07.05.2013 Views

Diccionario Teológico del Nuevo Testamento - Compendio - Kittel

Diccionario Teológico del Nuevo Testamento - Compendio - Kittel

Diccionario Teológico del Nuevo Testamento - Compendio - Kittel

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

407<br />

e. La idea de un remanente pertenece claramente a veces al contexto de expectación de juicio y salvación (Is. 1:8–9; 4:2ss; 7:3; Jer.<br />

23:3; Jl. 2:32; Sof. 2:9; Zac. 14:16). Se convierte en término fijo en este sentido, y tiene una doble referencia al zarandeo y a la<br />

liberación, con un énfasis implícito en la grandeza <strong>del</strong> juicio, pero también una orientación consoladora hacia la salvación.<br />

2. Surgimiento <strong>del</strong> concepto de remanente. El concepto se desarrolla con el mensaje escatológico de los profetas, el cual tiene (cf.<br />

Amós) los tres elementos de destrucción, salvación y responsabilidad. Algunos estudiosos piensan que el remanente es un puente<br />

entre los factores –orgánicamente no relacionados de juicio y liberación, aunque los profetas claramente ajustan su mensaje al<br />

escenario histórico cambiante. Otros encuentran fundamento para ello en la idea de que Israel mismo es el remanente que es salvado<br />

de los ataques hostiles, idea que es modificada cuando es Dios mismo el que acarrea el desastre a Israel y libera a un remanente<br />

convertido. En el AT mismo, sin embargo, el concepto se halla en el contexto de tres actos de revelación divina: la elección <strong>del</strong><br />

pueblo, el llamado de los profetas y la promesa <strong>del</strong> Mesías. Isaías 6 (cf. 8:16ss) relaciona claramente el llamamiento <strong>del</strong> profeta<br />

con la formación de un remanente. Con este llamado, Dios mismo entra en la historia como el Santo. Esto significa destrucción por<br />

el pecado, pero en el extremo lejano de la destrucción se halla la salvación para aquellos que son llamados y que creen (Is. 6:8;<br />

7:9). Retrospectivamente, se puede ver que la base <strong>del</strong> remanente es la elección de Israel (Is. 46:3). Desde el inicio mismo, Dios ha<br />

llevado a la casa de Jacob, y ha establecido eternamente su reinado sobre ella en Sión (Miq. 4:7). La conexión con el Mesías se da<br />

en el concepto <strong>del</strong> Siervo en Isaías 53, y el concepto <strong>del</strong> hijo <strong>del</strong> hombre en Daniel 7. Cronológicamente el concepto figura ya<br />

cuando 1 Reyes 19:18 afirma que Dios ha reservado para sí en Israel a 7.000 adoradores. Amós lo tiene tanto en pasajes dialécticos<br />

en los que contrapone un resto falso (9:1) como en el debatido versículo de 5:15, que puede estar usando «resto de José» para el<br />

reino <strong>del</strong> norte, y que puede por lo tanto tener en mente un posible arrepentimiento nacional, pero que también tiene un impulso<br />

escatológico en virtud <strong>del</strong> cual el remanente es el grupo que Dios preserva cuando sobreviene el juicio. El núcleo <strong>del</strong> concepto se<br />

da en Génesis 7:23 con la preservación de Noé, y en Génesis 45:7 con la preservación, por la gracia de Dios, por medio de José.<br />

3. El remanente establecido por Dios.<br />

a. La sobrevivencia <strong>del</strong> remanente no se debe a su virtud sino a la gracia divina. Esto queda muy claro en Miqueas 2:12; 4:7; 5:6–7.<br />

Una vez más, Dios le da al profeta sus discípulos en Isaías 8:16ss. El Señor de los ejércitos le deja al pueblo un remanente en Isaías<br />

1:8–9 (cf. 7:3). Es Dios quien congrega al pueblo (11:12), quien abre el camino (11:16), quien será la corona <strong>del</strong> remanente<br />

(28:5), quien pone el cimiento para él (28:16). La única pregunta tiene que ver con quiénes son los miembros <strong>del</strong> remanente, y<br />

puesto que la fe es la respuesta a esta pregunta, el mensaje <strong>del</strong> remanente es un llamado a creer (7:2, 9; 28:16). La enseñanza de<br />

Sofonías es similar (3:12–13), y en Ezequiel el remanente existe por un acto de Dios que pone de manifiesto la justicia de su juicio<br />

(8:6; 14:21ss). La base de esto es el celo de Dios (2 R. 19:31), su rectitud (Is. 10:20ss), su gracia (Jer. 31:2), su misericordia (Jer.<br />

31:7) y su perdón (Jer. 50:20).<br />

b. El hecho que el remanente existe solamente por acción divina queda puesto de relieve por la totalidad <strong>del</strong> juicio (Ez. 7:7; Am.<br />

3:12, etc.). También queda implícito en la comparación con el éxodo (Is. 4:2ss; 11:16; Jer. 23:5ss; 31:31ss).<br />

c. Puesto que el remanente es preservado por acto de Dios, no tiene que ser pequeño. En Miqueas 4:7, se hará de él una nación<br />

robusta, y en Jeremías 23:3 el remanente reunido tiene la promesa que será fructífero y se multiplicará.<br />

[p 515] d. La orientación escatológica de los profetas significa que el remanente es una entidad tanto presente como futura. Es una<br />

entidad presente en Amós 5:15; Isaías 8:16ss; Ezequiel 9:8; 11:13. Después <strong>del</strong> exilio puede, pues, ser equiparado con los que<br />

regresan <strong>del</strong> exilio (Zac. 8:6; Esd. 9:8, 13).<br />

e. Como entidad presente, el remanente puede ser ligado con Sión o con Jerusalén (Is. 1:8; 28:16–17; Miq. 4:1ss; Sof. 3:11ss; Jer.<br />

31:6–7; Zac. 14:2). Sin embargo, el concepto se resiste a una ecuación demasiado estricta. Su uso en forma absoluta (Is. 7:3) muestra<br />

que trasciende toda restricción. La promesa se hace a los creyentes, quienes no pueden quedar limitados a entidades históricas<br />

como Judá o Jerusalén. La individualización <strong>del</strong> concepto significa también su extensión (Is. 1:9; 4:2ss; 7:2ss, etc.). El Siervo de<br />

Isaías 40ss puede aportar una relación exclusiva entre el liberador y la comunidad, pero, por su propia naturaleza, esta restricción<br />

entraña una extensión (Is. 52:13ss).<br />

4. La conversión <strong>del</strong> remanente. Puesto que el remanente descansa sobre la acción de la gracia de Dios, la conversión no es una<br />

condición previa. La liberación viene primero; el llamado a la conversión le sigue (cf. Is. 10:20–21; incluso 2 Cr. 30:6). La fe y la<br />

santidad son la otra cara <strong>del</strong> acto de Dios de establecer el remanente (cf. Is. 28:16–17; Sof. 3:12–13). Este punto queda resumido<br />

apropiadamente en Joel 2:32. Efectivamente, no puede haber remanente sin el perdón y la purificación realizados por Dios (Miq.<br />

7:18; Jer. 50:20). El remanente también es pecador en sí mismo; Dios lo salva sólo perdonando, santificando y creando de nuevo<br />

(cf. Zac. 13:8–9). La conversión es una respuesta al acto de Dios (Sof. 3:12–13). La renovación <strong>del</strong> remanente es obra <strong>del</strong> Espíritu<br />

impartido por Dios (Ez. 36:24ss; 37:23–24; Jl. 2:28ss).

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!