Libro de Actas del Congreso Regional de la Cátedra ... - UNGS

subjetividad. El enunciador era el enunciatario, y viceversa. Como sucedió con un
alumno que asistió a una clase de apoyo donde manifestó que no sabía cómo encarar
el trabajo práctico, ni cómo organizar toda la información que tenía, y luego le contó a
la profesora orientadora que durante el fin de semana, en el almuerzo del domingo en
el que se reunían con su abuela y tíos, esta reveló que la desaparición de su esposo
no había sido voluntaria, ya que él no los había abandonado, sino que era y es un
desaparecido. Y que ella nunca había contado la verdad por miedo. El alumno se
propuso entonces recuperar los restos de su abuelo.
Por supuesto, a partir de las dificultades presentadas, nos interrogamos acerca de
cuáles son los mecanismos que debemos poner en marcha en la construcción de
argumentos, cuáles son los recorridos lectores que hicieron estos alumnos y los que —
estimamos— hubieran debido o podido realizar, qué alcance tuvo la comprensión de
los textos leídos, qué aspectos de ellos les resultaron inquietantes, cómo hacer para
incluir a estos jóvenes en el ejercicio dialógico de la refutación. Pero no dejamos de
valorar sus enormes esfuerzos de cohesión entre párrafos fragmentarios, sus copy and
paste plagados de ingenuidad, sus búsquedas bibliográficas prácticamente a ciegas
(en Wikipedia, Seoane, Walsh, Pigna, Svampa, Taringa). Muchos de los aspirantes no
tienen computadora en sus casas y el 80% son primera generación de ingresantes a la
universidad en su familia.
Los deseamos dentro de la universidad y en la universidad pública, dentro de una
sociedad cada vez más justa y solidaria. Para eso y por eso necesitamos ser lúcidos
en la argumentación. Enseñar y aprender como una experiencia ética.
¿Es peligroso argumentar?
Sí, sin duda, es peligroso y es indispensable.
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