07.05.2013 Views

Diccionario Teológico del Nuevo Testamento - Compendio - Kittel

Diccionario Teológico del Nuevo Testamento - Compendio - Kittel

Diccionario Teológico del Nuevo Testamento - Compendio - Kittel

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

4. La proclamación por diferentes predicadores.<br />

a. Los judíos. Estos proclaman la ley (Ro. 2:21). Moisés es proclamado en la sinagoga (Hch. 15:21).<br />

337<br />

b. El Bautista. Juan pregona en el desierto la era mesiánica (Mr. 1:14 y par.). No predica la ley, sino que llama al arrepentimiento, y<br />

señala proféticamente hacia Cristo, en una promesa cuyo cumplimiento inmediato es seguro. Su bautismo sella a aquellos que<br />

aguardan el gobierno de Dios y anticipa la remisión mesiánica (Hch. 13:24).<br />

c. Jesucristo. (i) Encarnado. El proclamar la palabra de Dios es la misión de Jesús en Marcos 1:38. Comunica el mismo mensaje que<br />

el Bautista (Mr. 4:17), pero lo hace como un profeta <strong>del</strong> cumplimiento, de modo tal que la declaración es en sí misma el acontecimiento<br />

(Lc. 4:18ss). En él la palabra es una fuerza creadora; da lo que declara. (ii) Crucificado. Entre el Viernes Santo y el Domingo<br />

de Pascua Jesús proclama la remisión en el lugar de los muertos (1 P. 3:19–20). Los espíritus son probablemente las almas<br />

de los muertos, más que los justos <strong>del</strong> AT o los ángeles caídos. La cárcel parece ser un lugar especial en el Hades. La ubicación en<br />

el tiempo se da entre la muerte (v. 18) y la resurrección y ascensión (vv. 21–22). El predicador es Cristo. El contenido <strong>del</strong> mensaje<br />

no se menciona, pero sin duda es el evangelio, como lo sugiere el contexto inmediato en los vv. 18–22. (iii) Resucitado. El Cristo<br />

resucitado también está presente en la palabra de sus mensajeros (cf. Lc. 10:16), aunque sólo los creyentes escuchan su llamado en<br />

esa palabra (cf. Ro. 10:14ss). Pablo enlaza muy de cerca a Cristo y su mensaje en 2 Corintios 1:18–19. La palabra <strong>del</strong> NT es un<br />

acto de Dios, ya que el propio Cristo habla por medio de ella.<br />

d. Los sanados. Los que son sanados por Jesús les dicen a otros lo que les ha ocurrido, aun cuando él les manda no hacerlo (Mr.<br />

1:44). Puesto que no lo hacen por encargo, su acción es testimonio (cf. Mr. 1:44–45) más que proclamación en el verdadero sentido<br />

neotestamentario (aunque se use κερύσσω). La prohibición parece tener la intención de impedir que el asombro ante el milagro<br />

ocupe el lugar de la fe. Cuando hay oposición al milagro, como en Marcos 5:17ss, Jesús autoriza a la persona curada a decir lo que<br />

se ha hecho, y entonces ella comienza a proclamarlo.<br />

e. Los discípulos y apóstoles. Los discípulos son enviados a proclamar el arrepentimiento y la cercanía <strong>del</strong> reino, y también a curar.<br />

Deben proclamar sin temor lo que han oído de boca de Jesús (Mt. 10:17). El final vendrá cuando el mundo entero haya oído (Mt.<br />

24:14). Como la vida, la muerte y la resurrección de Cristo, esta proclamación forma parte <strong>del</strong> plan salvífico de Dios. Es la declaración<br />

de los hechos salvíficos, para que estos puedan ser también una realidad salvífica para los creyentes. La palabra de la cruz,<br />

así como la cruz misma, es poder de Dios (1 Co. 1:18). Son unos pecadores los que reciben el encargo de declararla. La eficacia no<br />

depende de ellos, ya se trate de sus destrezas o de su pureza de motivación (1 Co. 1:22–23; Fil. 1:15). El Cristo a quien predican es<br />

mayor que ellos; lo proclaman a él, no a sí mismos (2 Co. 4:5). Aunque no debe haber discrepancia alguna entre su mensaje y su<br />

conducta, ellos no actúan en interés propio sino que procuran ganar a la gente para Cristo, presentándose a sí mismos solamente<br />

como siervos por causa de él.<br />

f. Un ángel. En Apocalipsis 5:2 un ángel le plantea al mundo la pregunta de quién es digno de abrir el libro con sus siete sellos.<br />

5. El contenido <strong>del</strong> mensaje específico <strong>del</strong> NT. Si bien en el NT el énfasis se pone en el acto de la proclamación, el contenido no es<br />

en modo alguno secundario. Si la palabra pone en acción lo que proclama, el contenido es ciertamente de suprema importancia. No<br />

está determinado ni por la situación de los oyentes ni por las ideas <strong>del</strong> proclamador, sino por el reino divino o el señorío que Jesús<br />

mismo anuncia y trae. La inminencia <strong>del</strong> reino plantea la exigencia de la μετάνοια como posibilidad de participación. Junto con<br />

esta exigencia va la declaración de perdón, como acto divino de juicio y gracia que significará [p 427] condenación para algunos y<br />

liberación para otros. Cuál de las dos cosas venga depende de cómo responda uno a Cristo (1 Co. 1:23–24). El rey es intrínseco al<br />

reino: el Cristo total que es Señor mediante la muerte y la resurrección, y quien es proclamado como tal (2 Co. 4:5). No hay aquí<br />

mito alguno <strong>del</strong> dios que muere y resucita, por cuanto la referencia es al acontecimiento real de una vida en la historia. Pero la vida<br />

en sí misma, por edificante que pueda ser, sólo tiene significación a la luz de la resurrección. Lo que se proclama, pues, no es simplemente<br />

una historia humana, como tampoco es simplemente un dogma humano. La historia de la salvación es proclamada, y su<br />

proclamación es en sí misma un acontecimiento salvífico. Lo que está en acción aquí no es solamente el contenido de lo proclamado,<br />

sino Dios mismo. Por esta razón, es poder de Dios (1 Co. 1:24), no permite adulteración (Gá. 5:11), y debe ser proclamada a<br />

tiempo y a destiempo (2 Ti. 4:2). Como en el mundo griego, κηρύσσειν se halla lingüísticamente en íntima relación con<br />

εὐαγγελίζεσθαι (cf. tb. κῆρυξ y εὐάγγελος), aunque con los matices y contenido especial que el NT confiere a ambos términos.<br />

6. Los oyentes. La meta de la proclamación es la fe, más que el entendimiento. Jesús no trae una enseñanza, sino un mensaje. Hay<br />

gente de todas las culturas que se le opone (1 Co. 1:21ss), pero los creyentes lo aceptan. La proclamación es importante porque por<br />

medio de ella surge la fe. El verdadero oír produce esa fe que es también obediencia; esto lo realiza la palabra (Ro. 10:8). Puesto<br />

que la fe viene por la proclamación, ambas tienen el mismo contenido (1 Co. 15:14).<br />

7. Envío y proclamación. La proclamación exige mensajeros, y la existencia de mensajeros implica un comisionamiento. Durante su<br />

vida Jesús comisiona a los Doce y a los Setenta (Mt. 10:7; Lc. 9:2; 10:1). Después de su resurrección renueva el mandato (Mr.

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!