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Diccionario Teológico del Nuevo Testamento - Compendio - Kittel

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pobreza en 2 Corintios 5:13, y tal vez a la enfermedad en Apocalipsis 2:22 (cf. tb. las listas en Ap. 8:3–5 y 2 Co. 11:23ss). También<br />

encontramos la angustia interior y la pena (Fil. 1:17) o la ansiedad y el temor (2 Co. 7:5).<br />

2. El poder común de la aflicción es el de la muerte que actúa en ella (2 Co. 1:8–9; 4:10–11; 11:23). El sufrimiento de Cristo en sus<br />

miembros es una experiencia de los efectos de la muerte que él ha derrotado (cf. Fil. 3:10). La aflicción deja su marca externa<br />

sobre nuestra vida presente con su contingencia y corruptibilidad (2 Co. 4:16). Es así como nos pone a prueba a ver si vamos a<br />

defender el [p 332] evangelio a riesgo de nuestra vida, si vamos a ver la vida en términos de sus propias posibilidades o de aquellas<br />

que quedan abiertas por la promesa divina (cf. 2 Co. 1:8–9). La fe acepta el juicio divino en la aflicción y ofrece la vida de<br />

nuevo a Dios. Conduce entonces a soportar con paciencia (2 Ts. 1:4), postura que en esperanza se centra en lo que no se ve, dando<br />

así consuelo (2 Co. 1:5–6) y la seguridad de que la gloria venidera supera con mucho los sufrimientos actuales (2 Co. 4:17–18).<br />

Tenemos, entonces, un círculo virtuoso gracias al cual la promesa da esperanza, la esperanza acepta el sufrimiento, el sufrimiento<br />

alimenta la paciencia, y la paciencia aumenta la esperanza, dando así plenitud al gozo de la promesa <strong>del</strong> Espíritu.<br />

3. Con esta aceptación de la aflicción, los cristianos edifican la comunidad. En ella la palabra se convierte en una promesa pertinente<br />

de consuelo para los demás (2 Co. 1:4ss). En el sufrimiento de su pueblo, Cristo mismo edifica la iglesia, mostrando así que en<br />

realidad él ha quebrantado ya el poder de la aflicción.<br />

[H. Schlier, III, 139–148]<br />

θνῄσκω, θνητός → θάνατος<br />

θρηνέω [llorar, lamentar], θρῆνος [duelo, lamentación]<br />

A partir de Homero θρῆνος es un término técnico para «duelo» y puede incluso significar «lamento» o «endecha». El verbo, en<br />

cambio, no se restringe al lamento por los muertos.<br />

A. θρῆνος en la cultura grecorromana.<br />

1. En Grecia la lamentación es parte esencial <strong>del</strong> funeral, durante la exhibición <strong>del</strong> cadáver y la inhumación propiamente dicha. La<br />

endecha sirve de homenaje al difunto. Las mujeres desempeñan un papel prominente, pero también los varones cantan lamentos.<br />

Con frecuencia se recurre a profesionales. Solón trató de restringir los excesos ligados con el consiguiente crecimiento de una<br />

industria funeraria, p. ej. al legislar que las plañideras debían ser parientes <strong>del</strong> difunto.<br />

2. Las influencias <strong>del</strong> Cercano Oriente redujeron la eficacia de las reformas de Solón. Estas influencias se pueden ver en el uso de la<br />

lamentación para llorar la muerte <strong>del</strong> dios de la secta en las religiones mistéricas.<br />

3. Los romanos siguen a los griegos en el canto de endechas por parte de mujeres cercanamente emparentadas, durante la exhibición<br />

<strong>del</strong> cadáver y el entierro.<br />

B. θρῆνος en la cultura <strong>del</strong> Cercano Oriente. Las costumbres <strong>del</strong> Cercano Oriente dan cabida a una lamentación más violenta.<br />

También aquí las mujeres desempeñan una parte más importante que los hombres.<br />

1. El AT. La LXX usa normalmente θρῆνος para la lamentación y no para las expresiones más espontáneas de duelo. El duelo tiene<br />

lugar en la casa y luego durante el entierro. Los primeros por quienes se hace duelo son los parientes, si bien puede haber luto<br />

nacional por personajes sobresalientes (cf. Gn. 50:3, 10). Se encuentran plañideras profesionales, y la endecha formal reemplaza a<br />

la lamentación original que era menos formal (cf. Gn. 23:2). Poetas inspirados como David (2 S. 1:17ss) y Jeremías (Jer. 9:9) ocupan<br />

el puesto de los trenodistas pagados de Grecia. Una vez más son prominentes las mujeres (Jer. 9:10; Ez. 32:16), especialmente<br />

las vírgenes (Jl. 1:8; Jer. 9:20). En el AT no figura ninguna lamentación cúltica. En lugar <strong>del</strong> duelo por un dios muerto, el propio<br />

Dios viviente, por medio de sus profetas, pide que se hagan lamentaciones a causa <strong>del</strong> juicio sobre su pueblo o de la destrucción de<br />

otros pueblos. Es así como θρῆνος se convierte en una palabra profética importante, ya sea que se refiera al θρῆνος <strong>del</strong> profeta, de<br />

los afectados, o de los espectadores (cf. Is. 14:4). El círculo se amplía cuando los juicios divinos se hacen universales. θρῆνος<br />

puede cubrir el país entero (Am. 5:16), especialmente los lugares altos (Jer. 7:29, etc.). En cuanto a ejemplos de θρηνοί hebreos<br />

véanse las Lamentaciones; 2 Samuel 1:19ss; Amós 5:1ss; Isaías 14:4ss.<br />

[p 333] 2. El judaísmo. En el judaísmo postbíblico las costumbres <strong>del</strong> duelo quedan fijadas y codificadas. La lamentación tiene lugar<br />

en la casa y durante la inhumación. Se tocan flautas, pero su uso queda restringido (p. ej. no en la casa ni en la procesión ni en<br />

ciertos días). Las endechas son cantadas por mujeres, quienes también baten palmas. Las mujeres de la familia juegan un papel<br />

modesto, pero los varones hacen elogios <strong>del</strong> muerto, golpeándose el pecho y la cabeza y zapateando. Oradores pagados pronuncian<br />

discursos fúnebres cerca de la tumba. Josefo, en Antigüedades 7.42, se refiere a las inscripciones funerarias (ἐπιτάφιοι θρῆνοι).

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