Libro de Actas del Congreso Regional de la Cátedra ... - UNGS

fantasma de la arbitrariedad y del autoritarismo en pos de una imagen más
democrática y crítica. Como es esperable, este es también el caso de las antologías
poéticas El 60 de Alfredo Andrés (1969), Generación poética del sesenta de Horacio
Salas (1975), El 60, poesía blindada de Rubén Chihade (1990) y 200 años de poesía
argentina de Jorge Monteleone (2010), cuyos prólogos coinciden en esta, por emular a
Shelley, “defensa de la antología”: el tópico retórico central de estos prólogos es, dice
Monteleone, la captatio benevolentiae del lector mediante el pedido de disculpas por
“las omisiones” a la que se suma siempre la explicitación de los criterios de selección
(generacionales, estéticos, genéricos, temáticos, genealógicos, etc.) Si es pretensión
del antólogo abarcar largos períodos o grandes zonas de la poesía de una nación –
como es el caso de la antología 200 años de poesía argentina– los criterios deberán
ser suficientemente firmes y/o variados y cruzarse convincentemente para armar
cartografías tales puesto que deben justificar selecciones extensas y complejas. De
todos modos los proyectos antológicos, sea cual fuere el estado del campo que
quieran radiografiar, suelen ser acusados de totalizadores y, por ello, el resultado
siempre es visto como demasiado parcial. Este efecto de lectura, sea vehiculizado
efectivamente o no por la misma antología, parece inevitable cuando de discursos del
canon se trata.
Todo esto implican las operaciones canónicas de las cuales las antologías son un
buen ejemplo. La cuestión es, entonces, cuán cerrada y aspirante al mármol sea una
determinada selección de autores y textos y, más allá de las debidas advertencias que
se hagan en el prólogo, de qué recepción sea objeto esa antología: aquí sí, serán las
lecturas de los periodistas culturales, la academia y los mismos autores las que
avalarán o no las selecciones de los antólogos. Aún cuando sepamos que las
selecciones avaladas por los medios masivos de comunicación facilitan la recepción
acrítica en lectores menos avisados, sería ingenuo creer que el antólogo tiene la
palabra final sobre lo que fuera, puesto que, podemos decir, como discursos sociales
que son, inmersos en procesos de producción de sentido como los que afectan a todos
los discursos sociales, las antologías serán objeto de recepción variadas, desde las
acríticas hasta las que los colegas y autores harán en todas las antologías que
explícita o implícitamente sean conformadas a posteriori de aquellas. A esto se refiere
Jorge Monteleone cuando sostiene, en su prólogo, que el canon no solo se escribe en
el mármol sino también en el agua y que toda selección podrá y será reformulada y
mejorada en próximas antologías (y también del antólogo depende “dar el pie” para
que ello suceda). En síntesis, si el lector desinformado leerá la selección como una
verdad cerrada a la cual difícilmente pueda contestar críticamente por su
648