Libro de Actas del Congreso Regional de la Cátedra ... - UNGS

Otra propuesta contemporánea a la de Henríquez Ureña es la de la Escuela Nueva,
en el ámbito de la escuela primaria, que surge para la década del ’20 oponiéndose a
los presupuestos teóricos de los normalistas y positivistas. Olga Cossettini, una
maestra que se inscribe en este movimiento de maestros, “imagina y propone el
trabajo con la escritura como expresión de la afectividad y emoción de los alumnos,
rescatando su propia lengua y su modo de hablar.” (Sardi, 2007:83) De esta manera,
“la escritura y la imaginación surge de la observación de la naturaleza y la realidad”
(ibídem) y las prácticas de escritura habituales son a partir de la lectura de textos
literarios, ejercicios de ampliación y reformulación de textos, resumen, escritos en los
que los alumnos dan cuenta de la observación de la naturaleza y composiciones
breves inventadas por el alumno. Se trata de partir de lo que el alumno conoce y
escribir acerca de ello recuperando fuertemente el lugar del sujeto. En este sentido, la
propuesta didáctica del maestro Luis Iglesias casi veinte años después está en
sintonía. En la Pedagogía de la Libre Expresión, Iglesias hace hincapié en la
necesidad de enseñar la creatividad y, para ello, considera que es necesario crear
estímulos en los niños para favorecer su expresión. Asimismo, este maestro considera
que para esto va a ser imperativo “desarraigar la tradición escolar de las copias, las
composiciones, los calcados y las carátulas con flores y mariposas” (Iglesias, 2004:27);
es decir, se trata de crear una “tradición de libre expresión, realista, objetiva en sus
bases, movida por la necesidad de comunicar imágenes, ideas, sentimientos propios”
(ibídem) y, agrega que para ver crecer al niño es necesario respetar “sus enfoques, su
perspectiva, su construcción, ayudándole a desarrollar sus propios elementos
expresivos” (ibídem). Iglesias, entonces, piensa a la escritura como una práctica
cultural que involucra dimensiones subjetivas y socioculturales y que, como tal, implica
posicionarse desde la perspectiva del sujeto en un contexto sociohistórico
determinado.
Si hacemos un salto en el tiempo, las propuestas de escritura de talleres como
Grafein –con una influencia marcada del experimentalismo de OULIPO- que llegaron a
la escuela de la mano de la divulgación en formato editorial y por la acción de docentes
y formadores como así también las propuestas didácticas de El nuevo escriturón de
Maite Alvarado y Gustavo Bombini como la difusión de la Gramática de la fantasía de
Rodari dan cuenta de la continuidad de la tradición de la escritura como apropiación
donde la invención tiene un rol central y la escritura se piensa como una práctica en la
que el sujeto inscribe su propia voz y experiencia. Ya no se trata de dar cuenta de una
escritura escolar como “una ley de grupo” que se inscribe “en una simbología sin
propietario y sin autor”, como señala Michel De Certeau (2007:153) sino, más bien, de
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