Jesús por la<br />

carne y como Sumo Sacerdote.<br />

[H. Odeberg, III, 191–192]<br />

Ἰάννης [Janes], Ἰαμβρῆς [Jambres]<br />

1. Estos dos nombres están corrompidos incluso en los textos rabínicos, donde figuran como los magos principales de Egipto que<br />

tratan de competir con Moisés y Aarón (Éx. 7:11ss). Se dice que continuaron con su oposición en el Mar Rojo y en el desierto,<br />

donde instigaron al culto al becerro de oro y posteriormente trabajaron junto con Balaam.<br />

2. En 2 Timoteo 3:8 se los menciona sólo de modo general como oponentes de Moisés que tipifican a los oponentes <strong>del</strong> evangelio.<br />

3. Trazas de una obra que narraba su historia se encuentran en Orígenes y en el Decreto de Gelasio.

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