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Diccionario Teológico del Nuevo Testamento - Compendio - Kittel

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1. Viento, sector <strong>del</strong> mundo. Como en el AT, חוּר ַ es el término común para «viento». Hallamos también la expresión «los cuatro<br />

vientos»; así, חוּר ַ puede denotar «lado» o «dirección».<br />

2. Ángeles y espíritus malignos. Los seres <strong>del</strong> mundo celestial pueden ser llamados espíritus, especialmente en la apocalíptica. Los<br />

espíritus elementales son una clase especial que reina sobre los acontecimientos naturales. Los ángeles caídos, al involucrarse con<br />

mujeres, han engendrado espíritus malignos que viven en la tierra. La creencia en los demonios está extendida entre los líderes<br />

religiosos y los escribas, así como entre el pueblo. Satán y los espíritus malignos son los enemigos de Dios, que seducen y dañan a<br />

los seres humanos. Sólo surgen en una distorsión de la creación de Dios. Así se evita el dualismo absoluto, y la actividad de ellos<br />

se integra en el gobierno de Dios. En el tiempo final serán atados y castigados.<br />

3. Los difuntos. El término espíritu se aplica también a los difuntos en las tumbas, que pueden recorrer la tierra de noche o pueden<br />

ser visitantes en el cielo para escuchar furtivamente los secretos divinos.<br />

4. El espíritu humano. La antropología judía posterior subraya fuertemente la idea <strong>del</strong> espíritu humano.<br />

a. Vocabulario. Es difícil fijar distinciones en los términos que denotan el alma humana. Se usan diversas palabras, pero el alma es<br />

una sola. Lingüísticamente se hace una distinción relativa entre el alma como fuerza vital y el alma tal como desciende <strong>del</strong> cielo,<br />

pero hay muchas excepciones.<br />

b. El legado <strong>del</strong> AT. El punto de vista <strong>del</strong> AT sobre el espíritu como fuerza vital y como sede de las funciones espirituales sigue<br />

siendo el mismo en el judaísmo, con énfasis en el elemento emocional y volitivo, p. ej. el espíritu orgulloso, rapaz o humilde, el<br />

espíritu que puede ser refrescado con gozo o recibir descanso. El espíritu de Dios halla complacencia en aquellos cuyo espíritu<br />

humano hallan complacencia en él.<br />

[p 862] c. Espíritu y cuerpo. Los rabinos desarrollan la distinción entre cuerpo y alma: el primero es terrenal, la segunda es celestial<br />

y por lo tanto preexistente e inmortal. En la creación, Dios crea ya un número fijo de almas que quedan almacenadas hasta que<br />

haya cuerpos preparados. Estas almas son puras y santas, y deben ser devueltas al cielo puras y santas. El alma preexistente es el<br />

espíritu que Dios pone en nosotros. Conserva cierta independencia respecto al cuerpo, como en el sueño. Después de la muerte,<br />

permanece en un lugar oculto en el cielo o en el reino de los muertos, esperando reunirse con el cuerpo en la resurrección para el<br />

juicio. Las almas de los justos son mantenidas aparte de las de los malos. En la resurrección, cuando se reúnan el alma y el cuerpo,<br />

la vida es restaurada ya sea por el espíritu humano que regresa, o por el Espíritu de Dios.<br />

d. Edad de las ideas de preexistencia e inmortalidad. Estas ideas existen bastante tempranamente en el judaísmo helenístico. El<br />

concepto de la inmortalidad <strong>del</strong> espíritu se puede hallar en el judaísmo palestinense en los Jubileos y en el Enoc Etíope. Los fariseos<br />

aceptan tanto la inmortalidad <strong>del</strong> alma como la resurrección. La preexistencia, sin embargo, se enseña menos claramente en el<br />

judaísmo palestinense. Figuran las ideas <strong>del</strong> alma que viene <strong>del</strong> cielo y de un número fijo de individuos, pero estas no implican<br />

necesariamente la preexistencia, la cual está firmemente atestada sólo a partir <strong>del</strong> siglo II d. C.<br />

e. El problema histórico. El judaísmo palestinense, así como el helenístico, muestra influencia griega en su antropología. Por otro<br />

lado, permanece el punto de vista antiguo de que el espíritu que viene de Dios es la fuerza vital en la humanidad. El legado <strong>del</strong> AT<br />

impide así una helenización completa, especialmente al descartar la idea de que el cuerpo es sede <strong>del</strong> mal.<br />

5. El Espíritu de Dios.<br />

a. Terminología. En los escritos apócrifos y pseudoepigráficos, encontramos los títulos «el Espíritu», «Espíritu de Dios», y ocasionalmente<br />

«el Espíritu Santo». El espíritu en nosotros puede ser llamado el espíritu de Dios, pero el Espíritu de Dios en sentido<br />

estricto es una entidad separada de nosotros.<br />

b. Las obras <strong>del</strong> Espíritu.<br />

(a) El AT habla acerca de un espíritu de sabiduría, entendimiento, etc., y estas cualidades se ven cada vez más como obras <strong>del</strong><br />

Espíritu de Dios. En particular la profecía es una obra <strong>del</strong> Espíritu, y también lo es una vida moral. Al conocer todas las acciones<br />

humanas, el Espíritu puede acusar en el juicio.<br />

(b) El Espíritu tiene su manifestación en la luz o en el sonido, pero en los rabinos el Espíritu de Dios nunca aparece como una<br />

paloma.<br />

c. El Espíritu y el AT. Para los rabinos el Espíritu es el Espíritu profético que habla en el AT. Cada uno de los libros es inspirado por<br />

el Espíritu, y por eso es canónico. En la exposición, algunos pasajes pueden ser atribuidos a Israel u otros hablantes, y otros direc-

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