Libro de Actas del Congreso Regional de la Cátedra ... - UNGS

umia, no discute con el texto; la lectura que realiza es plana, sin reflexión. En cuanto a
la escritura el balance no es mejor; realmente estos usuarios de Internet no escriben;
digitan sílabas, letras y frases casi siempre incompletas; además, los textos que
producen están llenos de incoherencias, faltas de cohesión, sin ortografía, etc. Los
chicos escriben en Internet tal como hablan, a esto Ong lo ha llamado oralidad
secundaria. Obsérvese que cuando en la universidad al joven se le exige un texto
escrito, a la primera fuente que recure es a Internet de donde baja textos que va
pegando hasta formar una especie de colcha de retazos, pero su producción
intelectual no se deja ver. Además, los jóvenes no están utilizando este recurso para
incursionar en el mundo del conocimiento, o en el intercambio dialógico de saberes,
sino para establecer contactos mediáticos a través del Facebook, Sonico, Hotmail, Hi
5.
Contrario a la televisión y la Internet, considero que la radio es un medio de
comunicación que logra eficazmente desarrollar la capacidad de imaginación del
oyente, como es lógico, ante la ausencia de imágenes visuales, el radioescucha está
obligado a crearlas. En este sentido, gratamente recuerdo que de niño que fui un
asiduo radioescucha de un programa llamado Kalimán, emisión que se transmitía
todas las tardes de lunes a viernes de 5:00 a 5:30 p.m; escuchar este programa era
para mí un verdadero placer, y lo mejor, sin darme cuenta, estaba despertando el
gusto por la lectura; pues el ejercicio de escuchar, se me antoja que es un tanto
similar al de leer en el sentido de que los dos exigen el mismo proceso mental de
abstracción.
Cuando escuchaba este programa, como el que escucha un partido de fútbol por la
radio, tenía que hacer el ejercicio mental de imaginar todas las escenas, a tal punto de
concentración que perdía casi todo contacto con la realidad circundante. Igual sucede
con quien escucha el partido de fútbol por la radio, tiene que abstraer no sólo la
cancha de fútbol sino todo el estadio, e imaginar a cada uno de los jugadores, las
posiciones que ocupan, los desplazamientos que hacen a lo largo y ancho, en otras
palabras, es como si al radioescucha le metieran en la cabeza un videocasete y lo
pusieran a funcionar.
La radio es como el buen contador de cuentos, esencial en la formación de lectores
y de escritores, que logra que el niño o el adulto vean lo que no tienen en frente.
William Ospina, refiriéndose a los aparatos modernos (televisión, cine e Internet) que
proyectan imágenes, y a la magia del contador de cuentos, bellamente así lo ha
descrito:
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