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Diccionario Teológico del Nuevo Testamento - Compendio - Kittel

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(a) El principio vital. חוּר ַ da vida al cuerpo animal o humano (cf. Gn. 7:22). Su ingreso da vida (Ez. 37:5–6), su retiro significa la<br />

muerte (Sal. 104:29). Algunos términos que se usan en relación con esto son revivir, desaparecer, languidecer, expirar, quedar<br />

vencido, etc.<br />

(b) Sede de las emociones, el intelecto y la voluntad. Emocionalmente hallamos conceptos tales como intranquilidad, infelicidad,<br />

desánimo, desaliento, impaciencia, irritación, mal humor, terror, celos, arrogancia, etc. Intelectualmente hay referencias a la sagacidad,<br />

a la penetración de los misterios divinos, al sentido artístico y a la planificación; negativamente a la falta de percepción, el<br />

error y la falta de visión religiosa o moral. Ciertas ideas volitivas asociadas son la presteza para las cosas, las actitudes de voluntad,<br />

valentía, capacidad de soportar, libertad, anhelo de Dios, renovación y, negativamente, infi<strong>del</strong>idad e impiedad.<br />

(c) El חוּר ַ efectuado por Dios. Dios, el Dios de los espíritus (Nm. 16:22), da fuerza vital (Is. 42:5), la sustenta (Job 10:12) y la retira<br />

(Sal. 10:29). La vida está en sus manos (Job 12:10). Ocasiona inquietud (2 R. 19:7), da fervor (Zac. 12:10), concede razón (Job<br />

32:8) e imparte sentido artístico (Éx. 28:3). Se halla detrás de los planes (Jer. 51:1) y puede frustrarlos (Is. 19:3). Da o endurece la<br />

fuerza moral de la voluntad (Ez. 11:19; Dt. 2:30). El espíritu divino se da mediante la imposición de manos (Dt. 34:9).<br />

c. El חוּר ַ de Dios.<br />

(a) Poder divino eficaz. El חוּר ַ de Dios da poder a los querubines (Ez. 1:12) y a Sansón (Jue. 13:25), y pone de pie al profeta (Ez.<br />

2:2). Induce al éxtasis (Nm. 11:25), levanta (1 R. 18:12), arrebata (Ez. 3:14), da voz profética (Gn. 41:38), otorga visiones (Ez.<br />

8:3), dota <strong>del</strong> don de liderazgo (Jue. 3:10), y se halla detrás de la maldad humana (Jue. 9:23).<br />

(b) El poder divino creador. El poder de Dios crea la vida (Ez. 37:9), la infunde (37:14), la envía (Sal. 104:30) y la quita (Job 34:14).<br />

Crea el cosmos y la vida que hay en él (Gn. 1:2; Sal. 33:5). Da capacidades mentales, p. ej. la destreza artística, la iluminación y la<br />

sabiduría (Éx. 31:3; Dn. 5:14). Da el don de profecía (Miq. 3:8). Equipa para la realeza (Is. 11:2). También da cualidades morales,<br />

p. ej. la santificación (Is. 59:12). Es un poder para juzgar (Is. 4:4) y para salvar (Is. 32:15). Da auxilio (Sal. 143:10), muestra lo que<br />

es correcto (Neh. 9:20), y es puesto en los corazones de las personas (Is. 63:11).<br />

(c) La naturaleza interior de Dios. חוּר ַ denota el poder sustentador de Dios (Is. 31:3), su omnipresencia (Sal. 139:7), su sabiduría y<br />

poder (Is. 40:13), su mando (Is. 34:16), su santidad (Is. 63:10) y su paciencia (Miq. 2:7).<br />

(d) El ser personal. חוּר ַ tiene un aspecto personal en 1 Reyes 22:21; Ezequiel 37:9; tal vez Isaías 48:16.<br />

2. ה ָמ ָשׁ נ ְ en el AT.<br />

a. Como aliento. Esta palabra figura para una respiración fuerte en Isaías 2:22, para el aliento airado de Dios en Isaías 30:33.<br />

b. Aliento humano. La referencia es al hálito de vida en Génesis 7:22, a la fuerza vital en Isaías 42:5, a las cosas vivientes en<br />

Deuteronomio 20:16, a la sede <strong>del</strong> entendimiento o de la inspiración en Job 26:4.<br />

c. El aliento de Dios. Usado con respecto a Dios, el término se refiere (a) al principio que da vida (Job 33:4) y (b) a lo que da<br />

entendimiento (32:8).<br />

3. בוֹא en el AT. Este término figura en el AT con referencia a a. los espíritus de los muertos (Lv. 19:31) y b. los que invocan a esos<br />

espíritus (1 S. 28:3, 9).<br />

II. El Espíritu de Dios.<br />

1. El Espíritu de Dios representa el verdadero poder en Isaías 31:3. El Espíritu transforma el desierto en un paraíso en Isaías 32:15ss.<br />

El poder <strong>del</strong> Espíritu tiene un carácter ético (cf. Is. 30:1). Da forma [p 859] creativamente (Sal. 51:10–11). Actúa por medio <strong>del</strong><br />

siervo (Is. 42:1ss). Perfecciona al pueblo (Ez. 36:26–27). Ya está en acción (Is. 31:3); la transformación <strong>del</strong> pueblo tiene lugar por<br />

medio de los juicios divinos en la historia (Ez. 11:19; 18:31; 36:26). Acaba y consuma la historia de Israel. No se trata de un poder<br />

politeísta sino de la obra personal de la voluntad de Dios. Los poderes divinos no están habitualmente presentes en la humanidad.<br />

Las personas están sujetas al poder de Dios. Aunque se experimenta como obra de Dios, es inescrutable. Ni siquiera los profetas<br />

dan detalles precisos de su acción. Su dinámica es clara, pero su lógica desafía todo análisis.<br />

2. El Espíritu de Dios es un poder creador y vivificador (Gn. 1:2). Toda la vida se deriva de este dinamismo (cf. Gn. 2:7). Por él Dios<br />

sustenta su obra (cf. Job 34:14). El poder <strong>del</strong> Espíritu es personal. No se trata de una fuerza inmanente de la naturaleza; en el AT se

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