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Diccionario Teológico del Nuevo Testamento - Compendio - Kittel

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19<br />

De modo similar el ángel de Dios, o <strong>del</strong> Señor, acompaña a la iglesia de Dios en su misión, actuando en favor de los apóstoles<br />

(Hch. 5:19; 12:7ss), mostrándoles la voluntad de Dios (8:26; 10:3ss), y castigando a sus enemigos (12:23).<br />

c. En el NT Cristo, con toda claridad, no es uno de los ángeles, sino que es superior a ellos (Mr. 13:32; Heb. 1:4ss). Si fue hecho<br />

inferior a los ángeles, esto simplemente enfatiza la superioridad de su encargo (Heb. 2:5ss). En la misma vena, Pablo atribuye a los<br />

ángeles poca importancia. En calidad de apóstol él no está bajo las órdenes de los ángeles (Gá. 1:8). Incluso las lenguas de los<br />

ángeles no son nada sin el amor (1 Co. 13:1). Como lo expresa 1 Pedro 1:12, los ángeles ansían contemplar el evangelio; no fue<br />

por ellos sino por nosotros que murió Cristo (Heb. 2:16).<br />

3. En Colosenses 2:18 hay una fuerte condena a todo culto a los ángeles. Cuando los ángeles quedan separados de Dios, hay que<br />

contarlos entre las fuerzas hostiles que nos amenazan (Ro. 8:38), e. d. como ángeles elementales o naturales que podrían volverse<br />

demoníacos. Pablo no pone en [p 22] duda la realidad de estos seres, pero insiste en su sujeción a Cristo (1 Co. 15:24) y asegura la<br />

participación <strong>del</strong> creyente en su victoria escatológica (Ro. 8:38).<br />

4. Ángeles caídos → δαίμων.<br />

5. La idea de los ángeles guardianes se toma <strong>del</strong> judaísmo. Hechos 12:15 presupone una semejanza entre el ángel y la persona. En<br />

Mateo 28:10 los ángeles nos recuerdan que los pequeños son importantes para Dios y deben serlo para nosotros. La referencia en 1<br />

Corintios 11:10 podría ser a deseos eróticos de los ángeles, pero más probablemente lo es al decoro que ellos requieren. En Apocalipsis<br />

1:20 y 2–3 los ángeles de las iglesias podrían ser los obispos, pero en el contexto es más probable que sean los ángeles que<br />

auxilian, especialmente porque en los tiempos <strong>del</strong> NT los obispos no ostentaban un lugar de exaltación por encima de las iglesias.<br />

ἀρχάγγελος. La idea de los arcángeles está ligada con la singularización de ángeles individuales. Josué 5:14 menciona un capitán<br />

o comandante <strong>del</strong> ejército <strong>del</strong> Señor. Miguel es un príncipe jefe o ángel principal en Daniel 10:13; 12:1. Posteriormente leemos<br />

acerca de cuatro, seis, o siete ángeles especiales. La LXX no usa el término ἀρχάγγελος, pero Filón lo aplica al λόγος. El NT no<br />

muestra gran interés en el tema. 1 Tesalonicenses 4:16 dice que la llamada <strong>del</strong> arcángel sonará al momento de la venida de Cristo,<br />

y Judas 9 identifica a Miguel como un arcángel.<br />

ἰσάγγελος. Esta palabra poco común aparece en el NT solamente en Lucas 20:36. En la resurrección seremos «como los ángeles»,<br />

sin experimentar ni la mortalidad ni el matrimonio (cf. Mt. 22:30; Mr. 12:25).<br />

[G. <strong>Kittel</strong>, I, 80–87]<br />

ἀγενεαλόγητος → γενεά<br />

ἅγιος [santo], ἁγιάζω [hacer santo, santificar], ἁγιασμός [santificación], ἁγιότης [santidad], ἁγιωσύνη [santidad]<br />

En el griego bíblico la familia ἁγ-, que incluye el grupo ἁγνός, es sumamente extensa y goza de una historia muy significativa.<br />

ἅγιος<br />

A. En los escritos griegos y helenísticos. El antiguo término griego ἅγος denota un objeto de temor reverente, el adjetivo ἅγής<br />

significa «limpio», y el verbo ἅζω tiene el sentido de «retraerse de». Ἅγιος se usa con respecto a los santuarios («sagrado»), y<br />

posteriormente respecto a los dioses y las prácticas religiosas, si bien sólo en el período helenístico se vuelve común.<br />

B. El uso de la santidad en el AT. La raíz שדק, originalmente cananea, tiene una referencia cúltica básica. El terreno en torno a la<br />

zarza ardiente es santo (Éx. 3:5), como lo son Gilgal (Jos. 5:15), el templo (Is. 64:10), ciertos días (Is. 58:13), las ofrendas (1 S.<br />

21:5–7), y los diezmos (Dt. 26:13). El adjetivo puede aplicarse a las personas e incluso a Dios; esto produce una asociación ética.<br />

El verbo es versátil, y denota la expresión de un estado de santidad (Is. 5:16), o de colocar en estado de santidad (Ez. 36:23), o de<br />

declarar santo (Éx. 19:10), o de entrar en un estado de santidad (Jos. 3:5), o de ser consagrado.<br />

C. Historia <strong>del</strong> término en el AT.<br />

1. Período preprofético. La palabra llega a ser conectada con el nombre de Dios, que es la expresión de su naturaleza, y por lo tanto<br />

asume un significado moral (cf. Am. 4:2). El profanar el nombre de Dios, incluso cultualmente, es un pecado (cf. Lv. 20:3; Am.<br />

2:7). El nombre, que la invocación cúltica reconoce, le da a la santidad una dimensión personal. Pero también la funde con la divinidad,<br />

en contraste con la condición de criatura. La santidad de Dios expresa su perfección divina. Su revelación de sí mismo es su<br />

propia santificación (Lv. 10:3, etc.). Sin embargo, ya que Dios mora en medio de su pueblo en virtud de la alianza <strong>del</strong> Sinaí (Éx.<br />

24:4ss), Israel debe ser un pueblo santo para él [p 23] (Dt. 7:6). Israel debe rehuir otros cultos y adorar solamente a Dios (Dt. 6:4),<br />

sin dar cabida alguna a los santuarios paganos ni a sus licencias cultuales (Dt. 23:18). La pureza cultual exige pureza personal. El

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