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Diccionario Teológico del Nuevo Testamento - Compendio - Kittel

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[p 143] δεῖ [se debe, es necesario], δέον ἐστί [es necesario]<br />

116<br />

1. Este término, que en su forma más común es δεῖ (con infinitivo) o δέον ἐστί, denota el elemento de obligación en un acontecimiento.<br />

Alcanza su mayor precisión cuando se conecta con el poder que obliga, pero por lo general tiene un sentido más débil. En<br />

filosofía expresa la necesidad lógica o científica. También puede denotar obligaciones éticas o religiosas (a veces respaldadas por<br />

estatutos). En la LXX la ley se debe realizar como voluntad de Dios (Lv. 5:17; cf. en el NT Lc. 13:14; 22:77; también los deberes<br />

cristianos, 1 Ts. 4:1; 1 Ti. 3:2; Tit. 1:7). Con frecuencia se puede considerar que el poder que está detrás de la necesidad es el destino,<br />

pero el término también puede denotar la compulsión de la magia o las presuposiciones esenciales para su éxito. En el uso<br />

griego y helenístico lo que se expresa es una idea de una deidad neutral, que no sienta bien con el concepto veterotestamentario y<br />

rabínico de la voluntad personal de Dios que rige la historia y emite un llamado personal dirigido a nosotros. La LXX, Josefo, e<br />

inclusive el NT adoptan el término, pero al hacerlo así, si bien sufren cierta tensión, dejan claro que se relaciona con la voluntad<br />

personal de Dios más que con un destino neutral.<br />

2. El uso lucano es importante a este respecto. De los 102 casos en el NT, 41 se hallan en los escritos lucanos. El uso varía. A veces<br />

el término expresa la voluntad de Dios en la ley (Lc. 11:42; Hch. 15:5), con el cual puede chocar Jesús al seguir el δεῖ de la voluntad<br />

de Dios tal como él mismo la conoce (Lc. 13:6). De modo que el δεῖ representa para Jesús una regla de vida (Lc. 15:32). Es el<br />

δεῖ <strong>del</strong> señorío divino que gobierna su obra (Lc. 4:43) y lo conduce al sufrimiento y a la gloria (Lc. 9:22; 17:25; cf. Hch. 1:16;<br />

3:21; 17:3). Su base es la voluntad de Dios tal como se consigna en las Escrituras (Lc. 22:37). Sus discípulos y la iglesia se hallan<br />

bajo el mismo δεῖ (Lc. 12:12; Hch. 9:6, 16; 14:22, etc.). La voluntad de este δεῖ es una voluntad salvífica, de modo que su exigencia<br />

es una exigencia de una fe obediente en todas las situaciones de la vida.<br />

3. Tal como lo usa Lucas, el término expresa la necesidad <strong>del</strong> acontecimiento escatológico. Se adapta bien para esta función, puesto<br />

que el acontecimiento es conocido sólo por revelación y nos coloca ante la inconcebible ineluctabilidad de un acto histórico que se<br />

fundamenta en la voluntad de Dios. Lo que lo formula es la fe en el plan eterno aunque misterioso de Dios. La necesidad se deriva<br />

de la naturaleza misma <strong>del</strong> Dios que se ha comprometido a realizar este plan. Esto lo afirmaba ya Daniel en Daniel 2:28 LXX; el<br />

Apocalipsis repite el pensamiento (1:1; cf. 4:1), como lo hace Jesús en Mateo 24:6; Marcos 13:10. El imperativo de la escatología<br />

es a la vez juicio y salvación. Todo queda bajo él, a partir <strong>del</strong> anunciado retorno de Elías que se cumple en el Bautista (Mt.<br />

17:10ss). La edad mesiánica ha llegado; por eso la pasión y la resurrección se hallan bajo el δεῖ divino (Mt. 16:21) de esta edad.<br />

Jesús no se limita a predicar la escatología; su historia es escatología. Esto lo confirma el evangelio al mostrar que su obra es el<br />

cumplimiento de la Escritura (Mt. 26:54; Lc. 22:37; Jn. 3:14; 20:9) y que necesariamente desembocará, para Pablo, en el reinado<br />

de Cristo (1 Co. 15:25), el juicio (2 Co. 5:10) y la transformación de la resurrección (1 Co. 15:53).<br />

4. Así como el δεῖ divino configura la historia de Cristo, también rige la obra de Dios en nosotros, p. ej. en el nuevo nacimiento de<br />

Juan 3:7, la necesidad de invocar el nombre de Cristo en Hechos 4:12, y la necesidad de la fe en Cristo para la salvación en Hechos<br />

16:30–31 (cf. Heb. 11:6).<br />

5. Otro uso de δεῖ es para la necesidad de la oración en la vida cristiana. Tal como nos lo enseñó Jesús, siempre debemos orar (Lc.<br />

18:1). El Espíritu nos ayuda porque nosotros no sabemos orar como es debido (Ro. 8:26). La adoración debe ser en espíritu y verdad<br />

(Jn. 4:20ss); el Espíritu divino nos pone a nosotros en la verdad al conectarnos con Cristo, que es la verdad.<br />

[W. Grundmann, II, 21–25]<br />

[p 144] δείκνυμι [señalar, indicar, revelar], ἀναδείκνυμι [mostrar, designar], ἀνάδειξις [manifestación, instalación],<br />

δειγματίζω [exponer], παραδειγματίζω [exponer a la burla], ὑπόδειγμα [ejemplo, copia]<br />

δείκνυμι<br />

A. El uso fuera <strong>del</strong> Evangelio de Juan.<br />

1. En Mateo 4:8 y sus paralelos el sentido es «señalar, indicar hacia algo», aunque con poca diferencia respecto a «mostrar»,<br />

«exhibir», como en Lucas 24:40 (cf. Mt. 8:4 y par.). Para esto hay muchos paralelismos en los autores paganos, la LXX, Josefo, y<br />

los primeros padres.<br />

2. Otro matiz es «señalar, destacar» (p. ej. Mr. 14:15), o incluso «hacer que suceda» en el sentido de «manifestar» (1 Ti. 6:15).<br />

3. Otro matiz es «indicar verbalmente», de donde se pasa al sentido de «enseñar», «explicar», «demostrar» (cf. 1 Co. 12:31b; Hch.<br />

10:28; Mt. 16:21).<br />

B. El uso en los escritos juaninos.

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