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Diccionario Teológico del Nuevo Testamento - Compendio - Kittel

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[p 938] 2. Los profetas <strong>del</strong> AT son la boca a través de la cual habla Dios (Hch. 3:21; Mt. 1:22; 2:15). Hebreos 1:1 usa ἐν en lugar de<br />

διά, tal vez para denotar la presencia de Dios en los profetas, o el hecho de que él hablaba con ellos. En 2 Pedro 1:21 los profetas<br />

son instrumentos involuntarios <strong>del</strong> Espíritu. En 1 Pedro 1:11 el Cristo preexistente habla por medio de ellos. Mateo 13:35 tal vez<br />

apunte a lo mismo, y cf. Juan 12:38.<br />

3. Los profetas, además de hablar, escriben (Mt. 2:5; Mr. 1:2; Ro. 1:2, etc.). Por eso a sus escritos también se los llama los profetas<br />

(Mr. 1:2). Los profetas se mencionan junto con la ley (o con Moisés) (Mt. 11:13; Hch. 26:22), así como con los Salmos (Lc.<br />

24:44).<br />

4. Los profetas proclaman lo que se cumple en Cristo (Ro. 1:2). El pro- tiene aquí el sentido de decir por anticipado. Toda profecía<br />

se centra en Cristo (Jn. 1:45; Hch. 3:24), quien cumple todas las promesas de Dios (2 Co. 1:20). Los profetas predicen su nacimiento<br />

(Mt. 1:23), su regreso de Egipto (2:15), la obra <strong>del</strong> Bautista (Mr. 1:2), hasta la resurrección (Lc. 18:31ss), Pentecostés<br />

(Hch. 2:16), la parusía (2 P. 3:2), el juicio (Jud. 14–15) y el nuevo orden (Hch. 3:21). También se predice el rechazo por parte de<br />

Israel (Mr. 7:6). La pasión y la resurrección se hallan en el centro de su mensaje (Mt. 25:46; Lc. 24:44ss). Sólo Dios o el Espíritu<br />

otorga verdadera comprensión de la profecía, y en virtud de ello la promesa profética se convierte en el evangelio apostólico (Ro.<br />

1:1–2). Pablo dice sólo lo que Moisés y los profetas predijeron (Hch. 26:22–23). Los dichos proféticos tienen una referencia a su<br />

propia época (cf. Mt. 2:15 y Os. 11:1; 2:17–18 y Jer. 31:14; Mr. 7:6 e Is. 29:13), pero a la luz <strong>del</strong> cumplimiento, el NT ve predicciones<br />

en sus descripciones.<br />

5. Los profetas no se limitan a predecir acontecimientos, sino que son también autoridades que respaldan la verdad de la palabra y la<br />

obra de Jesús (cf. Mr. 11:17; Jn. 6:45). Proclaman el perdón a todos los que creen en el nombre de Cristo (Hch. 10:43). Justifican<br />

la recepción de los gentiles en la iglesia (Hch. 15:15).<br />

6. El NT suele referirse a la persecución o ejecución de los profetas (Lc. 13:33–34; Mt. 23:31; Heb. 11:36–37). Los discípulos son<br />

sus herederos en este sentido (Mt. 5:12; cf. Stg. 5:10). Mateo 23:34 cristianiza un dicho sapiencial apócrifo, y Hechos 7:52 conecta<br />

la persecución de los profetas con la crucifixión de Jesús.<br />

III. Los profetas precristianos.<br />

1. El NT se refiere a profetas al inicio <strong>del</strong> relato evangélico. Así, Zacarías pronuncia una profecía bajo la inspiración <strong>del</strong> Espíritu en<br />

Lucas 1:65ss.<br />

2. También Isabel habla proféticamente en Lucas 1:41–42, y así queda capacitada para reconocer en María a la madre <strong>del</strong> Mesías.<br />

3. El anciano Simeón viene al templo por inspiración <strong>del</strong> Espíritu, pues se le había revelado que iba a ver al Cristo <strong>del</strong> Señor; por eso<br />

también él habla proféticamente acerca <strong>del</strong> niño Jesús (Lc. 2:25ss).<br />

4. A Ana se la llama expresamente profetisa en Lucas 2:36. En cuanto a tal, proclama a Cristo como el Salvador escatológico (v. 38).<br />

Como los otros, ella es una judía piadosa, y los cuatro tienen una cercana relación con el templo, lo cual denota una armonía entre<br />

templo y profecía en este período precristiano.<br />

IV. Juan el Bautista.<br />

1. En todas partes se llama profeta a Juan el Bautista (Mr. 11:32; Mt. 11:9; Lc. 1:76; Jn. 1:25). Jesús, en efecto, dice que es más que<br />

un profeta (Mt. 11:9).<br />

2. Los autores de los Sinópticos describen su vocación, su aparición y su predicación según el mo<strong>del</strong>o <strong>del</strong> AT. Su vocación es como<br />

la de Jeremías (Jer. 1:1–2; Lc. 3:1–2). Proclama el juicio e invita a la conversión. Confronta al gobernante como un verdadero<br />

profeta (Mr. 6:17ss; cf. 1 S. 15:10ss; 2 S. 12:1ss; [p 939] 1 R. 21:17ss). Profetiza sobre ese más poderoso que vendrá después de él<br />

(Mr. 1:7–8). Su bautismo quizás sea un signo profético.<br />

3. a. El Bautista tiene un carácter mesiánico y escatológico. Esto se puede ver en Lucas 1:4ss, que muestra que su nacimiento y su<br />

palabra y su obra dan paso al tiempo de la salvación escatológica para el pueblo.<br />

b. Su ministerio de bautizar es la obra de un profeta escatológico. No es un mero rito de purificación, ni es un bautismo de prosélitos.<br />

Es una acción que se realiza de una vez por todas, para todos aquellos que quieran recibir como penitentes la salvación escatológica.<br />

Con su alimento y su vestir, es claro que viene <strong>del</strong> desierto como Moisés, el redentor escatológico de la antigua alianza (cf. 1<br />

Co. 10:1ss). Juan 1:25 ve en el bautismo una prueba de la naturaleza mesiánica de su ministerio; comporta asociaciones mesiánicas<br />

para aquellos que lo interrogan.

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