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Diccionario Teológico del Nuevo Testamento - Compendio - Kittel

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1. Estas dos palabras tienen una amplia gama de significados, donde el primer sentido es el de «llamar a», ya sea literalmente o con<br />

matices tales como llamar pidiendo auxilio, invitar y convocar.<br />

2. Un segundo sentido es el de «suplicar», p. ej. invocando a los dioses en oración o, cuando se trata de un superior a un inferior,<br />

proponer.<br />

3. Un tercer sentido es el de «exhortar» o «animar», e incluso a veces «ganarse» a alguien para un plan.<br />

4. El sentido final es el de «consolar», principalmente en la forma de dar exhortación y estímulo en momentos de dolor. Este no es<br />

un uso común.<br />

B. El judaísmo griego.<br />

1. Los equivalentes hebreos y su influencia. En la LXX las palabras se usan para 15 términos hebreos, y figuran también en<br />

traducciones libres. Sin embargo, en su mayor parte se usan para םחַ ִנ, y esto hace que el sentido principal sea «consuelo», especialmente<br />

en situaciones de duelo (Gn. 24:67). El verbo en particular también se refiere al consuelo que da Dios a su pueblo bajo<br />

juicio, o a los individuos en la tentación.<br />

2. El grupo en la LXX sin original hebreo. Cuando no hay un original hebreo, el sentido de consuelo está casi completamente<br />

ausente, y tenemos más bien sentidos como exhortación, estímulo, fortalecimiento, aliento, propuesta e invitación.<br />

3. Los escritos extracanónicos. Fuera de la esfera bíblica rara vez encontramos el uso especial de la LXX, y predominan significados<br />

como pedir, amonestar, suplicar, etc. Es así como encontramos en Filón «invitar», y en Josefo «invocar» a Dios en oración. Sólo<br />

en los <strong>Testamento</strong>s de los Doce Patriarcas y en 4 Esdras está presente de un modo más común la idea de consuelo, ya sea teniendo<br />

en mente el consuelo de Dios, o el consuelo a Sión en su luto.<br />

[O. Schmitz, V, 773–779]<br />

C. El consuelo y las formas de consuelo en la antigüedad no bíblica.<br />

I. Consuelo y admonición. El grupo contiene un elemento imperativo («advertir, amonestar») que va acompañado <strong>del</strong> indicativo<br />

(«consolar»). Se hace entre ellos una distinción teórica, pero en la práctica se unen. La exhortación es una forma de consuelo con<br />

miras a superar la pena o dejarla de lado.<br />

II. Formas de consuelo. La antigüedad elabora diferentes formas de consuelo para los ancianos, los moribundos, los dolientes, los<br />

separados, los exiliados, y las víctimas de la injusticia o de impedimentos. Todos tienen el deber de ofrecer consuelo. Los moribundos<br />

lo dan en palabras de despedida, y los muertos en escritos en los que figuran. Los dolientes tratan de consolarse a sí mismos<br />

<strong>del</strong> mismo modo que consuelan a los demás. Pueden leer obras de consolación, y las consideraciones racionales tienen un<br />

efecto consolador, como lo tiene también el recuento de las propias tribulaciones.<br />

III. Modos y medios de consuelo. Los modos de dar consuelo son la presencia personal, las visitas, las cartas y los escritos consoladores.<br />

También se consiguen consoladores profesionales. Los medios de consuelo son las enseñanzas filosóficas, las enseñanzas y<br />

prácticas religiosas, p. ej. la oración y los misterios, y cosas tales como la música, las distracciones, el sueño, e incluso el vino.<br />

[p 759] IV. Razones de consuelo.<br />

1. Epicuro. Entre las razones para el consuelo, los epicúreos sugieren que la muerte es el fin absoluto, de modo que no hay razón<br />

para lamentarse por los muertos. El verdadero consuelo es la vida misma, e. d. el recuerdo de que cada día podría ser el último, y<br />

por lo tanto el recibir y el aprovechar cada hora como un regalo.<br />

2. Razones comunes. Entre las razones para consolarse que se aducen comúnmente se halla la evocación de la felicidad pasada, la<br />

consideración de las cosas buenas que aún quedan, el pensamiento de la duración <strong>del</strong> universo pero también de su corruptibilidad,<br />

en comparación con la cual el sufrimiento individual es minúsculo, y el pensamiento de la universalidad de la muerte, que sobreviene<br />

tanto a los grandes como a los pequeños.<br />

3. La idea de inmortalidad. En la antigüedad, la base principal para el consuelo es la idea de la inmortalidad <strong>del</strong> alma. Los buenos no<br />

están muertos; la muerte es el nacimiento a una vida sin fin, es un regreso a casa. Según este punto de vista la vida misma es un<br />

exilio, donde el cuerpo es una cárcel o una carga, y la muerte es una liberación gozosa. Por eso hay que meditar en ese más allá<br />

mejor al cual se han ido los muertos, y en el cual gozan de una recompensa celestial y de la compañía de los dioses bienaventurados.<br />

Especialmente los misterios alimentan este punto de vista. En general, los dioses mismos no son consoladores. Fijan el tiempo

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