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Diccionario Teológico del Nuevo Testamento - Compendio - Kittel

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9. El cielo en plural. Pablo habla de un arrebato al tercer cielo en 2 Corintios 12:2 (cf. v. 3), pero no dice nada específico acerca de<br />

los tres cielos. Las cosas que oye son ἄρρητα: no es lícito ni posible decirlas. Los cielos de la carta a los Hebreos están llenos de<br />

ángeles que ministran.<br />

E. Los Padres Apostólicos. El uso en los Padres Apostólicos es muy parecido al <strong>del</strong> NT (y al de la LXX en 1 Clemente). 1<br />

Clemente suele citar en el singular, pero en su propio texto usa el plural. Hay ecos <strong>del</strong> AT e incluso de los estoicos en lo que dice<br />

acerca de cómo Dios crea y sustenta los cielos. Bernabé tiene citas <strong>del</strong> AT y menciona la ascensión. En Hermas, Visiones 1.1.4, el<br />

cielo se abre y se cierra para la visión. Su altura inalcanzable desempeña una función en Mandatos 11.18. Didajé 8.2 usa el singular<br />

en el Padrenuestro, y en 16:6 la apertura <strong>del</strong> cielo es una señal apocalíptica. En Martirio de Policarpo 9.1, Policarpo escucha<br />

una voz <strong>del</strong> cielo, y en 14.1 ora hacia el cielo. Se pueden ver influencias gnósticas en 2 Clemente 1.16.3. Diogneto 5.9 dice que si<br />

bien los cristianos viven en la tierra, son ciudadanos <strong>del</strong> cielo. Es desde el cielo que Dios envía su verdad y su Logos, el Creador<br />

de los cielos (7.2). En Ignacio, Esmirniotas 11.2, la obra de los creyentes es ser perfectos en la tierra y en el cielo, y en Efesios<br />

19.2 un astro en el cielo señala la encarnación.<br />

οὐράνιος. Esta palabra significa «celestial» con referencia ya sea al firmamento o a la morada de los dioses, o a los dioses mismos.<br />

Con esta última referencia, tiene el sentido de «divino». Los dioses inmortales (especialmente Zeus) son seres celestiales.<br />

Con la primera referencia, la palabra se usa para el sol, los astros, el curso de los astros, el polo, etc. Platón también conecta el<br />

término con sus ideas. En el gnosticismo los seres celestiales son intermediarios provistos de cuerpos. Filón habla <strong>del</strong> hombre<br />

celestial, participando en el cual todos habitamos en el cielo. Para él «celestial» denota origen divino; por eso puede hablar de<br />

virtud celestial, percepción celestial, palabra o mensaje celestial, etc. Para Josefo la palabra es imprecisa. Los dioses paganos son<br />

celestiales, pero también lo es el tema de la filosofía. La LXX apenas [p 723] usa el término, aunque hay unos cuantos casos en los<br />

pseudoepígrafos. En 3 Macabeos 6:18 Dios abre las puertas celestiales, y en 4 Macabeos 4:11 su hueste es celestial. En 3 Esdras<br />

6:14 Dios es el Señor celestial. Sus hijos son celestiales en 2 Macabeos 7:34, pero en el sentido de que han ingresado en la esfera<br />

celestial. El principal uso en el NT se halla en la frase «vuestro (o ‘mi’) Padre celestial» (Mt. 5:48; 6:14; 15:13; 18:35). Lo que se<br />

enfatiza aquí es la apertura y poder <strong>del</strong> Padre en cuanto realiza la transición salvífica de los eones. En Lucas 2:13 la hueste es celestial;<br />

consta de servidores de Dios que proclaman desde el cielo la obra salvífica de Dios en el nacimiento <strong>del</strong> Salvador. La visión<br />

de Pablo en Hechos 26:19 es celestial; la visión viene <strong>del</strong> Señor y exhibe su poder de resurrección. En los Padres Apostólicos<br />

el único caso se da en Martirio de Policarpo, que dice que el reino de Cristo es celestial (cf. Diog. 10.2).<br />

ἐπουράνιος. ἐπ- en esta palabra significa «en» más que «sobre». El término se usa para los dioses que habitan en el cielo y vienen<br />

de él. También tiene el sentido de perteneciente al cielo. Se dice que la palabra divina es ἐπουράνιος, y lo mismo se dice de Dios,<br />

según los escritos herméticos. ἐπουράνια son las cosas celestiales. El término es poco común en la LXX, pero Filón lo usa. En el<br />

NT figura como adjetivo y también como sustantivo. Efesios usa la frase «en [lugares] celestiales» en 1:3, 20; 2:6; 3:10; 6:12. En<br />

algunos casos el significado es muy parecido a «en los cielos». Allí se ubican el trono de Dios, su gobierno, su diestra; ese es el<br />

mundo de Dios y de Cristo. Pero en 4:10 Cristo es exaltado por sobre el mundo celestial y reina sobre él. Ese mundo está lleno de<br />

fuerzas espirituales que lo constituyen y lo dominan. Los cristianos tienen parte en el gobierno de Cristo sobre él (2:6), y en Cristo<br />

tienen bendiciones en él (1:3). Pueden resistir sus fuerzas cuando siguen a Cristo en su marcha a través de él (4:9–10). Por medio<br />

de ellos el misterio de Dios es manifestado a ese mundo (3:10). La frase «en [lugares] celestiales» destaca la significación cósmica<br />

<strong>del</strong> acontecimiento de la revelación. En Hebreos, esta palabra recibe su sello de la idea <strong>del</strong> santuario celestial adonde entra el sumo<br />

sacerdote para realizar su obra (8:5; 9:23). Las cosas celestiales son las cosas verdaderamente reales y escatológicamente futuras<br />

(8:2; 10:1). Representan la consumación, y no se ponen en antítesis sino simplemente en comparación (8:5; 9:23). Su esencia estriba<br />

en la presencia de Dios, el único lugar de donde procede y hacia donde se dirige la realidad (9:24). La herencia es celestial en<br />

virtud de su origen y meta (3:1). El don celestial (6:4) es la salvación escatológica. La patria (11:16) y Jerusalén (12:22) son celestiales<br />

porque son la meta final. El amplio lienzo de 12:22ss incluye también innumerables ángeles, la asamblea festiva, a los primogénitos<br />

escritos en el cielo, a Dios el Juez, y a Jesús el Mediador. En 2 Timoteo 4:18 el reino de Cristo es llamado celestial, con<br />

énfasis en su consumación. En Filipenses 2:6ss se dice que «toda rodilla» de Isaías 45:23 se aplica al cielo, la tierra, y debajo de la<br />

tierra. También las potestades celestiales –ya se trate de ángeles o de fuerzas hostiles– reconocerán el señorío de Cristo. En 1 Corintios<br />

15:40, los cuerpos celestiales sobrepasan en gloria a los cuerpos terrenales. En los vv. 48–49 el sentido es que, así como<br />

hemos llevado la imagen <strong>del</strong> terrenal, así llevaremos la imagen <strong>del</strong> celestial, e. d. tendremos participación en el Cristo resucitado.<br />

En Juan 3:12 las cosas celestiales incluyen el descenso y el regreso <strong>del</strong> Hijo <strong>del</strong> Hombre (vv. 13ss), ya que están fundamentadas en<br />

el amor de Dios y son realizadas por la obediencia de Jesús. Expresan el secreto divino de la revelación en el Hijo. En los Padres<br />

Apostólicos el sustantivo plural figura solamente en Ignacio para designar los «espíritus celestiales» (Esmirniotas 6.1). El término<br />

se usa para Dios en 1 Clemente 61.2, y para Jesús en Martirio de Policarpo 14.3, ambas veces con «eterno».<br />

οὐρανόθεν. Esta palabra significa «desde el cielo», en los diversos sentidos <strong>del</strong> cielo. La LXX la usa sólo en 4 Macabeos 4:10.<br />

Filón la usa una vez en la exposición alegórica de Éxodo 22:25. Los dos casos en el NT se hallan en los Hechos. En 14:7 la lluvia<br />

desciende <strong>del</strong> cielo, tanto en el sentido de que cae de arriba como en el de que es enviada por Dios. En 26:13 la luz brilla desde el<br />

cielo, pero también brilla desde el Revelador. Al derramarse desde él, traspasa el firmamento.

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