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Diccionario Teológico del Nuevo Testamento - Compendio - Kittel

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[p 612] Ν, ν (nu)<br />

Ναζαρηνός [de Nazaret], Ναζωραῖος [nazareno]<br />

483<br />

A Jesús se lo llama Ναζαρηνός en Marcos 1:24; 10:47; Lucas 4:34, y Ναζωραῖος en Mateo 2:23; 26:69; Lucas 18:37. En Hechos<br />

24:5 se relaciona a Pablo con la secta τῶν Ναζωραίων. En Marcos, Lucas y Juan se presupone una conexión con Nazaret (tb.<br />

Ναζαρέτ y Ναζαρά; cf. Mt. 4:13; Lucas 4:16). La comparación de Mateo 26:69 con 26:71 muestra que Ναζωραῖος y Γαλιλαῖος<br />

significan, en gran medida, lo mismo (cf. Hch. 1:11). Los términos parecen derivarse <strong>del</strong> mundo exterior, y tienen un matiz peyorativo<br />

en cuanto se aplican a Jesús y a los discípulos. Pablo no los usa; y χριστιανοί llega a ser la designación común en el mundo<br />

gentil (Hch. 11:26). La cuestión de si el uso de Ναζαρηνός o Ναζωραῖος para Jesús y los primeros cristianos palestinenses subyace<br />

o no al término adoptado por los cristianos en Siria, Persia, Armenia, etc., es cosa muy discutida, y se han hecho intentos de<br />

rastrear una anterior secta de Νασαραῖοι. En lo que respecta a la profecía de Mateo 2:23 tenemos el contenido más que las palabras<br />

exactas, y es probable que la explicación se halle en la semejanza de Ναζωραῖος con Ναζιραῖος (nazareo; cf. Jue. 13:5, 7).<br />

La secta judía precristiana de los «nazarenos» sólo nos es conocida por Epifanio (Contra 80 herejías 18; 29.6), quien los distingue<br />

con todo esmero de los Ναζωραῖοι judeocristianos. Es posible, sin embargo, que jamás haya existido en absoluto una secta de ese<br />

tipo, sino que Epifanio se haya confundido a causa de una lista judía que en realidad a quienes se refería era a los cristianos. Según<br />

su descripción, tienen poco en común con Juan el Bautista, con Jesús o con el cristianismo judío tardío. Se podría concluir que el<br />

término Ναζωραῖος se deriva de la ciudad de Nazaret como lugar de residencia de Jesús. Ni las objeciones lingüísticas ni las<br />

materiales a este punto de vista resultan convincentes.<br />

[H. H. Schaeder, IV, 874–879]<br />

ναός [templo]<br />

1. Uso no bíblico. ναός, de ναόω, «habitar», significa «morada de los dioses», «templo». A diferencia <strong>del</strong> verbo, tiene un matiz<br />

cultual. Los rasgos esenciales son la casa, el altar y la imagen. La «casa» puede ser una pequeña que se pueda transportar, pero<br />

más generalmente es un edificio. El ναός es estrictamente el santuario, en contraposición con los términos más amplios que se<br />

refieren al recinto en su totalidad. Se puede usar todavía más limitadamente para la capilla interior que alberga al dios.<br />

2. Uso bíblico. ναός es relativamente común en la LXX. Por lo general se refiere al templo de Jerusalén (cf. Sal. 45:15). Ezequiel<br />

usa τὰ ἱερά para los santuarios paganos, pero esta distinción no se mantiene en los libros de los Macabeos. Josefo usa ναός tanto<br />

para el templo mismo como para el recinto. El NT usa ναός, ἰερόν y ἅγιον sin ninguna distinción neta. ναός se refiere en particular<br />

al templo de Jerusalén, pero tiene una referencia más general en Hechos 17:24, y se usa para designar los templetes de plata de<br />

Artemisa en Hechos 19:24. Un desarrollo especial que le da precedencia a ναός en el NT es su uso para el templo espiritual. Las<br />

razones para este desarrollo son el interés de la LXX en el término, el hecho de que armoniza bien con la idea de edificar, y el rico<br />

potencial de la palabra. En los Evangelios, Mateo 23:16ss menciona la costumbre de jurar por el templo o por su ornamento [p<br />

613] de oro. La distinción casuística se basa en el hecho de que el oro está consagrado y por lo tanto se supone que pertenece más<br />

plenamente a Dios, pero Jesús echa abajo la casuística al mostrar que a Dios se lo invoca juntamente con cualquier cosa que le<br />

pertenezca, de modo que no puede haber ningún juramento que no sea vinculante. En Mateo 23:35 el asesinato entre el templo y el<br />

altar resulta particularmente ignominioso, puesto que se trata de un lugar de asilo (Éx. 21:14). El Zacarías a quien se hace referencia<br />

es probablemente el hijo de Joiada (2 Cr. 24). En su juicio, Jesús es acusado de decir que iba a destruir el templo (cf. Mr.<br />

14:58; Mt. 26:61; Hch. 6:14; tb. Jn. 2:19, 21). Marcos afirma que el testimonio es falso. También contrapone el templo hecho por<br />

mano humana con el maravilloso templo nuevo de la comunidad escatológica, mientras que Mateo y Juan hacen hincapié en la<br />

persona de Jesús y su poder. Un dicho enigmático subyace a la acusación. Su contexto es la purificación <strong>del</strong> templo, vincula la<br />

venida <strong>del</strong> Hijo <strong>del</strong> Hombre con el templo, y establece el punto de que Jesús es el constructor <strong>del</strong> templo mesiánico (que la iglesia<br />

conecta consigo misma como la comunidad mesiánica de la cual Jesús es la piedra angular). En Mateo 27:5 Judas lleva al templo<br />

las treinta piezas de plata antes de colgarse; probablemente aquí ναός se refiera al recinto <strong>del</strong> templo. En Marcos 15:38 una de las<br />

señales al momento de la muerte de Jesús es que se rasga el velo <strong>del</strong> templo. No se nos dice si se trata <strong>del</strong> velo interior o <strong>del</strong> exterior,<br />

ni cuál es el significado preciso de la señal. En Lucas y Hechos, ἱερόν tiende a ser más común que ναός, término que en<br />

Lucas aparece sólo en los relatos de la infancia (1:9, 21, 22). Puntos notables en los Hechos son la distinción entre el templo terrenal<br />

y el celestial en 7:48 (cf. Is. 66:1) y el uso de ναός para las representaciones en miniatura <strong>del</strong> santuario pagano, que fabricaba<br />

Demetrio en 19:24. En las epístolas Pablo les insiste a los corintios que ellos son templos de Dios en los cuales habita el Espíritu (1<br />

Co. 3:16; 6:19; 2 Co. 6:16–17). Esto parece basarse en un dicho de Jesús en una forma que se refiere en Marcos 14:58. Existen<br />

paralelos en Filón y en el estoicismo, pero no para la descripción <strong>del</strong> cuerpo como templo de Dios. La presencia de un ídolo en el<br />

templo de Dios es una abominación, según 2 Reyes 21:7, etc.; Pablo le da a este principio cultual una aplicación moral. En 2 Tesalonicenses<br />

2:3–4, el inicuo tratará de usurpar el templo de Dios, posiblemente el templo histórico en Jerusalén, pero más probablemente<br />

la comunidad cristiana. La comunidad, con los apóstoles y profetas como cimiento y Cristo como piedra capital y angular,<br />

está siendo edificada para ser un templo santo (Ef. 2:20), o, como lo expresa 1 Pedro, una casa espiritual en la cual los miembros<br />

son piedras vivas, y Cristo, la piedra que los constructores desecharon, es la piedra angular (2:5; 4:19). La idea de «pilares» en

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